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I. Cabria - L.A. Gámez - M. Borraz - L.R. GonzálezM. Morey - R. Campo - D.Zúñiga - M. VázquezJ. Chela-Flores - E. Martín - C. Esteban - D. Altschuler_________VIDA EN EL UNIVERSODel Mito a la CienciaRicardo Campo (ed.)Biblioteca “Camille Flammarion”Esta obra ha sido publicada bajo los auspicios de:Fundación Anomalía, Apartado 5.041, 39080 Santander (España)http//:www.anomalia.orgEditor: Fundación AnomalíaAutores: I. Cabria - L.A. Gámez - M. Borraz - L.R. González - M. Morey - R. Campo - D.Zúñiga M. Vázquez - J. Chela-Flores - E. Martín - C. Esteban - D. AltschulerCoordinador edición: Ricardo CampoMaquetación: Julio ArcasPortada: Maties MoreyCopyright © del texto e ilustraciones Fundación Anomalía 1ª edición Diciembre 2008Todos los derechos reservados. Ninguna parte del libro podrá ser reproducida, transmitida porcualquier medio, electrónico o mecánico, incluidas fotocopias, grabaciones o almacenado porcualquier otro procedimiento, sin el permiso por escrito del Editor.ISBN: 978-84-612-8092-6Impreso por: Lulú.comÍNDICEIntroducción.................................................................................................................... 11PRIMERA PARTELos extraterrestres entre nosotros: un mito de la era espacialAscenso y caída de los extraterrestres: de los marcianos a la hipótesis psicosociológica ..................................................................................... 14Ignacio Cabria García(Fundación Anomalía)Españoles a la caza de marcianos ............................................................................... 30Luis Alfonso Gámez Domínguez(Diario ‘El Correo’ y Círculo Escéptico)Ovnis, científicos y extraterrestres. Los científicos echan un vistazo ..................... 41Manuel Borraz Aymerich(Fundación Anomalía)Ellos: taxonomía y filogenia de los visitantes ........................................................... 65Luis R. González Manso(Fundación Anomalía)Extraterrestres y ovnis en el cine. Alienígenas y platillos volantes como argumentos cinematográficos ..................................................................................... 83Matías Morey Ripoll(Fundación Anomalía)Conspiraciones y encubrimientos: el mito autoprotector ....................................... 98Ricardo Campo Pérez(Facultad de Filosofía, ULL)El chupacabras y el impacto social de una creencia mediatizada ........................... 117Diego Zúñiga Contreras(Diario Las Últimas Noticias, Chile)SEGUNDA PARTELa Astrobiología y la búsqueda de vida extraterrestreLos extraterrestres y sus mundos: de los antiguos griegos al proyecto SETI ........ 133Ricardo Campo Pérez(Facultad de Filosofía, ULL)La vida ¿una rareza o un fenómeno universal? ...................................................... 149Manuel Vázquez Abeledo(Instituto de Astrofísica de Canarias)Los fundamentos físicos y biológicos de la búsqueda de vida en el universo ....... 164Julián Chela-Flores(Centro Internacional de Física Teórica Abdus Salam, Trieste, Italia)Exoplanetas: los nuevos mundos .............................................................................. 176Eduardo Martín Guerrero de Escalante(Instituto de Astrofísica de Canarias)“El Gran Silencio”. La paradoja de Fermi y las visitas ET en el pasado ................... 185César Esteban López(Instituto de Astrofísica de Canarias)El Observatorio de Arecibo y los alienígenas ........................................................... 201Daniel Altschuler(Exdirector del Radiotelescopio de Arecibo, Puerto Rico)▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼1 Tomado de Aretxaga, Roberto (2006) “La ciencia astrobiológica. Un nuevo reto para el humanismo del siglo XXI”. En:Astrobiología y Filosofía (II), Letras de Deusto, vol. 36, nº 110, enero-marzo. En esta dirección <http://nai.arc.nasa.gov/ins-titute/about_nai.cfm> puede leerse una presentación institucional del NASA Astrobiology Institute donde se explica bre-vemente la naturaleza y objetivos de esta ciencia multidisciplinar.IntroducciónEste libro pretende explorar algunos de los más destacados aspectos de la Astrobiología en un sentidoamplio, aunque con una orientación temática predominante: la hipotética vida extraterrestre. No existe una definición amplia y suficientemente descriptiva que englobe el extenso campo de la Astrobio-logía; quizá se trate de una tarea prácticamente imposible dada su naturaleza multidisciplinar. Al margen de queno es el objetivo de esta obra la delimitación precisa del corpus de la Astrobiología, es conveniente ofrecer unadefinición de la misma para que el lector disponga de un marco de referencia general. Esta definición puede en-contrarse frecuentemente en otras obras o ensayos que tratan sobre diversos aspectos de esta materia:La Astrobiología tiene como tarea específica el estudio del origen, evolución, distribución y des-tino de la vida en el universo, estableciendo así la conexión entre el fenómeno de la vida en la Tie-rra y una concepción más amplia de la vida como fenómeno universal explicable por la interacciónde las leyes de la física y la biología1.La obra está dividida en dos partes: mítica y científica. La primera (Los extraterrestres entre nosotros: unmito de la era espacial) transita por un terreno pedregoso y sin urbanizar: el mito de los ovnis y la ufología.El término mito no presupone la falsedad de las historias o relatos que lo componen; independientementede que sean falsos o verídicos, los relatos sobre ovnis cumplen una labor que, en cierta medida, se identificacon la de los mitos tradicionales: explicar una parte de la realidad, hablarnos sobre nuestro origen, orien-tarnos sobre nuestro destino final o servir como intermediarios ritualizados entre el ser humano y las divi-nidades, entre otras posibilidades. En general, todas las leyendas y los mitos se parecen, desde nuestramentalidad, a zonas inhóspitas, a menos que el examen crítico empiece a despedregar y a alisar lo que la ima-ginación humana convierte en una presunta realidad a los ojos de los que quieren creer. La mayoría de las divulgaciones astrobiológicas se centran en los aspectos enmarcados en la segundaparte de la obra (La Astrobiología y la búsqueda de vida extraterrestre) y no abordan con la necesaria am-plitud otros que, aun careciendo, en cierto sentido, de carácter científico (no existen temas científicos y nocientíficos; sólo el proceder de quien se ocupa de la materia en cuestión es o no científico) están en la mentede buena parte de los aficionados a la divulgación de las ciencias o del simple hombre de la calle sin especialcuriosidad científica. Casi en cualquier entrevista periodística a un astrofísico surge, tarde o temprano, la pre-gunta por los extraterrestres, incluso aunque no venga en absoluto a cuento. Esto es indicativo de hasta quépunto se halla integrada en nuestra cultura la creencia, el anhelo o la simple y atractiva posibilidad de queen otros lugares del cosmos la vida haya surgido y evolucionado hacia la auto-conciencia. Porque éste es elextremo que despierta pasiones, que produce teorías rocambolescas, que lleva a escritores sensacionalistasa proferir absurdos y disparates sin fin, a que ciertas publicaciones compitan mensualmente por la publica-ción del mayor desatino, y a que la leyenda de los platillos volantes perviva entre la ignorancia generalizadadel método científico y la ausencia de crítica a las afirmaciones más descabelladas, que se convierten, afuerza de ser repetidas, en lugares comunes de la cultura de masas. La carga emocional que acompaña a los extraterrestres, explotada ampliamente en la literatura, en la cine-matografía y en otras manifestaciones de la cultura popular como las obras sobre misterios y enigmas, es tal quesu existencia se da por demostrada en la inmensa mayoría de las ocasiones. Como en casi cualquier creencia conéxito social, la ausencia de pruebas empíricas es absoluta(sólo se dispone de testimonios personales, que nopueden ser esgrimidos como evidencias, además de restos y otros indicios circunstanciales), de tal forma que laevolución de la creencia, de su núcleo duro, sigue derroteros distintos a los que el pensamiento racional exige ha-11bitualmente. El etnólogo francés Wiktor Stoczkowski lo expresó con claridad2: el pensamiento mágico llega a unasconclusiones de antemano; a continuación busca pruebas para confirmarlas. Jamás el creyente o el divulgadormediático se cuestionará las creencias básicas de la ufología. Por ello es necesario desentrañar la retórica de estemito; si no, estafamos al lector o al consumidor, nos aprovechamos impunemente de su credulidad y propensióna detectar maravillas donde no hay más que un constructo basado en premisas falsas o muy discutibles.El contenido de esta primera parte versa sobre algunos de los más destacados aspectos de la ufología. No seocupa de la casuística tal y como ésta ha sido considerada tradicionalmente. Los autores no pretenden docu-mentar un supuesto fenómeno extraño, sino analizar algunas facetas de la creencia, de las ideas, teorías y acti-vidades que se han generado en torno a la ufología. Así, Ignacio Cabria recorre las propuestas que desde lapsicología y la sociología han surgido con afán interpretativo; Luis R. González nos acerca al bestiario extrate-rrestre; Matías Morey resume la abrumadora presencia de los alienígenas en la cinematografía; Manuel Borrazpasa revista a los proyectos de investigación que la Fuerza Aérea norteamericana desarrolló sobre los platillos vo-lantes y algunas iniciativas científicas privadas semejantes; el autor de este prólogo se ocupa de la ocultación ylos encubrimientos gubernamentales, envés de la trama ufológica; Luis Alfonso Gámez nos ofrece una historiasucinta de la ufología española; y Diego Zúñiga nos presenta a uno de los más famosos extraterrestres, el chu-pacabras, la bestia sanguinaria de la que existen las mismas pruebas empíricas que del ET de Steven Spielberg.En la segunda parte del libro nos acercamos a los aspectos más básicos de la investigación astrobiológica.Después del mito ufológico y de sus desaforadas imaginaciones es necesario presentar lo que la ciencia con-temporánea sabe al respecto de la vida en el Universo. Esta sección pretende aportar una imagen racional-entre otras posibles- de algunos aspectos fundamentales de la Astrobiología, tanto desde el punto de vistabiológico como tecnológico.En el primer ensayo, este prologuista recorre la larguísima historia de la especulación sobre la pluralidadde mundos habitados, a modo de escenario global que desemboca en la investigación científica exobiológica;Eduardo Martín nos lleva hasta los nuevos mundos descubiertos más allá de nuestro Sistema Solar; ManuelVázquez nos informa de cuán plausible es la existencia de vida en otros lugares del universo; Julián Chela-Flores revisa los requisitos para que exista vida en algún lugar de nuestro Sistema Solar al margen de la Tie-rra; por su parte, César Esteban se centra en la llamativa ausencia de indicios tecnológicos de vidaextraterrestre inteligente y algunas de las soluciones propuestas a esta situación que nos parece sorpren-dente; y, por último, Daniel Altschuler nos lleva de visita al más famoso radiotelescopio del mundo: Arecibo.Como señala Roberto Aretxaga3, el proceso evolutivo que desembocó en la vida en nuestro planeta no essólo un enigma científico de tipo biológico sino también un rompecabezas que merece estudio intenso e in-terdisciplinar. Ello lo convierte en un problema científico central con profundas implicaciones filosóficasque afectan a nuestra propia concepción como seres humanos y a nuestro lugar en el cosmos (sin que estelugar conlleve concepción teleológica alguna).Esta obra habrá cumplido su papel si logra aportar una perspectiva de conjunto de dos problemas distintosaunque relacionados: la respuesta humana y precientífica al enigma de la vida extraterrestre y la investigacióncientífica del cosmos como lugar apto o inapropiado para el desenvolvimiento de la vida. Creo que todo inte-resado en la vida como fenómeno natural -no en sentido biográfico- debe conocer los principales aspectosexobiológicos, posibilidades, requerimientos y descubrimientos, así como las especulaciones míticas y pseu-docientíficas que desde la antigüedad se generaron en torno a la pregunta por la vida cósmica, y en particularlos elementos básicos de la leyenda ufológica, desarrollada a partir de la segunda mitad del siglo XX.Ricardo CampoLa Laguna, octubre de 2008.122 Stoczkowski, Wiktor (2001) Para entender a los extraterrestres. Estudio etnológico de una creencia contemporánea.Madrid: Acento Editorial.3 Ver nota 1.PRIMERA PARTELOS EXTRATERRESTRES ENTRE NOSOTROS:UN MITO DE LA ERA ESPACIAL14Ascenso y caída de los extraterrestresLa ufología en tránsito: de los marcianos a la hipótesis psicosociológicaIgnacio Cabria GarcíaIntroducciónSegún las encuestas de opinión realizadas en las últimas décadas tanto en España como en otros paí-ses occidentales, aproximadamente la mitad de los ciudadanos cree que los ovnis son reales, lo cualsignifica, para ellos, que son naves tripuladas por seres de otros planetas. Hasta tal punto la creenciaen los ovnis se ha imbricado con el concepto de vida extraterrestre que ante cualquier intento de explica-ción convencional del fenómeno ovni siempre habrá quien alegue: “¿pero no va a haber entre la infinidadde planetas del universo alguno habitado por seres inteligentes?”. Esta asociación ovnis-extraterrestres y la idea de que la Tierra está siendo explorada por una civilizaciónexterior es, sin embargo, relativamente reciente. Cuando surgió el fenómeno periodístico de los “platillos vo-lantes” en Estados Unidos, en el verano de 1947, las primeras explicaciones que se manejaron tenían que vercon la situación de guerra fría que se vivía entre norteamericanos y soviéticos, y, por tanto, se supuso queaquellos extraños discos voladores eran armas secretas de una de las dos grandes potencias. Pero en 1950 elpanorama cambió, y entre los aficionados acabó triunfando la hipótesis del “origen interplanetario”. Aquelmito naciente sobre visitantes del cosmos evolucionaría al mismo paso que la cultura y la ciencia contem-poráneas, de manera que las teorías de vanguardia pasaron del origen marciano, en los años cincuenta, a unahipótesis extraterrestre (HET) más general durante los sesenta, y de ahí a la hipótesis psicosociológica (HPS)y a una visión escéptica del tema a partir de los años setenta.Este artículo está dedicado a estudiar la evolución de las representaciones mentales que se han construidosobre los ovnis, tanto por parte de los proponentes del misterio, los ufólogos, como de la opinión pública.De esta forma, me gustaría dejar claro que fueron los estudiosos del tema y los periodistas quienes elabo-raron los significados de los platillos volantes que hoy nos resultan tan familiares, y que lo hicieron deacuerdo con el “espíritu de los tiempos” y con la cultura popular, más que basándose en pruebas científicasy objetivas. Sus tesis, amplificadas y diseminadas por los medios de comunicación, y contando con la co-bertura mundial que habían alcanzado las grandes agencias de noticias, moldearon la opinión pública a favorde la creencia en visitantes del cosmos. Resulta paradójico que algunos de aquellos investigadores que lu-charon por imponer la creencia en los extraterrestres hayan sido con posterioridad los encargados de des-mitificar el fenómeno explicándolo desde el punto de vista psicológico, de los fenómenos naturales o de lasociología, y poniendo en evidencia al fenómeno ovni como uno de los mitos de nuestra época tecnológica.Vamos a ver esas fases de construcción y deconstrucción del mito a través del trabajo de los especialistassobre la opinión pública.Las primeras hipótesis: entre lasarmas secretas y los marcianosCuando se empezó a hablar en Estados Unidos de flying saucers (platos voladores) en junio de 1947, la pri-mera sospecha que acudió a la mente de los periodistas fue la de un arma secreta norteamericana o sovié-tica. No olvidemos que todo esto sucedía en los inicios de la guerra fría, en pleno desarrollo de las bombasnucleares y de un avance espectacular de la aeronáutica, y entre rumores sobre armas secretas. La primeraencuesta de opinión sobre los “platillos volantes” (como se los llamó en España), publicada por George Ga-llup el 14 de agosto de 1947 -sólo 50 días después del caso Arnold, que inauguró el fenómeno, y recién pa-15Vida en el Universo. Del Mito a la Cienciasada la psicosis de platillos que recorrió Estados Unidos a primeros de julio-, indicó que, aunque nueve decada diez norteamericanos habían oído hablar ya del término flying saucers, la mayoría de la gente no sabíalo que eran. Sólo un 29% de los consultados se definían en su opinión por “ilusiones ópticas o producto dela imaginación”, seguido de un 15% por las “armas secretas”, mientras que un 10% creía que los testimonioseran simples fraudes. A pesar de que algunas mentes calenturientas habían elucubrado en la prensa con vi-sitantes de otros mundos (ya el 8 de julio el director de la revista San Diego había propuesto que los plati-llos eran naves interplanetarias procedentes de Marte), esta idea no se contemplaba siquiera en la encuestaGallup.La importancia de algunos periodistas en la difusión de la información sobre el fenómeno y en la creaciónde un estado de opinión es innegable. En este sentido, el editor de revistas de ciencia-ficción Raymond Pal-mer jugó un papel destacado. En la primavera de 1948, en su recién creada revista Fate, especializada en looculto, publicó una crónica de Kenneth Arnold sobre el caso del que éste fue protagonista el 24 de junio de1947, y por primera vez se expresaba en una revista la hipótesis de que fueran visitantes del espacio exte-rior. Con ello, Arnold demostraba ser, además del primer testigo del fenómeno y uno de sus investigadoresavanzados, también uno de los primeros promotores de la hipótesis extraterrestre.No fueron sólo los periodistas y los medios de comunicación los que fantasearon con los habitantes deotros planetas. También los militares norteamericanos que participaron en el Proyecto Sign de las FuerzasAéreas norteamericanas1, dedicado a investigar en los primeros momentos el misterio de los platillos vo-lantes, se plantearon muy seriamente la posibilidad de que procedieran del espacio exterior. Naturalmente,esta aventurada hipótesis fue rechazada por la superioridad y nunca se volvió a especular en ese sentido enel seno de las fuerzas armadas.Desde 1947 a 1949 las opiniones sobre los platillos volantes habían quedado reservadas a breves artículosde prensa, a revistas especializadas o a los archivos secretos militares, hasta que la popular revista True en-cargó a Donald Keyhoe, un mayor retirado de las Fuerzas Aéreas que hacía trabajos periodísticos, que es-cribiera sobre los platillos volantes. Cuando el artículo The Flying Saucers Are Real se publicó en la Navidadde 1949 sus efectos sobrepasaron las fronteras de Estados Unidos. Allí se exponía la teoría de que los plati-llos volantes eran astronaves tripuladas procedentes de Marte y que aquella vieja civilización nos visitabadesde hacía siglos con ánimo de explorar la Tierra. Keyhoe no había forzado mucho su imaginación, porqueMarte había sido el centro de la doctrina de la “pluralidad de los mundos habitados” en el siglo XIX2, y desdeel supuesto descubrimiento de los “canales” de Marte por Schiaparelli el planeta rojo se había convertido enun mito de los entusiastas de la ciencia ficción y de los soñadores de la exploración del espacio. Baste recordarel impacto que produjo en 1938 la representación radiofónica de La guerra de los mundos por Orson Welles,que quedó convertida en una leyenda de los medios de comunicación por haber causado el pánico en NuevaYork, al creer los oyentes que la Tierra estaba siendo realmente invadida por los marcianos. Estos precedentes fueron la base del éxito inmediato que tuvo la hipótesis de Keyhoe. Aquel artículo deTrue, ampliado, se convirtió en el primer libro dedicado a los platillos volantes3, con el cual Keyhoe se hizouna celebridad en este tema. A él se sumó el militar y científico Robert McLaughlin al publicar en febrerode 1950, también en la revista True, el relato de su observación de un objeto que surcó el cielo a una ex-traordinaria velocidad, y que él pudo seguir por medio de un teodolito. Lo más sensacional de su reportaje,y lo que lo convirtió en noticia de portada en medio mundo, fue la conclusión de McLaughlin de que aquelobjeto debía ser una nave tripulada por seres de una inteligencia superior procedentes de Marte. Y en elmismo mes de febrero se extendió el rumor de que un gran vehículo se había estrellado en Nuevo Méxicoy 15 “exploradores del espacio” habían sido capturados. Aquella historia serviría de argumento para el se-1 Véase Borraz, M., Ovnis, científicos y extraterrestres, en este mismo volumen.2 Véase Campo, R., Los extraterrestres y sus mundos... en este mismo volumen.3 (1950) Flying Saucers Are Real. New York: Fawcett.gundo libro dedicado a los discos voladores: Behind the Flying Saucers4. Su autor, Frank Scully, introdujo asíuna forma de pensamiento conspirativo y secretista que haría furor en la ufología posterior5. La influenciade este autor ha sido reconocida con el homenaje de poner su apellido a un personaje de la serie de televi-sión Expediente X. Figura 1Portada del primer libro dedicado a los platillos volantes The Flying Saucers AreReal (1950), de Donald KeyhoeAquel año 1950 vio, además de la publicación de los primeros artículos ylibros en los que se defendía abiertamente la tesis de la exploración mar-ciana, la primera oleada de visiones de platillos volantes a escala global.Desde Argentina hasta la India, pasando por todos los países de Europa, co-nocieron una pasión popular por los platillos volantes, que se veían en loscielos casi de una manera simultánea, entre marzo y mayo. Coincidía estefenómeno además con el momentode máxima aproximación de Marte ala Tierra, lo que se llama una oposi-ción, que para algunos hacía creíbleque una supuesta civilización mar-ciana hubiera lanzado sus navesdesde allí para la exploración de nues-tro mundo. Sin embargo, la hipótesis de un “origen interplanetario”, como sedecía en los medios, no parece que estuviera tan consolidada en la opi-nión pública como los artículos sensacionalistas de la prensa apunta-ban, ya que en la segunda encuesta sociológica llevada a cabo porGallup, publicada en mayo de 1950 -por tanto después de la invasiónde platillos de aquella primavera prodigiosa-, entre las diferentes res-puestas a elegir la idea de los visitantes de Marte se encontraba sóloincluida en el apartado “cometas, estrellas Figura 2Portada de Behind the Flying Saucers, (1950) de Frank Scullyfugaces, algo de otro planeta”, que fue preferido por un raquítico 5% de los encuestados. El mayor porcen-taje fue el de los que no se definían por ninguna respuesta, mientras que un 23% pensaba que los platillosvolantes eran experimentos de nuevas armas. El 16% optó por las ilusiones o el fraude, y un 6% por algunaclase de avión nuevo.Sin embargo, la presencia de los platillos volantes en los cielos y en los medios convenció a unos pocos in-quietos por los misterios del espacio para comenzar a recopilar recortes de prensa y elaborar las primerasteorías y publicaciones. Aquellos pioneros fueron, además de Keyhoe, Gimmy Guieu, Michel Carrouges, Ha-rold Wilkins, Gerald Heard, Morris Jessup y otros. En España, los primeros estudiosos de este tema, EduardoBuelta, Manuel Pedrajo, Oscar Rey Brea y Marius Lleget, coincidieron punto por punto en la hipótesis mar-ciana, y algunos de ellos defendieron, almismo tiempo que unos pocos especialistas de otros países, que lasapariciones de los platillos volantes se producían en conjunción con el “ciclo bianual” de las oposiciones deMarte.16Ascenso y caída de los extraterrestres: de los marcianos a la hipótesis psicosociológica4 (1950) New York: Henry Holt.5 Véase Campo, R., Conspiraciones y encubrimientos: el mito autoprotector, en este mismo volumen.17Vida en el Universo. Del Mito a la CienciaAl lado de esta aparente conexión marciana, el fenómeno pareció presentar además la evidencia de uncomportamiento dirigido inteligentemente. El investigador Aimé Michel6 dio a conocer que había encon-trado un patrón de distribución geográfica de los avistamientos de discos voladores durante la oleada fran-cesa de 1954. Situando las observaciones de cada día sobre el mapa de Francia, Michel halló variasalineaciones de tres, cuatro y hasta cinco casos, líneas que denominó ortotenias. Este hallazgo parecía re-frendar la teoría de que seres inteligentes de otro planeta estaban efectuando vuelos de reconocimientosobre la Tierra.Sobre estas bases se fundó la teoría de la procedencia interplanetaria de los platillos volantes, que pare-cía venir soportada además sobre un número creciente de observaciones y una progresiva complejidad yacercamiento del fenómeno. De las observaciones lejanas en los cielos se pasó a informes sobre aterrizajede naves, de las que a veces descendían unos tripulantes que podían llegar a dejar huellas visibles de su pre-sencia. Esto hacía cada vez más plausible la suposición de que nuestros visitantes exploraban nuestro pla-neta y tomaban muestras del terreno.Para dar carta de naturaleza mitológica al nuevo fenómeno hacía falta buscarle precedentes históricos.Desde los primeros casos de platillos volantes, algunos habían sospechado que seres superiores nos visita-ban desde tiempos remotos y dejaron testimonio de su presencia en los textos sagrados -como la Biblia- yhuella de su tecnología en los grandes monumentos de la antigüedad. De esta manera, la repentina apari-ción del fenómeno en 1947 podía interpretarse como el “retorno de los dioses”, que habían decidido volverante la alarma por la utilización en la Tierra de la bomba atómica. Éste fue el eje de las creencias de aque-llos que, inspirados por doctrinas ocultistas como la teosofía, proyectaron sobre los visitantes del cosmos susesperanzas mesiánicas de salvación. A aquellos pioneros del contacto extraterrestre se les llamó en ingléscontactees: Georges Adamski, George van Tassel, Howard Menger, etc. En España tuvimos en 1954 nues-tro caso de contacto espacial cuando la prensa publicó que un enfermero llamado Alberto San Martín habíarecibido una piedra grabada de manos de un ser de otro mundo en plena Ciudad Universitaria de Madrid. Ymuy poco después conocimos el misticismo contactista con Fernando Sesma, creador del Club de Amigos delos Visitantes del Espacio, que dio inicio en el Café Lyon de Madrid a una saga de contactos muy original queculminaría con el célebre caso UMMO7.Los años cincuenta habían sido la década de Marte, hasta el punto de que no sólo los fanáticos de los pla-tillos volantes, sino incluso los astrónomos, aceptaban la posibilidad de que sobre aquel planeta se hubierapodido levantar una civilización. A pesar de que, desde hacía muchos años, los astrónomos sabían que lossupuestos canales de Marte descubiertos por Schiaparelli no eran más que irregularidades geológicas o cam-bios de coloración de la superficie provocados por tormentas de arena, se desconocía casi todo de la super-ficie del planeta rojo, lo que dejaba campo libre a la especulación. En los años sesenta, sin embargo, lasfantasías sobre Marte se vinieron abajo cuando las sondas espaciales Mariner fotografiaron una superficiedesértica y helada. El desarrollo de la astronáutica y el sueño de la exploración espacial llevarían entonceslas hipótesis sobre el origen de los platillos volantes a fronteras cada vez más lejanas, al hacerse posible ima-ginar largos viajes espaciales en grandes naves-arcas, como había aventurado la ciencia-ficción. Ya no sehablará más de marcianos, sino de “extraterrestres”, para significar que el origen de las civilizaciones que nosvisitan puede alcanzar a otros sistemas solares y, por qué no, a otras galaxias.El primer libro importante publicado en España sobre el fenómeno ovni bajo estos nuevos supuestos fueEl gran enigma de los platillos volantes8, de Antonio Ribera, en el que se trazaba ya la hipótesis extrate-rrestre de nuevo cuño en un planteamiento abierto a múltiples orígenes, aunque en cualquier caso desde la6 Michel, Aimé (1958) Mysteriéux objects volantes. Arthaud. Edición española: Michel, Aimé (1963) Los misteriososplatillos volantes. Barcelona: Pomaire.7 Ver Cabria, I. (1993), en Bibliografía.8 Ribera, Antonio (1966) El gran enigma de los platillos volantes. Barcelona: Pomaire.18óptica de que estamos siendo vigilados por una civilización más avanzada y sabia. Ribera se convertía conesta obra en el especialista español más reconocido internacionalmente en este tema.La ufología organizada y la científicaPara cuando se publicó en Estados Unidos la tercera encuesta Gallup sobre los platillos volantes, en 1966,esta materia era ya lo suficientemente conocida a través de los libros y la prensa como para que a la pregunta“¿en su opinión, son algo real o sólo imaginación de la gente?” respondiera un 46% que eran algo real y un26% que eran imaginarios, aunque quedando en la ambigüedad qué representaba exactamente ser “real”.A la pregunta “¿cree que hay gente parecida a nosotros viviendo en otros planetas del universo?”, respon-día afirmativamente un 34%. Como vemos, los visitantes del espacio se habían convertido en un elementobien asentado en el imaginario popular. En las siguientes encuestas, y hasta hoy mismo, el porcentaje de cre-yentes en la realidad del fenómeno ovni como visitas de otros mundos ha alcanzado proporciones cercanasal 50%, sin grandes variaciones.Esa época de la que estamos hablando, mediados de los años sesenta, fue un momento clave en el asen-tamiento del tema de los platillos volantes en nuestra cultura. Coincidiendo con un brote de observacio-nes de objetos volantes no identificados (OVNI), como se les empezaría a llamar según el término másriguroso inventado por las Fuerzas Aéreas norteamericanas, y en medio de una creciente difusión sobrela vida extraterrestre en los medios de comunicación, aparece sincrónicamente en todos los países de laórbita occidental una joven generación de entusiastas del fenómeno con un interés por la investigaciónrigurosa, que incluía entrevista al testigo y toma de datos en el lugar del avistamiento, recopilación de ca-tálogos de casuística, estudios estadísticos, etc. Los nuevos investigadores, que empezarían a llamarse“ufólogos” (del inglés UFO, unidentified flying object) al entrar la década de los setenta, querían demar-car su campo como una disciplina científica, aunque partieran incuestionablemente de la “hipótesis ex-traterrestre” (HET).Dos individuos se convirtieron en prototipos del ufólogo al moderno estilo científico que los tiempos re-querían: Jacques Vallée y Joseph Allen Hynek. Ambos fueron homenajeados por Steven Spielberg en la pe-lícula Encuentros en la tercera fase como pares complementarios: el primero, representado por el actorJean-Pierre Trintignan, es un joven y dinámico investigador francés lleno de imaginación y audacia; el otro,el mismísimo Hynek representándose a sí mismo en una aparición puntual, aparece como el estereotipo delviejo profesor con pipa, observando complacido el gran momento del contacto.Cuando en 1965 publicó Anatomy of a Phenomenon9, Jacques Vallée era un joven astrónomo francés re-cién doctorado en Estados Unidos. El libro se presentaba como una “evaluación científica” de los UFOs, aun-que no fuera más que una introducción histórica y casuística al tema desde el punto de vista deun creyenteen los extraterrestres. Al menos suponía, eso sí, un intento sistematizador que se separaba del recurso a lafantasía de algunos autores precedentes. Vallée planteaba la necesidad de depurar los catálogos de casosOVNI de aquellos que “impliquen objetos similares en comportamiento a objetos convencionales” (p. 113),es decir, que pudieran ser explicados, y proponía una clasificación del fenómeno en cinco tipos, clasificaciónque gozó por entonces de cierto predicamento, aunque no ha resistido el paso del tiempo por los prejuiciosque contenía. Pero tal vez la aportación más importante de Vallée a una ufología científica en formación fueel supuesto hallazgo de leyes del comportamiento del fenómeno. Basándose en un estudio de las observa-ciones que llamó del Tipo I (aterrizajes), Vallée propuso que: 1) la distribución geográfica de los aterrizajes era inversamente proporcional a la densidad de población;2) los objetos presentan una simetría de revolución y un diámetro de unos cinco metros; y9 Vallée, Jacques (1965) Chicago: Henry Regnery; y (1966). Londres: Neville Speaman.Ascenso y caída de los extraterrestres: de los marcianos a la hipótesis psicosociológica19Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia3) en la distribución temporal del fenómeno se encuentra una ley horaria consistente en un máximo decasos entre las 20 y las 24 horas10.La experiencia de Joseph Allen Hynek era diferente. No era ningún recién llegado, sino que había servidocomo consultor de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos en el tema de los ovnis, encargado de proporcio-nar explicaciones lógicas a todos los casos que pasaban por sus manos. Con el tiempo, no obstante, se con-vencería de que allí había un enigma sin resolver, y con el libro The UFO Experience11 cruzó el Rubicón delescepticismo a la creencia para convertirse en uno de los abanderados de la realidad de los ovnis, lo que leha elevado a los altares de la ufología como símbolo de la “conversión” de un científico a través del conoci-miento de las evidencias del fenómeno. Como correspondía a aquel momento sistematizador de una ufolo-gía científica en ciernes, Hynek presentó en aquel libro una clasificación del fenómeno ovni en tres categoríasque hizo fortuna en la disciplina: luces nocturnas, discos diurnos y encuentros cercanos (EC). A su vez, éstaúltima se subdivide en otras tres, según la complejidad del caso. El tipo ECIII, o encuentros cercanos del ter-cer tipo (con visión de ocupantes), facilitó a Spielberg el título de su famosa película (por una mala traduc-ción en España, los legos en la materia siguen hablando de “encuentros en la tercera fase”). La “clasificaciónde Hynek” fue aceptada por los ufólogos, incluso los considerados científicos, con el mismo espíritu críticocon que se habían tragado la clasificación de Vallée, aunque ambas no sirvieran más que para establecertoda una serie de estereotipos sin fundamento.A mediados de los setenta todo parecía bien asentado para que, desde el punto de vista de la ufología, laciencia acabara aceptando la realidad del fenómeno ovni gracias a esta clase de investigación optimista quedefinía tipologías de observaciones y encontraba leyes de un comportamiento inteligente del “agente” quese ocultaba tras los ovnis. ¡Incluso se había llegado a diseñar, por parte de un ufólogo brasileño, una tipo-logía de humanoides tripulantes de los ovnis a la que sólo faltarían nombres en latín para integrarse en elSistema Naturae de Linneo!12. Era como si se asistiera a la creación de una taxonomía de los seres del uni-verso y sus naves; así de sencillo parecía estructurar aquel fenómeno.No tardarían en levantarse, sin embargo, voces discordantes. Por un lado surgirían desde la propia ufolo-gía propuestas alternativas a la tosquedad de la HET y sus exploradores que recogían muestras de terreno,en forma de tesis sofisticadas de tipo simbólico y “paraufológico”. Desde el exterior vendrían las críticas delos escépticos, que harían replantear totalmente lo que hasta los años sesenta se había considerado evi-dencias, leyes y tipologías del fenómeno. Se marca así una segunda fase de nuestra historia, la década en quealgunos ufólogos aventureros decidieron preguntarse: “¿y si los ovnis no son lo que parecen?”, mientras queotros se cuestionaban “¿y si los ovnis, simplemente, no existieran?”.Pero no pasaremos de largo sin citar que en España aquella ufología organizada y con intenciones cientí-ficas de la que hemos hablado se expresó a partir de 1971 en la revista Stendek, del Centro de Estudios In-terplanetarios (CEI) de Barcelona, y fue obra de unos pocos estudiosos del tema13. Citaré sólo dos sectoresque marcaron corrientes divergentes: por una parte, el aspecto de la búsqueda de constantes científicas delfenómeno fue emprendido por Vicente Juan Ballester Olmos y sus colaboradores, en un programa de in-vestigación que se concretó en el primer libro de este autor, OVNIS, el fenómeno aterrizaje14, y que en sustrabajos sucesivos le ha ido alejando progresivamente de la HET hasta defender una metodología críticabasada en la identificación de los ovnis según los fenómenos naturales conocidos. Con otro alcance, el pro-yecto de investigación estadístico-matemática que iniciaron en 1970 Félix Ares y David G. López15 sobre las10 “Algunas constantes en los aterrizajes de ONIS”. En: (1967) Los humanoides. Barcelona: Pomaire. Edición a cargo deAntonio Ribera del número especial de Flying Saucer Review de octubre-noviembre de 1966 titulado The Humanoids.11 Hynek, Joseph A.(1972) The UFO Experience. New York: Ballantine Books.12 Véase González, L. R., “Ellos”: taxonomía y filogenia de los visitantes, en este mismo volumen.13 Véase Gámez, L. A., Españoles a la caza de marcianos, en este mismo volumen.14 Ballester Olmos, Vicente Juan (1978) OVNIS, el fenómeno aterrizaje. Barcelona: Plaza y Janés.15 (1970) Estudio de la oleada 1968-1969. Parte 1. Madrid: ERIDANI. (1971) Parte 2. Madrid: edición de los autores.20variables que presentaba la oleada ovni de 1968-69 les llevó a buscar factores sociológicos en el comporta-miento del fenómeno, lo que una década después les situaba en un escepticismo militante contra la creen-cia en extraterrestres y contra la ufología como pseudociencia. Visiones mágico-simbólicas sobre los ovnisLa concepción monolítica de un fenómeno ovni consistente en unas naves interplanetarias que nos vigi-lan comenzó a entrar en crisis en el mundo ufológico a finales de la década de los sesenta y primeros setenta.Unos pocos jóvenes investigadores contestatarios empezaron a dar importancia a factores simbólicos, a en-sanchar los márgenes de la ufología hacia lo paranormal, a buscar lo que de mitológico tenían los extrate-rrestres, para mostrar que había realidades más complejas que la mera apariencia de los ovnis como navestripuladas por seres del espacio exterior. Con ello, la ufología emprendió varios caminos divergentes: ade-más de la ufología tradicional pro-ET y de una ufología protocientífica que avanzaría en un sentido crítico,se iba a iniciar una tendencia simbolista, cercana a una visión ocultista, bajo etiquetas como “nueva ufolo-gía”, “paraufología” y otras, mientras que en paralelo se iría gestando una escuela psicosociológica y escép-tica. Estos distintos niveles no han sido rígidos ni han ido siempre en paralelo, pues en algunos investigadoresse ha dado una evolución a través de etapas sucesivas, generalmente de la ufología clásica a la “nueva ufo-logía” y a la hipótesis psicosociológica (HPS), en este orden.Para entender aquellos replanteamientos de los sesenta-setenta hay que remontarse al personaje inspi-rador de la ufología moderna: el psicólogo suizo Carl Gustav Jung. En una obra tardía y poco conocida ti-tulada Un mito moderno sobre cosas que se ven en el cielo16 (1961), Jung vio en el fenómeno de los platillosvolantes el desarrollo de un mito que estaba afectando a la psique colectiva, el signo del fin de una era y elcomienzo de otra, que se producía en forma de cambios en los arquetipos y en la forma que adquieren los“dioses”. Desde su punto de vista, el fenómeno parecía tener un fundamento físico junto con un componentepsíquico (idea que también haría fortuna en la ufología). Los ovnis eran para él rumores visionarios, es decir,rumores asociados a una tensión afectiva que tendría su causa en una situación de apremio colectivo porlas consecuencias imprevisibles de la política rusa y por la presión poblacional. Las consecuencias eran que“en el individuo se producen fenómenos tales como convicciones anómalas, visiones, ilusiones, etc., única-mente cuando se halla psíquicamente disociado, es decir, cuando se produce una disociación entre los cri-terios y enfoques de la conciencia y los opuestos contenidos del inconsciente” (p. 27). Esos contenidos queno se integran conscientemente se expresarían en visiones. El inconsciente hace perceptibles sus conteni-dos mediante su proyección hacia el cielo. Es de esta manera que se constituye un mito vivo. Escribe Jung:“Tenemos aquí la oportunidad de ver cómo nace una leyenda y cómo se forma una fábula maravillosa sobrela invasión, o por lo menos la aproximación, de potencias “celestes” extraterrenales, en una época oscura ydifícil de la historia humana” (p. 32). Las formas de los platillos volantes eran semejantes a las que el in-consciente engendra en sueños y visiones. Según Jung, las formas circulares presentan una analogía con elsímbolo de la totalidad y del orden cósmico del budismo, el mandala. Las visiones se habrían apoderado deeste arquetipo, aunque asumiendo una forma técnica para eludir el carácter chocante de una personifica-ción mitológica. Así lo expresa Jung: “Los ovnis son vehículos de una representación espontánea involun-taria, arquetípica –y, por decirlo así, mitológica- de un contenido inconsciente, de un “rotundum”, queexpresa la totalidad del individuo” (p. 38). Y añade: “La impopular idea de una intervención metafísica sehace significativamente más aceptable por la posibilidad de los viajes a través del espacio cósmico” (p. 41).La ufología ocultista de Vallée y Keel en busca de la gran manipulación cósmicaCon esta base era fácil elaborar versiones más o menos originales de una “nueva ufología”, que quedó for-mulada básicamente en dos libros que marcaron una revolución interna en este campo: Pasaporte a Mago-nia y Operación Caballo de Troya, en traducción española. El primero era una ruptura con su pasado de un16 El libro fue publicado en Argentina por la Editorial Sur en 1961 con el título Sobre cosas que se ven en el cielo, y aesta edición me remito en el comentario.Ascenso y caída de los extraterrestres: de los marcianos a la hipótesis psicosociológica17 (1969) Chicago: Regnery. Edición española: Vallée, Jacques (1972) Pasaporte a Magonia. Barcelona: Plaza y Janés.18 Véase Campo, R., Conspiraciones y encubrimientos: el mito autoprotector, en este mismo volumen.19 (1970) Putman’s Sons. (1996) Georgia: Illuminet Press.21Vida en el Universo. Del Mito a la Cienciaautor ya consagrado, Jacques Vallée, con el cual iniciaba una aventura lejos de la ciencia. El segundo era deun autor que se convertía así en icono de una nueva generación: John Keel. Ellos fueron los primeros que,desde dentro de la disciplina, pusieron en cuestión la naturaleza del ovni como nave “de tuercas y tornillos”para proponer soluciones alternativas que iban desde los planteamientos ocultistas a las implicaciones so-ciológicas o a la especulación sobre el lado mítico que el fenómeno representaba.Passport to Magonia17 planteaba una reacción contra el método que el mismo Vallée había predicadohasta entonces. El tema del libro es la continuidad a lo largo de la historia de un fenómeno que adquiere for-mas diversas según los contextos culturales. Vallée llegaba a la conclusión de que las visiones de la Virgen,las leyendas de las hadas, los mitos y los OVNIs son manifestaciones de un mismo fenómeno que adquieredistintas formas en función del medio cultural sobre el que se proyectan. Vallée nos advierte de que quizáslas apariciones de OVNIs y otros fenómenos no sean más que una mentira. “Quien controla la imaginaciónhumana podrá conformar el destino colectivo de la Humanidad, a condición de que el origen de este con-trol no pueda ser identificado por el público” (1972, p. 221). Aquí da entrada por primera vez a una obsesiónde todos sus trabajos: el sistema de control, afirmando: “Además de la cuestión de la naturaleza física deestos objetos deberíamos estudiar el problema, más profundo, de su impacto en nuestra imaginación y nues-tra cultura”. Y añade: “Es posible hacer creer a grandes sectores de la población en la existencia de razas so-brenaturales, en la posibilidad de máquinasvoladoras, en la pluralidad de los mundos habi-tados, exponiéndolos a unas cuantas escenas cui-dadosamente preparadas, cuyos detalles seadaptan a la cultura y a las supersticiones de unaépoca y un lugar determinados” (p. 222). Con ellointroduce una de las ideas que mayor éxito tuvoen la ufología posterior: el aspecto mimético delos OVNIs, que se adaptarían a la cultura de cadamomento histórico imitando su tecnología parapasar desapercibidos. Figura 3A la izquierda, el astrofísico Joseph Allen Hynek y ala derecha el doctor en informática, astrofísico y ufó-logo francés Jacques Vallée, en 1978La deriva de Vallée hacia teorías conspiracionistas18 y hacia cierto irracionalismo se hizo más evidente ensus siguientes libros, lo que no impidió que fascinara con su prosa sugerente, llena de misterios, a una ufo-logía que siguió su palabra como un evangelio, pues sacaba a la “disciplina” del atolladero en el que las li-mitaciones científicas la habían metido. Pero esa visión conspirativa ha marcado a un amplio sector de laufología durante las últimas tres décadas con una herencia paranoide que quizá no haya sido aún objetiva-mente sopesada.El segundo de los autores emblemáticos de la generación que se iba a reconocer como “nueva ufología”,y con la misma influencia para bien y para mal, es John Keel, autor de otro de esos libros de culto: OperationTrojan Horse19, un viaje a la fantasía sin ataduras lógicas. Pero la ufología más contestataria no necesitabacoherencia científica para encontrar en él un revulsivo. Fenómenos “forteanos”, extraterrestres en la Biblia,rumores sobre OVNIs, fenómenos paranormales y cualquier otra cosa se agrupaban bajo las mismasconnotaciones mágicas que querían romper con la idea del platillo volante, que dejaba así de tener sustanciafísica para convertirse en una energía electromagnética controlada por una inteligencia. “Se nos hace visible22de tanto en tanto manipulando patrones de frecuencia. Puede tomar cualquier forma que desee, desde lade avión a la de una nave espacial cilíndrica gigante. Se puede manifestar en aparentes entidades vivas,desde pequeños hombrecillos verdes a extraños gigantes de un ojo. Pero ninguna de estas configuracioneses su verdadera forma” (1996, p. 45). Estos OVNIs electromagnéticos se presentarían en formas que podríanser fácilmente aceptadas y explicadas: como dirigibles en 1896, como aviones fantasmas en 1909 o comocohetes en 1946. De ahí que Keel defina al fenómeno como un “caballo de Troya”. Nada se dice en el librosobre el plan de esa inteligencia con respecto a la humanidad, aunque el tono es siempre más el de unaamenaza que el de una revelación. Esa visión oscura de Keel no haría sino acrecentarse con sus siguientestrabajos, que tendrían cada vez menos influencia en el entorno ufológico.Otros ropajes: paraufología e “hipótesis extraterrestre de segundo grado”Otros autores vinieron a ponerle nuevos ropajes al mismo muñeco. Jerome Clark y Loren Coleman dieronorigen al término “paraufología” en un libro muy influyente en su época, The Unidentified20, que vinculabaal OVNI con el mundo de lo paranormal, pero que en el fondo consistía en hacer digerible aJung para la masaufológica no introducida en el simbolismo psicoanalítico. Según estos autores, las experiencias OVNI son pro-ducto de estados alterados de la mente, y su contenido es eminentemente simbólico. Ante la percepción deun estímulo no identificado, un descenso en el umbral de conciencia desencadena una experiencia en la queel ego es temporalmente abrumado por el contenido del inconsciente colectivo. ¿Y las huellas físicas infor-madas en casos OVNI? Serían subproductos generados psicoquinéticamente de aquellos procesos incons-cientes. Los OVNIs son, para Clark y Coleman, el intento de la psique por escapar de las limitaciones que unestricto racionalismo ha impuesto a la realidad, pues la sobrevaloración de la tecnología y del racionalismohan llevado a una pérdida del equilibrio entre lo espiritual y lo material en beneficio de esto último.En otra modalidad de alambicado razonamiento, Bertrand Méheust hacía del platillo volante un fenó-meno híbrido “mítico-físico”. En su libro Science fiction et soucoupes volantes21 se los presenta como una es-pecie de sueño objetivándose ante nuestros ojos e interaccionando con el ambiente, una alucinaciónconcretizada a nivel planetario. Pero mientras que el autor se declaraba enemigo de la hipótesis extrate-rrestre más ingenua, o “de primer grado”, dejaba abierta la posibilidad a que unos seres se manifiesten antenosotros por medio de nuestras estructuras mentales, lo que Méheust definía como “hipótesis extraterres-tre de segundo grado” (p. 306). Así es que lo que parecía una interpretación cultural del tema ovni en su com-paración con la literatura fantástica se quedaba al final en una ufología que defendía a toda costa su esencia.Reacción escépticaMientras los ufólogos intentaban demostrar la existencia de un fenómeno real, unos pocos científicos es-cépticos habían luchado durante años por rebatir las creencias sobre visitantes extraterrestres, aunque conéxito limitado. Desde su primer libro en 195322, el astrónomo Donald Menzel, director del Observatorio dela Universidad de Harvard, había pretendido explicar los platillos volantes como fenómenos naturales, porlo que era la bestia negra para los ufólogos, un papel que años después representaría gustoso Philip Klass.Si ha habido un estudio científico sobre los ovnis que haya conseguido los mismos titulares de prensa quelos de los promotores del misterio, ese fue el Informe Condon23, conocido así por el nombre del director delproyecto de investigación que las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos contrataron con la Universidad de Co-lorado. La conclusión negativa del estudio cayó como un jarro de agua fría sobre los creyentes, y se ha dicho20 (1975) Warner.21 (1978) Mayenne: Mercure de France.22 (1953) Flying Saucers. Cambridge: Harvard University Press.23 (1969) Daniel S. Gillmor (compilador). Scientific Study of Unidentified Flying Objects. New York: Bantam Books. EnInternet: <http://www.ncas.org/condon/>.Ascenso y caída de los extraterrestres: de los marcianos a la hipótesis psicosociológica23Vida en el Universo. Del Mito a la Cienciaque fue la causa de que los ovnis desaparecieran durante algún tiempo de las páginas de la prensa. En eseextenso documento se recogían, entre otras cosas, interpretaciones de las observaciones ovni desde el puntode vista de los errores de la percepción humana, algo que los ufólogos nunca antes habían tenido en cuentay que raramente tuvieron en cuenta después. En el Informe Condon se desmontaban buena parte de laspruebas sobre las que se pretendía construir una nueva ciencia heterodoxa, pero lo que hizo el mundo ufo-lógico norteamericano fue poner su mejor artillería a combatir los criterios científicos del estudio más quea combatir la mala investigación que se hacía desde su propio campo. Lejos de desmovilizar a los ufólogosde la época, Condon creó una generación dispuesta a luchar contra la “ciencia oficial” y el “secreto guber-namental”. Esa generación de investigadores de los años setenta se organizaba, pues, en un movimiento ufológico en-cerrado en sus propias terminologías y publicaciones, en el que no incidían los pocos debates científicos em-prendidos por entonces con la mejor intención de acercamiento de posturas entre creyentes y escépticos,como fue el Simposio de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, que en 1969 organizaronCarl Sagan y Thornton Page24. Hasta 1977 la ufología continuó siendo un campo homogéneo que manejabala HET como único elemento conceptual, y los escépticos estaban en el mundo exterior, eran “detractores”del fenómeno que no habían investigado casos ovni directamente sobre el terreno, lo que les excluía decualquier cualificación para opinar. Hasta que el ufólogo Monnerie se preguntó “¿y si los ovnis no existie-ran?”.Cuando en 1977 apareció su libro Et si les OVNIS n’existaient pas?25, fue muy mal recibido por la ufologíafrancesa, porque lo que sostenía Monnerie ya lo habían dicho los “negativistas” de siempre: que todas lasobservaciones OVNI tienen explicaciones lógicas como confusiones con fenómenos astronómicos u objetosconvencionales como aviones, satélites, etc. Para explicar cómo un avión o la Luna pueden ser confundidoscon un platillo volante, Monnerie acudió a un principio de su invención que llamó “sueño despierto”, un es-tado “provocado por la imposibilidad de identificar un objeto que se convierte en el factor catalizador de unaexplicación no lógica pero aceptable en el cuadro del mito colectivo” (p. 101); es decir, un proceso en el quela confusión puede conducir a un trance hipnótico y a una visión o una experiencia OVNI en el cuadro deun “mito autorizado” como es el de las visitas extraterrestres, proporcionado por las imágenes de la culturapopular. Aunque algo así lo hubieran dicho otros, a este autor no se le podía achacar el desconocimiento del“dossier”, porque era un ufólogo con larga experiencia en investigación de campo. Así es que este libro y otroque publicó dos años después26 dieron inicio a un debate en la ufología francesa, y por extensión en la eu-ropea, que pondría la disciplina patas arriba y acabaría con la mayoría de sus participantes en el bando es-céptico. Fue el principio de lo que se llamaría “hipótesis psicosociológica” (HPS).A diferencia de Francia, la ufología en Estados Unidos estaba encuadrada en grandes centros ufológicosdesde los que se marcaba -y aún se sigue marcando empecinadamente- la ortodoxia del platillo con sus mar-cianos dentro. Desde uno de los dos centros más importantes, el Center for UFO Studies (CUFOS), AllanHendry emprendió un trabajo de análisis de la casuística para discernir entre casos OVNI y casos satisfac-toriamente identificados. El resultado final, The UFO Handbook27, no fue el que esperaban los creyentes,pues sería alabado hasta por los mismos escépticos como un trabajo riguroso. Mientras que los ufólogos dela época se libraban de los casos identificados como de una molesta escoria que acompañaba a los casos ge-nuinamente OVNI, o sea, “positivos”, Hendry puso su atención en la totalidad de la casuística, construyendouna categoría de objetos volantes identificados (OVI) como grupo de control. Hendry cuenta en el librocómo partió de una actitud positiva hacia la idea de encontrar un fenómeno anómalo y se quedó frustradoen su búsqueda: “Me aseguraron una vez que en una mezcla de casos OVI y OVNI, las características OVNI24 Sagan, C. y Page, Th. (1972) UFO’s: A Scientific Debate. Ithaca: Cornell University Press.25 Monnerie, Michel (1977) Et si les OVNIS n’existaient pas? París: Les Humanoides Associés.26 Monnerie, Michel (1979) Le naufrage des extraterrestres. París: Nouvelles Editions Rationalistes.27 Hendry, Allan (1979) The UFO Handbook. New York: Doubleday and Co.24‘sobresaldrían’ del ‘ruido’ OVI. Esto sería verdad si no fuera por el hecho de que los casos OVI no exhiben ca-racterísticas aleatorias en comparación con los informes OVNI” (p. 245). Comprobando la pobrezade la in-formación contenida en los informes de casuística del CUFOS, Hendry previno así al investigador contra eluso indiscriminado de la estadística: “Apenas se ha hecho ningún esfuerzo estadístico en el fenómeno OVNIque no sea problemático en su construcción o interpretación” (p. 268). En sus conclusiones afirma: “Despuésde haber examinado 1.300 informes OVNI de primera mano caso por caso, no estoy más cerca de la natu-raleza de este complejo asunto que cuando empecé (…); aún no puedo hacer una distinción clara entre unfenómeno físico “real” y una compleja falsa percepción, un suceso ECIII (encuentro cercano del tercer tipo,o con seres) “real” y una fantasía sofisticada, un caso de huellas físicas “real” y una falsa asociación de un OVIy un artefacto sin ninguna relación” (p. 283). Y entonces empezó el análisis del testigo.El factor testigo, o el fin de la inmaculada percepciónInterpretaciones de los ovnis desde la psicología cognitivaLos ufólogos habían considerado los casos ovni como si las observaciones hubieran sido registradas cien-tíficamente en un laboratorio, sin pararse a pensar que la información con la que trataban estaba basada entestimonios de personas que habían observado un fenómeno ambiguo, y a veces en un estado emocional al-terado. Habían tomado al pie de la letra las informaciones de los testigos y las habían interpretado a sugusto, sin reparar en que la observación es falible e imprecisa, viene cargada de una interpretación deacuerdo a creencias y conceptos previos, yque puede estar motivada por determinadosintereses. Cuando los investigadores más crí-ticos se plantearon preguntas al respecto, segeneró una corriente psicosociológica quecada vez era menos ufología para adentrarsesimplemente en las ciencias humanas. Desde el punto de vista cognitivo y de lapercepción, se ha explicado el OVNI como unerror perceptivo normal. Esto quiere decirque no es necesario recurrir a teorías de tipopsicopatológico para dar cuenta de él. Una delas primeras aportaciones en este sentido fuela del italiano Paolo Toselli28, quien interpretólos procesos conscientes e inconscientes quellevan al testigo a otorgar a una observaciónOVI (objeto volador identificado) las carac-terísticas del “modelo OVNI”, en una “trans-posición”, o desplazamiento de significado que ocurre “bajo la influencia del folklore y el mito que rodea todoel asunto OVNI”. Esto quiere decir que no es sólo la falsa interpretación de un estímulo, sino una auténtica“proyección” de los conocimientos conscientes o inconscientes del testigo sobre el objeto observado, trans-formándolo a través de una “elaboración proyectiva”. En todo esto juega un papel muy importante, segúnToselli, el esquema mental del testigo, ya que “el OVNI se ha convertido en parte de una mitología tecno-lógica adaptada a satisfacer las necesidades culturales, técnicas, científicas y a menudo religiosas de nues-tra sociedad”.Al mismo tiempo, y al margen del mundo ufológico, se han ido elaborando en las dos últimas décadas es-tudios universitarios de nivel de doctorado que han aportado un conocimiento más amplio sobre los facto-res psicológicos y cognitivos que inciden en el tema de los ovnis. Uno de los más cualificados es la tesisFigura 4Interpretación subjetiva de un estímulo luminoso.(cortesía H. Evans).28 Toselli, Paolo (1982) “Examining the IFO Cases: The Human Factor”. En: Proceedings of the International UPIAR Col-loquium on Human Sciences and UFO Phenomena. Proceedings. Salzburg, 26-29, julio, UPIAR Monograph.Ascenso y caída de los extraterrestres: de los marcianos a la hipótesis psicosociológica25Vida en el Universo. Del Mito a la Cienciadoctoral en psicología de la percepción del francés Manuel Jiménez29, en la que defiende que “un testimo-nio de OVNI es, en la mayor parte de los casos, el resultado de un proceso de falsa interpretación percep-tiva de un suceso conocido” (p. 4), que se suele producir de noche y en entornos aislados, coincidiendo lascaracterísticas de la observación con estímulos vagos y evanescentes, todo ello “compatible con los esque-mas de OVNI”. El testimonio OVNI no es, según Jiménez, ni una ficción ni un rumor, sino un hecho obser-vable, aunque tiene al mismo tiempo una naturaleza social, ya que las opiniones y actitudes de un individuoson modificadas por el conocimiento de las opiniones y actitudes de otros, lo que desde la psicología socialse conoce como la “influencia social” en el testimonio. En la etapa cognitiva de la percepción, el testigobusca identificar el estímulo de acuerdo con un esquema cognitivo previo de lo que es un OVNI, y que hasido proporcionado por los medios de comunicación y por la ciencia-ficción. “Los testigos disponen gene-ralmente de esquemas cognitivos de un OVNI, que comporta características objetivables cualitativas, es-paciales y contextuales” (p. 202). Cuando un testigo utiliza la denominación OVNI para su observación, ellodenota un esquema de creencia previo en este fenómeno y un interés por este tema. Se da así el encuentroentre datos sensoriales débiles y un esquema cognitivo coherente con los datos para construir una repre-sentación nueva del objeto no identificado. Con este mismo énfasis en la normalidad psicológica es comoHilary Evans ha promovido el estudio de los fenómenos anómalos desde el punto de vista de que están ba-sados en estados alterados de consciencia, o, como él prefiere llamarlos, “estados alternos de consciencia”(EAC), término que vendría a conferirles un mayor grado de normalidad30. Según Evans, durante un EAC elindividuo pierde su capacidad normal de distinguir entre lo real y lo que no lo es, y se vuelve sugestionablepor cosas que en otro momento rechazaría. Así sucede en una visión OVNI, que al sujeto le parece real ymantiene esa convicción después de la experiencia. De lo que se trataría es de “una combinación de proce-sos psicológicos e influencias culturales que intervienen entre la percepción y la identificación”31.En un encuentro entre una perspectiva cognitiva y la de la psicopatología, se ha estudiado el efecto de lascreencias previas y del rasgo de la personalidad propensa a la fantasía en los sujetos que informan de expe-riencias ovni. Nicholas Spanos y su equipo32 llevaron a cabo un estudio con individuos que habían tenido dis-tintas experiencias de este tipo, y no encontraron en ellos síntomas de psicopatología, pero sí unageneralizada creencia en la vida extraterrestre. Entre los que habían tenido experiencias ovni más comple-jas aparecía un amplio rango de creencias exóticas y una alta propensión a la fantasía, así es que los inves-tigadores concluyen que “las creencias en visitantes extraterrestres y platillos volantes sirven como plantillacon la que la gente moldea informaciones externas ambiguas, sensaciones físicas difusas e imágenes vívi-das convirtiéndolas en encuentros con extraterrestres que se experimentan como sucesos reales”.Rasgos psicopatológicos en el fenómeno de las abduccionesEn los distintos tests psicológicos que se han llevado a cabo con testigos de ovnis han surgido una seriede rasgos a veces contradictorios, pero que vienen en general a confirmar que las personas que afirmanhaber visto ovnis no sufren de trastornos de la personalidad, aunque en ellos es muy frecuente un alto gradode creencia en extraterrestres. Sin embargo, cuando esos análisis se extienden a los sujetos que relatan ex-periencias ovni más elaboradas, como haber sido secuestrados en el interior de un platillo o haber tenido con-tactos con seres de otros mundos, resulta que la mayoría de esas experiencias habían tenido lugar de noche,y acompañadas de aspectos anómalos tales como perturbaciones del sueño con terrores nocturnos, expe-riencias extracorporales y alucinaciones del tipo de visiones hipnagógicas o hipnopómpicas (que se produ-cen al dormir o al despertar). Como vemos, muchas de estas experiencias están asociadas con el sueño, por29 Jiménez, Manuel (1994)Temoignage d’OVNI et psychologie de la perception. Tesis doctoral. Departamento dePsicología. Université Paul Valery-Montpellier III.30 Evans, Hilary (1989) Alternate States of Conciousness. Wellingborough: Aquarian Press.31 Evans, Hilary (1990) “Aspectos psicológicos de la ufología”. En: Cuadernos de Ufología, 2ª época nº 7.32 Nicholas Spanos, Patricia Cross, Kirby Dickson y Susan DuBreuil (1993) “Close Encounters: An Examination of UFOExperiences”. En: Journal of Abnormal Psychology, nº 102.26lo que un estudio del equipo de Spanos33 con estos sujetos concluyó que las experiencias fueron simple-mente sueños. Por su parte, Susan Blackmore34 ha interpretado los raptos nocturnos por extraterrestrescomo asociados al fenómeno de la parálisis del sueño.Figura 5Representación popular del inicio de una abducciónDesde que, a principios de los sesenta, el matrimonio nortea-mericano Barney y Betty Hill relatara bajo hipnosis haber sidosecuestrados por seres de otros mundos en el interior de un pla-tillo volante35, las llamadas abducciones se han constituido enuno de los rasgos más llamativos de la cultura popular ufológica.La frecuente presencia en los abducidos de síntomas anormales,como alteraciones del sueño, ansiedad o depresiones, ha servidopara que los defensores de la realidad del fenómeno hayan afir-mado que el secuestro sucedió tal como lo han relatado los su-jetos. De esa manera, los síntomas serían los típicos del trastornode estrés postraumático (TEPT), lo que le conferiría al relato ma-yores visos de verosimilitud. La polémica sobre la calificación deesas alteraciones ha sido larga, pero es innegable que el TEPTpuede surgir de experiencias cotidianas, por lo que no parece ne-cesario en absoluto pensar que haya habido un secuestro física-mente real en el interior de una nave extraterrestre.Por otra parte, la validez de la hipnosis como herramienta paraextraer recuerdos ocultos ha sido ampliamente cuestionada porlos especialistas en las últimas décadas, en el sentido de que el relato consiguiente no sería más que unaconfabulación, o recuerdo inventado por el paciente de acuerdo a las expectativas del propio individuo y lasgeneradas por el terapeuta y por el entorno social36. Es decir, que son los pacientes los que aprenden a cons-truirse una identidad “como si” hubieran sido secuestrados por ovnis37.Factores sociales y culturalesComo hemos visto, el esquema mental del testigo incide en cómo se interpreta un acontecimiento externo,pero cuando se trata de percepciones colectivas ha de poder explicarse desde la psicología social cómo seconforma la opinión del grupo. Según Bartholomew y Howard38, en la percepción de estímulos ambiguos secrea la necesidad de definir la situación “dependiendo menos de su propio juicio sobre la validación de larealidad que del juicio de los otros” (p. 58). Estos autores han calificado las oleadas de observaciones ovnicomo una ilusión colectiva, o ilusión de masas, que se caracteriza por ocurrir de forma espontánea. Se hanmanejado otros términos en un intento de explicar el fenómeno a través de etiquetas como contagio33 Nicholas Spanos, Cheryl Burgess y Melissa Burgess (1994) “Past-Life Identities, UFO Abductions, and Satanic RitualAbuse: The Social Construction of Memories”. En: The International Journal of Clinical and Experimental Hypnosis vol.XLII, nº 4, octubre.34 Blackmore, Susan (1998) “Abduction by Aliens or Sleep Paralysis?”. En: Skeptical Inquirer vol. 22, nº 3, mayo/junio.35 Fuller, John (1966) The Interrupted Journey: Two Lost Hours “Aboard a Flying Saucer”. New York: Dial Press, 6.Edición española: (1977) El viaje interrumpido. Barcelona: Plaza y Janés.36 Baker, Robert (1966) Hidden Memories: Voices and Visions from Within. New York: Prometheus Books.37 Spanos, Nicholas (1996) Multiple Identities and False Memories: A Sociocognitive Perspective. Washington: Amer-ican Psychological Association.38 Robert Bartholomew y George Howard (1998) UFOs and Alien Contact. Two Centuries of Mystery. New Yor:Prometheus Books.Ascenso y caída de los extraterrestres: de los marcianos a la hipótesis psicosociológica27Vida en el Universo. Del Mito a la Cienciahistérico, delirio colectivo o pánico social, pero eso sólo no explica los procesos sociales puestos en marcha.Se ha discutido sobre las razones de tipo psicológico, político, económico o social que puedan estar en elorigen de una oleada ovni, intentando hallar la gran respuesta para todas las oleadas históricamenteconocidas. Una de esas grandes teorías intenta explicarlas desde el supuesto de que coinciden con momentosde crisis social; otra asocia las oleadas a los vaivenes de la política norteamericana y a la guerra fría; y otraslas ven como la respuesta mágica a una supuesta crisis de valores. En unos casos, en fin, elaboracionesetnocéntricas desde las anteojeras del centro del imperio, que desconoce lo que sucede más allá de RíoGrande, y en otros, tópicos manidos con poca base. El hecho es que nadie ha dado hasta ahora con unaexplicación que abarque por completo esta clase de fenómeno social. Tal vez sea porque esa explicación,simplemente, no existe. Habría que pensar, más bien, en un complejo multicausal, en el que diversos actores y factores intervie-nen para que un determinado tema se convierta de repente en un problema social. Los actores los conoce-mos: son los ufólogos, periodistas y divulgadores haciéndose oír a través del eco que les proporcionan losmedios de comunicación y los modernos sistemas de difusión; los factores son más difíciles de identificar yde precisar su influencia exacta. En los años sesenta el factor principal para que los platillos volantes se con-virtieran en un fenómeno popular fue la carrera espacial y la expectativa por la conquista del cosmos, quenos volvía en forma de visitantes del espacio. Otros factores que han intervenido para generar el interés enlos ovnis y las oleadas de avistamientos han sido el despertar de las paraciencias y la pasión por la cienciaficción, además de alguna película de éxito, como fue en su época Encuentros en la tercera fase. En todoslos casos, ese proceso de conversión del tema ovni en un problema de interés social se desarrolló medianteun proceso en el que jugaron un papel fundamental los medios de comunicación de masas, como pudo verHerbert Strentz en la primera tesis doctoral que se realizó sobre la información de prensa relacionada conlos platillos volantes39. Son los medios de comunicación los que convierten un testimonio ovni en un re-portaje espectacular que excita la imaginación popular, que motiva a otras personas que han tenido expe-riencias similares a informar a su vez a los periodistas, generando una espiral informativa que es lo quehemos dado en llamar “oleadas” de ovnis, y que no son más que una respuesta a una demanda de informa-ción creciente.Los extraterrestres, un mito de nuestro tiempoDesde el estallido del fenómeno de los platillos volantes en 1947, numerosos intelectuales se sintieron in-trigados por las implicaciones de todo orden que creían ver en el asunto, como si, más que artefactos tec-nológicos, los platillos consistieran en señales de transformación de nuestra cultura. Los psiquiatrasrecurrieron al catálogo de patologías sociales, y los sociólogos quisieron ver en ello una expresión de la ide-ología dominante. Por poner un ejemplo, en 1957 el semiólogo Roland Barthes interpretó a los platillos vo-lantes en su célebre ensayo Mitologías40 como el resultado de un “antropomorfismo estrecho”, en el sentidode que en la idea de los marcianos veía reflejada la impotencia para imaginar lo otro. Lo que se producía,desde su punto de vista, era un desplazamiento mítico de la disputa Unión Soviética-Estados Unidos haciauna mirada celeste. Ya vimos antes cómo por la misma época el psicólogo Jung llegaba a una teoría seme-jante.Los clérigos y teólogos buscaron encajar la presencia de los visitantes de otros mundos en el esquemadela creación, mientras que los sociólogos y antropólogos han contemplado el tema de los platillos volantescomo una creencia religiosa y un mito. El filósofo español Gustavo Bueno ha interpretado la aparición dela imagen del extraterrestre como la refluencia de los démones en momentos en que se cuartea el antro-39 Strenz, Herber (1970) A Survey of Press Coverage of Unidentified Flying Objects, 1947-1966. Tesis doctoral enperiodismo. Evanston, Illinois: Northwestern University.40 Barthes, Roland (1983) Mitologías. Madrid: Siglo XXI.41 Bueno, Gustavo (1985) El animal divino. Oviedo: Pentalfa Ediciones.28pocentrismo cristiano41. Para Jean-Bruno Renard42, la creencia en extraterrestres es la respuesta materialistaa la angustia que nace ante la soledad del ateísmo con motivo del paso a una concepción racionalista y cien-tífica del universo. Esta dimensión religiosa de la creencia en extraterrestres es bien evidente para Renarden los grupos de culto ovni, en los que se encuentran rasgos mesiánicos y milenaristas. Michel Meurger43 seha interesado por el contexto cultural en que el fenómeno se produce, pues en la figura del platillo volante“…confluyen las utopías aeronáutica y astronáutica largamente maduradas en la cultura americana” (p. 7),ya que en la visión contemporánea del mundo ocupan un lugar preponderante la ciencia y la técnica. “Má-quina volante omnipotente, visitantes del espacio exterior, comunicaciones interplanetarias y amenazaaérea, todas estas ideas encuentran su lugar en el conjunto de significaciones ligadas por el término ‘plati-llos volantes’” (p. 13).EpílogoÉstos han sido algunos de los momentos destacados en la evolución de la idea del ovni, desde que naciócomo un invento secreto de una de las grandes potencias, convirtiéndose enseguida en el prototipo de la tec-nología imaginada de otras civilizaciones más avanzadas del cosmos, hasta su desmitificación como el sueñode una generación movida por el anhelo de conquista y expansión universal. La perspectiva de más de mediosiglo de existencia del fenómeno social de los ovnis nos ha permitido situarlo como lo que de verdad repre-senta en el marco de los valores contemporáneos, es decir, como una materialización del ideal de la evolu-ción intelectual y moral, del desarrollo tecnológico y material y del dominio sobre la naturaleza. Es así quevemos en los ovnis la materialización de un mito moderno que resume y explica nuestra visión del mundodesde la perspectiva de la cultura del progreso.Los ufólogos, ahora lo vemos, han representado el papel de los escritores de libros de caballerías, de losviajeros que encontraban a los monstruos y a los antípodas, de los escolásticos que creaban jerarquías ce-lestiales, de los cazadores de brujas y de los ilustrados que imaginaban otros mundos habitados. Siempre enesos otros mundos, fueran distantes en el espacio o en lo sobrenatural, se ha reflejado al otro como si es-tuviéramos mirando en un espejo deformado a nuestro propio ser y nos espantáramos ante la magnifica-ción de nuestros delirios de grandeza.Mientras nuestra civilización siga mirando al cosmos como una frontera por conquistar, seguiremos po-blando los astros con los monstruos y los dioses de nuestra imaginación, y ellos vendrán en sus naves deacuerdo a nuestro concepto de la más avanzada tecnología. Pero esos extraterrestres ya no nos pillan taningenuos. Quien haya recorrido el círculo completo de esta historia habrá reconocido en la imagen de esosextraterrestres nuestros propios modos de pensar y no los de una supuesta inteligencia exterior. Algunos des-encantados de los ovnis se han sentido defraudados ante un universo despoblado de seres superiores quenos acompañen. Sin embargo, existan o no esos seres, hay que reconocer que el mito de los extraterrestresy sus naves, la creatividad humana, en suma, no desmerece en nada a la fascinación que un día sentimos pen-sando que nos visitaban desde el espacio exterior.BibliografíaPara los interesados en ampliar su información sobre esta historia de la hipótesis extraterrestre y suscontrapropuestas, se proporciona a continuación una bibliografía actualmente accesible donde serecogen distintos enfoques de la historia del tema ovni, o bien análisis generales de los aspectos aquítratados:42 Renard, Jean-Bruno (1988) Les extraterrestres. Une nouvelle croyance religieuse? Cerf/Fides.43 Meurger, Michel (1995) “Alien Abduction. L’enlèvement extraterrestre de la fiction àla croyance”. En: Scientifictions,1, vol. 1.Ascenso y caída de los extraterrestres: de los marcianos a la hipótesis psicosociológica29Vida en el Universo. Del Mito a la CienciaBartholomew, Robert y Howard, George (1998) UFOs and Alien Contact. Two Centuries of Mystery. NewYork: Prometheus Books.Cabria, Ignacio (1993) Entre ufólogos, creyentes y contactados. Una historia social de los ovnis en España.Santander: Cuadernos de Ufología._____ (2002) Ovnis y ciencias humanas. Santander: Fundación Anomalía.Devereux, Paul y Brookesmith, Peter (1997) UFOs and Ufology: The First 50 Years. Londres: Blanford.Evans, Hilary y Spencer, John (compiladores) (1997) UFOs 1947-1997. From Arnold to the Abductees:Fifty Years of Flying Saucers. Londres: Fortean Times.VV.AA, Morey, M. (ed.) (1997) Diccionario temático de ufología. Santander: Fundación Anomalía.Lewis, James R. (compilador) (1995) The Gods Have Landed. New Religions from Other Worlds. NuevaYork: State University of New York Press.Peebles, Curtis (1994/1995) Watch the Skies: A Chronicle of the Flying Saucer Myth. New York: Smith-sonian Institution Press, Washintong, 1994, y New York: Berkley Book.Pinvidic, Thierry (compilador) (1993) OVNI. Vers une anthropologie d’un mythe contemporaine. París:Editions Heimdal.▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼30Españoles a la caza de marcianosLuis Alfonso Gámez DomínguezMuchos españoles están convencidos de que los extraterrestres nos visitan desde hace décadas,cuando no siglos. Son los creyentes en los platillos volantes. Mientras los astrobiólogos pruebanen el río Tinto (Huelva) estrategias para la búsqueda de vida microbiana en Marte, ellos miranal cielo con la esperanza de ver la nave de ET. Su número exacto se desconoce, pero podrían superar el 30%de la población, a tenor de encuestas hechas en países de nuestro entorno cultural. Se trata de personas quedevoran revistas y libros en los que se mantiene que los alienígenas secuestran humanos para hacerles todotipo de perrerías, que los gobiernos de medio mundo ocultan secretos que únicamente Fox Mulder ha lle-gado a intuir y que una gran parte de los avances tecnológi-cos deriva del estudio de los restos de platillos volantesaccidentados. Detrás de cada una de esas excentricidades hayun individuo sin escrúpulos que ha encontrado en la creduli-dad popular un rentable filón y a quien la verdad jamás es-tropea una historia. Este tipo de personajes forma el núcleoduro de la ufología española del tercer milenio, de la que sehan retirado casi todos los que en algún momento se vieronatraídos por el fenómeno ovni por una curiosidad sincera.Hoy, a bordo de los platillos volantes únicamente viajan ennuestro país los vendedores de misterios; pero no siempre fueasí. La ufología española nació tres años después de la obser-vación de Kenneth Arnold, que a los mandos de su avionetavio en junio de 1947 nueve objetos no identificados cerca delmonte Rainier, en el estado de Washington, marcando el ini-cio de la era de los ovnis. El gallego Óscar Rey Brea dio en1950 con su solución al enigma: los misteriosos objetos pro-cedían de Marte. Doce años después de la llegada de los mar-cianos a Estados Unidos de la mano de la radio, Orson Wellesy La guerra de los mundos, el joven ufólogo se contagió deuna obsesión por el planeta rojo que marcaría el quehacer delos pioneros de la ufología española. Marte cautivó tambiénal cántabro Manuel Pedrajo, quien en 1954 escribió Los plati-llos volantes y la evidencia,el primer libro español sobre eltema: creía que los tripulantes de los ovnis eran marcianosque habían sobrevivido al deterioro climático de su mundo.Rey Brea se sintió atraído por los platillos volantes “antes incluso de que existieran”, ya que observó unovni en la Unión Soviética en 19431 . Y anunció en 1954 que había descubierto una correlación entre lasapariciones de ovnis y las épocas de mayor proximidad de Marte y la Tierra. Esta teoría, conocida como delciclo bienal marciano, fue desarrollada por Rey Brea en artículos periodísticos y por Eduardo Buelta enAstronaves sobre la Tierra, un opúsculo de 28 páginas publicado en 1955. Años después, la idea fue asumidapor Antonio Ribera, el más importante y respetado de los pioneros de la ufología ibérica. Rey Brea y BueltaFigura 1El ufólogo cántabro Manuel Pedrajo. Autor de Los Platillos Volantes y la Evidencia1 Cabria, Ignacio (1993) Entre ufólogos, creyentes y contactados. Una historia social de los ovnis en España. Santan-der: Cuadernos de Ufología, pp. 28-9.31creían que los habitantes del planeta rojo viajaban a la Tierra cuando ambos mundos se encontraban máspróximos, algo que sucede cada veintiséis meses y que la NASA aprovecha para lanzar robots exploradoreshacia Marte. Buelta mantenía que las oleadas de observaciones de ovnis se desplazaban hacia el Este y respondían a unplan marciano de exploración con final a plazo fijo. “Intransigente en lo concerniente a sus teorías”2 , vio en1961 cómo su hipótesis se derrumbaba al haber anunciado la última oleada de ovnis para mayo de ese año,ya que entonces iba a acabar el programa de exploración de los marcianos. Rey Brea tuvo, por su parte, queadmitir en 1953 que se había confundido al predecir un aumento en las apariciones de platillos volantes porla proximidad de Marte y la Tierra, aunque mantuvo la validez de su teoría hasta su muerte en 1973. El individualismo de los pionerosLa primera organización dedicada la in-vestigación ufológica nació en 1958 enBarcelona. El germen del Centro de Estu-dios Interplanetarios (CEI)3 lo formabanBuelta, Ribera y el periodista Màrius Lle-get. Los tres estaban convencidos del ori-gen extraterrestre de los platillosvolantes, aunque, mientras los dos pri-meros abogaban por Marte como planetade los alienígenas, Lleget creía que veníande fuera del Sistema Solar. En 1961, Ri-bera publicó el primer bestseller de la his-toria de la ufología española, Objetosdesconocidos en el cielo. El libro era unrefrito de clásicos estadounidenses y fran-ceses, y fue el embrión de El gran enigmade los platillos volantes, la obra más im-portante del ufólogo catalán.“El enfoque de estos primeros ufólogosnacionales era primordialmente de índole autodidacta o in-dividualista, tendiendo más a la satisfacción de su curiosidadintelectual hacia el enigma ovni que a hacer un análisis de conjunto del fenómeno”, según Vicente-Juan Ba-llester, veterano estudioso de los ovnis4 . Asumían los hechos como auténticos, fuese cual fuese la fuente in-formativa, y los divulgaban. Las obras de Ribera son un fiel reflejo de la historia de la ufología. Su lecturasirve para comprender por qué el edificio platillista se ha venido abajo: los cimientos de la disciplina no seasentaban sobre hechos misteriosos, sino simplemente sobre sucesos mal investigados o tergiversados. A lolargo de su carrera, Ribera otorgó credibilidad a los secuestros por parte de extraterrestres de Betty y Bar-ney Hill, Travis Walton y Próspera Muñoz, así como a misterios prefabricados como el del triángulo de lasBermudas.El individualismo y una naciente rivalidad entre Buelta, Ribera y Lleget hicieron que el CEI cayera en le-targo en marzo de 1962. Aunque la teoría marciana se había convertido en agua de borrajas un año antes,Vida en el Universo. Del Mito a la CienciaFigura 2Antonio Ribera y Vicente-Juan Ballester Olmos2 Cabria, Ignacio (1993), op. cit., pág. 22.3 Centro de Estudios Interplanetarios (CEI); c/ Bruc 88, 6º 13ª; 08009 Barcelona. En Internet:<http://www.ctv.es/USERS/netcei>.4 Ballester, Vicente-Juan (1978) Ovnis: el fenómeno aterrizaje. Prologado por Jacques Vallée. Barcelona: EditorialPlaza & Janés (Col. “Otros Mundos”), pág. 183.32había durado bastante más que la primera asociación ufológica española. Desde entonces, las agrupacionesplatillistas han nacido y muerto por cientos, creadas en la mayoría de los casos por jóvenes adolescentes que,armados con un lápiz, un cuaderno de notas y una máquina de fotos, se lanzaban al mundo dispuestos a re-solver lo que la revista Mundo Desconocido llamó en los años setenta “el enigma número uno de la cienciamoderna”.Aquellos chalados y sus amigos ummitasLos extraterrestres del planeta Ummo llegaron a la Tierra en marzo de 1950. Eso mantuvo hasta su muerteen 1982 Fernando Sesma, que recogió en España el testigo del estadounidense George Adamski, quien fo-tografiaba tapas de aspiradora y las presentaba como naves de Venus. Sobre el contactado español, sólocabe decir que o era un chalado o un incauto.Sesma creó en 1954 la Sociedadde Amigos de los Visitantes del Es-pacio BURU, bajo el lema de “cre-érselo todo mientras no sedemuestre lo contrario”5. Losmiembros de la agrupación se reu-nían en La Ballena Alegre, el só-tano del madrileño café Lyon. En1962, Sesma anunció que le habíallamado por teléfono Saliano, unextraterrestre del paradisíaco pla-neta Auco que a partir de ese mo-mento estableció una fluidacomunicación escrita con los inte-grantes de la tertulia. Las comuni-caciones del alienígena le abrieronal contactado las puertas de la te-levisión, y el club ufológico de LaBallena Alegre atrajo a multitud decuriosos, bromistas y periodistas.La bomba estalló en 1966 después de que alguien no iden-tificado avisó por teléfono a Sesma de que iba a recibir men-sajes extraterrestres de diferente origen. Desde esemomento, el contactado fue el destinatario de cientos de in-formes redactados por seres del planeta Ummo, que leía en las reuniones semanales de los seguidores de losplatillos volantes. “Ya no eran las sentencias de Saliano, repletas de memeces, sino documentos de un apa-rente alto nivel científico, técnico y filosófico”, apunta Ignacio Cabria, el antropólogo historiador de la ufo-logía española6 . Los autores de los informes aseguraban que apenas se diferenciaban físicamente de loshumanos: eran de apariencia nórdica, pero sufrían de atrofia de los órganos de fonación y tenían capacidaddermoóptica7 en manos y muñecas. Las mentes simples que se daban cita alrededor de Sesma debieron res-pirar más tranquilas cuando los extraterrestres se declararon creyentes en la divinidad (woa). La confirmación de la presencia ummita en la Tierra tuvo lugar en forma de aparición de portentosa naveEspañoles a la caza de marcianos5 Cabria, Ignacio (1988) “Sesma, Saliano, Ummo y La Ballena Alegre. Una historia del contactismo español”. En:Cuadernos de Ufología, Santander, nº 3 - 2ª Época, septiembre, 34-66.6 Cabria, Ignacio (1993), op. cit., pág. 42.7 Presunta capacidad paranormal que consiste en ver a través de la piel.Figura 3José María Casas Huguet, presidente del CEI yFernando Sesma Manzano, en el programa de TVE“La Clave” en 1976.33extraterrestre en el barrio madrileño de San José de Valderas. El 2 de junio de 1967, el diario Informaciones pu-blicaba los testimonios de decenas de personas que habían visto un ovni con el símbolo ummita –una hachebarrada- y parte de las dos series fotográficas que habían inmortalizado la escena. El avistamiento de San Joséde Valderas fue la gota que colmó el vaso del fraude de Ummo. El suceso, sobre el que Ribera y Rafael Farriolsescribieron un libro titulado Un caso perfecto (1973), fue un montaje orquestado por José Luis Jordán Peña,como todos los informes ummitas. Los análisis de las fotografías demostraron que la nave interplanetaria deSan José de Valderas era un plato de plástico suspendido de un hilo8 y nadie,excepto Jordán Peña, fue capazde hablar con los testigos. Aunque ufólogos como Ribera acostumbraban a deshacerse en elogios al referirsea todo papel con la hache barrada ummita, lo cierto es que los documentos consistían en jerga pseudocientí-fica aderezada con palabras como ibozoo uu o uyooaladaa. Estos puntos flacos fueron sistemáticamente ig-norados por los apóstoles de la ufología de feria durante más de un cuarto de siglo. El cuento se acabó cuandoJordán Peña confesó en 1993 la autoría de todo el engaño, incluidos los famosos informes9 .La Universidad llega a los ovnisLa segunda mitad de los años sesenta supuso un vuelco en la ufología ibérica. Una nueva generación deestudiosos se reunió en torno a dos asociaciones: el santanderino Centro Investigador de Objetos VolantesExtraterrestres (CIOVE), fundado por Julio Arcas en 1967, y el revitalizado Centro de Estudios Interplane-tarios (CEI). Los nombres de ambos grupos revelaban la fe extraterrestre que profesaba la mayoría de susmiembros, una fe que revestían de ciencia.Algunos de los jóvenes universitarios que se incorporaron al estudio del fenómeno intentaron aplicar elmétodo científico a la investigación de los ovnis. Alejados de la locura extraterrestre de Sesma, entraron enescena Félix Ares, Vicente-Juan Ballester Olmos y David Gustavo López, entre otros. Siguió habiendo ilu-minados y charlatanes; pero fueron el trabajo y el entusiasmo de estos estudiosos los que establecieronpara siempre la diferencia entre una ufología seria y otra de feria.Ballester, el más internacional de los expertos españoles, comenzó en 1969 a trabajar en la depuración delas observaciones de ovnis a baja altura. Desde entonces, se ha dedicado a reexaminar cientos de casos, di-rectamente o a través de corresponsales, y ha demostrado que las apariciones no explicadas tienen su ori-gen, la mayoría de las veces, en investigaciones poco rigurosas. Cinco libros y decenas de artículos han hechodel estudioso valenciano el baluarte de la llamada ufología científica y el enemigo número uno -escépticos,aparte- de Juan José Benítez, el autor sensacionalista por excelencia. Y es que Ballester ha dicho alto y claroque “el conjunto de incidentes ovni auténticos no se distingue de los que se encuentran en los ficheros decasos explicados, lo que indica que ambos grupos tienen una naturaleza similar”10 . Es decir, que no hay unnuevo fenómeno detrás de los ovnis.Ares y López fueron los primeros en plantearse, dentro del movimiento ovni, la inexistencia de los plati-llos volantes. Su Estudio de la oleada 1968-69 fue el primer trabajo en el que, después del análisis estadís-tico de 400 casos, se consideró la posibilidad de que el fenómeno tuviera una base puramente sociológica11. Para Ignacio Cabria, “el Estudio de la oleada 1968-1969 se mantiene aún hoy como un ensayo serio e im-portante, más aún considerado el momento en que se produjo, pues de una manera original avanzaba todauna serie de cuestiones sobre las que los ufólogos han trabajado con posterioridad”12 .Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia8 Spaulding, William; y Adrian, Fred (1978) “Análisis por computador de las fotos de San José de Valderas”. En: Va-rios Autores (1978) Los ovnis en España. Selección de Stendek II. Barcelona: Editorial 71/2 (Col. “Sí: Están”), pp. 251-254.9 Jordán Peña, José Luis (1993) “Ummo: otro mito que hace 'crash'”. En: La Alternativa Racional, Zaragoza, nº 29(Verano), 18-21.10 Ballester, Vicente-Juan (2000) “Ovnis. El enigma que nunca existió”. En: Muy Especial, Madrid, nº 45 (enero-fe-brero), pág. 32.11 Ares, Félix; y López, David Gustavo (1970-1971) Estudio de la oleada 1968-1969. Madrid: Eridani AEC + CEI Ma-drid, 274 páginas.12 Cabria, Ignacio (1993), op. cit., pág. 85.34Años después, Ares y López, que colaboraron con Ballester en la depuración de casuística, se apartaron delmovimiento platillista. Ya en 1969, el primero se atrevió a minar las bases del credo ovni. En una reunióncon los patriarcas del movimiento, osó decir que los mitos de la antigüedad no eran de origen extraterres-tre, sino que los ovnis eran un puro mito, una adaptación de los sentimientos religiosos a la era tecnológica.El escándalo fue mayúsculo. Ares fue, a mediados de los años ochenta, uno de los impulsores del movi-miento escéptico español, al participar en la creación de lo que hoy es ARP-Sociedad para el Avance del Pen-samiento Crítico13 .La década se cerró con la llegada del hombre a la Luna y un vano intento por formar un Equipo Nacionalde Investigadores (ENI). Los selenitas no existían y los ufólogos ibéricos, como sus colegas del resto delmundo, prefirieron convertir España en un reino de taifas a trabajar juntos en la investigación del enigmaque les apasionaba.La consagración de la ufología de feriaLa aparición en el mercado deStendek -la revista del resucitadoCEI- en 1970 y de Karma.7 dos añosdespués marcó el inicio de una di-visión en el seno de la ufología.Stendek intentaba aglutinar a losrepresentantes de la ufología seriasin hacer concesiones al sensacio-nalismo; aunque, todo hay que de-cirlo, daba una de cal y otra dearena. Karma.7 nacía con el obje-tivo de explotar el negocio de loparanormal y fue, desde el princi-pio, una publicación delirante.Los años setenta fueron la década de la ufología de feria. Vieron la luz, y desaparecieron, publicacionescomo Mundo Desconocido, Contactos Extraterrestres, Paraciencias, Hipergea... La tríada de estrellas de laufología espectáculo estaba formada por Antonio José Alés, en la radio; Juan José Benítez, en la prensa, yFernando Jiménez del Oso, en la televisión. Programas como Más Allá y Medianoche -en Televisión Espa-ñola (TVE) y la Cadena SER, respectivamente- fueron los púlpitos de los nuevos profetas de la religión ex-traterrestre. Amigos entre sí, aunque con ocasionales disputas, Alés perseguía a los ovnis armado con sucámara fotográfica y organizaba alertas ovni -noches en las que sus oyentes salían al campo a buscar navesalienígenas en el cielo-, mientras que Benítez y Jiménez del Oso manifestaban públicamente sus deseos deencontrarse con los marcianos cara a cara.Al mismo tiempo, los integrantes del CEI intentaban elevar la ufología al rango de ciencia, algo que eltiempo ha revelado imposible. Además de al carácter inaprensible de los ovnis, los ufólogos serios tenían quehacer frente al sensacionalismo de Alés, Benítez y Jiménez del Oso, entre otros. “En los últimos años -escri-bía la ufóloga María del Carmen Tamayo en Stendek en 1979-, han surgido por todas partes una serie de ex-pertos en ovnis que son desconocidos para casi todos los que se dedican con mayor o menor interés a estetema, y que muestran una especial complacencia por aparecer en los periódicos”14 .La ruptura definitiva entre los dos colectivos de ufólogos ocurrió al final de la década. Las críticas de DavidEspañoles a la caza de marcianos13 ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico; Apartado de Correos 310 - 08860, Castelldefels, Barcelona. EnInternet: <http://www.arp-sapc.org>.14 Tamayo, María del Carmen (1979) “Investigadores de campo y expertos”. En: Stendek, Barcelona, nº 37, septiembre, 1.35Gustavo López a los congresos organizados para mayor gloria de los charlatanes de turno pusieron al CEIen el ojo del huracán, y los ataques contra la institución fueron desde entonces habituales en las revistas eso-téricas y los programas de radio. Benítez acuñó entonces la denominación de ufólogos de salón para refe-rirse a todos los que no compartían sus ideas, y no faltaron quienes acusaron a Ballester y sus colegas de estara sueldo de la CIA.La experiencia por kilómetrosRibera había publicado media docena de libros sobre platillos volantes cuando fue a entrevistarle un jovenperiodista de La Gaceta del Norte, Juan José Benítez. Aquel encuentro supuso un punto y aparte en la tra-yectoria del reportero, que vio en los ovnis el filón que le iba a permitir cobrar notoriedady ganar un dineroimpensable para un periodista de provincias. La oportunidad surgió en 1974 en forma de viaje a Sudaméricapara informar a los lectores del diario bilbaíno de las andanzas de los miembros del Instituto Peruano de Re-laciones Interplanetarias (IPRI), un grupo que decía mantener contacto con seres de otros mundos. En tie-rras americanas, Benítez se cayó delcaballo de la incredulidad después de verel 7 de septiembre -día de su cumpleaños-dos supuestas naves de Ganímedes en eldesierto peruano. “Y un profundo miedoy una profunda alegría y una profundaangustia llenaron todo mi ser”, recorda-ría después el reportero en su libro Ovnis:SOS a la Humanidad (1975)15 .La carrera ufológica del periodista na-varro despegó definitivamente en 1976cuando el general Felipe Galarza, jefe delEstado Mayor del Ejército del Aire, le en-tregó unos documentos reservados sobreavistamientos de ovnis. Benítez publicólos informes en el libro Ovnis: documen-tos oficiales del Gobierno español, que fue un éxito de ven-tas. A partir de ese momento, Benítez se dedicó a escribir,con un estilo novelado, libros sobre casos que sólo él conoce.El reportero casi nunca cuestiona la verosimilitud de un suceso, por sorprendente que sea, y así confundeun misil con una nave extraterrestre, el canto de un sapo con el ruido de un platillo volante y las luces deun coche con un ingenio alienígena. A finales de los años setenta, una familia vio, desde su casa en el barrio bilbaíno de Zurbarán, una extrañaluz en el cielo nocturno y grabó el sonido que presuntamente emitía. Poco después, cuando el caso llegó aconocimiento de Benítez, el ufólogo defendió el origen extraterrestre del fenómeno. Sin embargo, un es-tudio hecho por Félix Ares, Pedro Javier Gómez, Jesús Martínez y el autor demostró, sin lugar a dudas, queluz era el reflejo en el cielo de la descarga de una colada de hierro en una fundición próxima a la casa de lostestigos y que el extraño sonido correspondía al canto de un sapo partero, animal del que había numerososejemplares en las charcas del barrio16 . Benítez nunca escribió el libro que prometió sobre el suceso, peropronto tuvo oportunidad de desquitarse. Vida en el Universo. Del Mito a la CienciaFigura 4Antonio Pelegrí, MªCarmen Tamayo y AntonioRibera en el “40 Aniversario” del CEI, en 1998.15 Benítez, Juan José (1975) Ovnis: SOS a la Humanidad. La insólita experiencia de un periodista español en Perú.Barcelona: Editorial Plaza & Janés (Col. “Otros Mundos”), pág. 232.16 Ares, Félix; Gámez, Luis Alfonso; y Marínez, Jesús (1988) “El caso del portentoso sapo partero extraterrestre”. En:La Alternativa Racional (Bilbao), nº 9 (mayo), 5-14. Puede leerse en Internet en: <http://socios.arp-sapc.org/publica-ciones/lar9.html>.36Uno de los ovnis más espectaculares de la historia de la ufología española brilló en el cielo del archipié-lago canario al anochecer del 5 de marzo de 1979. Aunque desde el principio hubo ufólogos -incluido, An-tonio Ribera- que sostuvieron que el fenómeno luminoso era consecuencia del lanzamiento de misiles desdeun submarino, el periodista navarro y sus seguidores apostaron por que había sido una nave extraterrestre.Pasaron más de veinte años hasta que dos concienzudos estudiosos, Vicente-Juan Ballester y Ricardo Campo,dejaron claro que el fenómeno de Canarias se debió al lanzamiento de varios misiles Poseidon desde un sub-marino estadounidense que se encontraba a cientos de kilómetros al oeste de las islas. Entre las pruebas, ob-tuvieron las horas a las que fueron lanzados aquel día varios misiles desde un sumergible estadounidense queestaba cerca del archipiélago17 .Benítez es, posiblemente, la fuente de información ufológica menos fiable desde Sesma y, consciente deello, evita sistemáticamente todo debate público con escépticos. No en vano, cuando Ares organizó hace uncuarto de siglo un experimento para comprobar si las observaciones de ovnis podían ser inducidas por losmedios de comunicación, el autor de Caballo de Troya dio un soberbio patinazo.Un equipo de ufólogos guipuzcoanos demostró en 1979 la tendencia de la gente a ver en el cielo cosas sor-prendentes y la de Benítez a entrevistar a testigos inexistentes18. La iniciativa fue bautizada como proyectoIván, por el nombre de la cafetería donde se planeó el experimento, que requirió de una campaña previa de mo-tivación y sensibilización a través de la prensa. El 4 de enero de 1979, los experimentadores crearon un falso ovnicon un juego de luces y flashes en lo alto de un monte próximo a Irún. El resultado fue sorprendente: la gentevio un objeto que volaba a gran velocidad y algunos testigos hasta cómo aterrizaba. Benítez investigó el sucesoy concluyó que aquel día varios ovnis “-silenciosos, luminosos y veloces como el viento- fueron observados porlos testigos desde las Peñas de Aya, desde el faro de Fuenterrabía y desde la plaza de San Juan de Irún, así comodesde otras zonas de la población y alrededores. Fue toda una oleada ovni”19 . Más recientemente, en uno de losepisodios de su serie Planeta encantado, emitida por TVE en 2003 y 2004, presentó un montaje hecho por lafirma de animación Dibulitoon Studio SL, de Irún, como si se tratara de una filmación rodada en la Luna en1969. En las imágenes se ve a dos astronautas -supuestamente, Neil Armstrong y Buzz Aldrin, tripulantes delApollo 11- explorar una base alienígena de miles de años de antigüedad.Por desgracia, la más reciente generación de ufólogos españoles ha tomado como maestro a Benítez, unpersonaje que mide la experiencia por kilómetros y que se alejó de los ovnis durante el bajón de aparicionesde los años ochenta para dedicar su atención a lucrativos campos como el sudario de Turín y la teologíalight de la serie Caballo de Troya.La sequía de la época socialistaLa citada y sorprendente visión de un “ovni” en Canarias en marzo de 1979 y la observación de un platillovolante por parte del pasaje de un vuelo comercial en noviembre del mismo año parecían augurar un resurgirde los extraterrestres en los años ochenta. Ocho meses habían pasado desde el incidente de Canarias, cuandolos platillos volantes volvieron a las primeras páginas de los periódicos y a los informativos de radio y tele-visión. No era para menos. La tripulación de un avión de la compañía TAE, que el 11 de noviembre volabade Ibiza a Las Palmas de Gran Canaria, tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto valen-ciano de Manises después de un encuentro con una extraña luz; un caza llegó a despegar para interceptarEspañoles a la caza de marcianos17 Ballester, Vicente Juan; y Campo, Ricardo (2001) “¡Identificados! Los ovnis de Canarias fueron misiles Poseidón”. En:Revista de Aeronáutica y Astronáutica, nº 701, Madrid, marzo, 200-207. Puede leerse en Internet en: <http://www.ano-malia.org/misiles.htm>.18 Colectivo Iván (1980) “Proyecto Iván”. En: Stendek, Barcelona, nº 39, Marzo, 38-43. Recientemente, Félix Ares re-cuperó este texto y le añadió un breve comentario introductorio. Puede leerse en <http://digital.el-esceptico.org/leer.php?id=1272&autor=23&tema=25>. Además, Jesús María Landart, uno de los participantes, hapublicado su versión en Tío Petros, su web: <http://blogia.com/tiopetrus/index.php?idarticulo=200502121>.19 Varios Autores (1980) El mundo de los ovnis. Madrid: Ediciones Riego, 2 volúmenes, pág. 3.20 Fernández Peris, Juan Antonio (2000) El expediente Manises. Prologado por Vicente-Juan Ballester Olmos. San-tander: Fundación Anomalía (Col. “Biblioteca Camille Flammarion”), nº 1), 220 páginas.21 Alternativa Racional para la Investigación del Fenómeno Ovni (ARIFO) estaba formada por Félix Ares, JuanMarcos Gascón, Jesús Martínez, Luis Miguel Ortega, Gabriel Naranjo, Francisco Javier Pereda, José Antonio Sán-chez y el autor.22 Fundación Anomalía; Apartado de Correos 5.041; 39080 Santander. Teléfono: 942 313 208. En Internet:<http://www.anomalia.org>.23 Véase Campo, R., Conspiraciones yencubrimientos: el mito autoprotector, en este mismo volumen.37al ovni. El caso Manises permaneció durante más de veinte años rodeado de un halo de misterio -propiciadopor autores como Benítez- hasta que el ufólogo valenciano Juan Antonio Fernández Peris explicó que la luzera en realidad de la refinería del valle de Escombreras, en Cartagena, y que el comandante Lerdo de Tejadaerró al interpretarla como un tráfico en rumbo colisión; que las estrellas y la autosugestión confundierontanto a los presentes en el aeropuerto de Manises como al piloto del caza, cuyo aparato sufrió contramedi-das por parte de un navío militar norteamericano; y que nadie detectó nada en el radar, exceptuando ecosfalsos20 . Estos dos impresionantes casos no fueron, sin embargo, sufi-ciente para que la ufología cobrara un nuevo auge. Stendek yMundo Desconocido desaparecieron en diciembre de 1981 y no-viembre de 1982, respectivamente, y la década de los añosochenta estuvo marcada por una sequía ufológica sin preceden-tes, que sin duda influyó en el modo de pensar de los jóvenesque se habían sumado al movimiento platillista en la segundamitad de los años setenta.Los miembros de la tercera generación de ufólogos -ManuelBorraz, Ignacio Cabria, Ricardo Campo, Juan Antonio Fernán-dez, Juan Marcos Gascón, Luis R. González, Joan Plana y elautor, entre otros- colaboraban con Ballester en la criba de casosantiguos e intentaban seguir la estela de los jóvenes de 1968;pero necesitaban una revista para informar de sus investigacio-nes e intercambiar ideas. La preservación de la llama ufológicafue obra del sevillano José Ruesga, que en enero de 1983 publicóel primer número de Cuadernos de Ufología (CdU). El nuevo bo-letín se convirtió pronto en el foro de debate de los represen-tantes de la ufología seria y fue en sus páginas donde comenzóa gestarse el movimiento escéptico español. Ocho colaboradoresde CdU se unieron en 1985 en un grupo informal llamado Alter-nativa Racional para la Investigación del Fenómeno Ovni(ARIFO), como reacción ante el hecho de que el boletín habíaempezado a incluir en sus páginas historias de secuestros ex-traterrestres y otros hechos increíbles21. En los años noventa, Cuadernos de Ufología se convirtió en la revista de la Fundación Anomalía22 . Li-derada por Arcas, Ballester y Ruesga, esta entidad es en la actualidad la más sería de las organizacio-nes ufológicas del mundo y el colectivo más activo en España a la hora de examinar con lupa lasafirmaciones de los expertos en ovnis. Ballester logró, entre 1992 y 1998, que el Ejército español le-vantara el secreto sobre los expedientes informativos de casos ovni que había investigado en las últi-mas décadas. Esa documentación puede consultarse en la Biblioteca del Cuartel General del Aire, enMadrid, y no revela nada extraordinario, cuando una de las bases de la mitología extraterrestre es quelos gobiernos tienen pruebas de las visitas alienígenas y ocultan la verdad a los ciudadanos por oscurosintereses23. Por eso, la liberación de la información militar sentó muy mal al sector comercial de la ufo-Vida en el Universo. Del Mito a la CienciaFigura 5Primer número de Cuadernos de Ufología(1987), la revista de referencia de la ufología ra-cional española.38logía española, que se inventó todo tipo de mentiras para tratar de desacreditar a Ballester y su trabajo24.ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, que surgió de Alternativa Racional para la Investi-gación del Fenómeno Ovni (ARIFO) y en un principio se llamó Alternativa Racional a las Pseudociencias(ARP), nació en noviembre de 1986. La aparición de su boletín, La Alternativa Racional (LAR), precedió enpoco tiempo al de publicaciones como Año Cero, Más Allá y Espacio y Tiempo, y acabó con el bipartidismoen el movimiento ovni. A los ufólogos serios y los ufólogos de feria, había que sumar los críticos, los de-tractores que habían surgido del mismo seno del movimiento platillista. Buena parte de esos estudiososfundó en 2005 el Círculo Escéptico, entidad que fomenta el pensamiento crítico como herramientas indis-pensable para la comprensión del mundo y la toma de decisiones en la vida diaria, y que está integrada enel Consejo Europeo de Organizaciones Escépticas (ECSO)25. “Nuestros escépticos nacionales -escribe Cabriaen su historia de la ufología española- son un buen baluarte contra la obsesión de lo oculto que asuela lostiempos que sobrevivimos y un punto de apoyo imprescindible ante tanta presión de misterio que nos rodeay, por ello, su continuidad en la investigación de los ovnis es imprescindible, aunque no sea más que comocontrol de calidad científico de las investigaciones realizadas desde el sector ufológico”26 . El legado de BenítezEn la España de los años ochenta, al-gunos jóvenes aficionados al esote-rismo vieron en la divulgaciónufológica una salida laboral. Las firmasde Manuel Carballal, Bruno Cardeñosa,Josep Guijarro, Íker Jiménez y JavierSierra se hicieron conocidas en las pá-ginas de Karma.7, Año Cero, Más Alláy Enigmas. Con el paso del tiempo, handiversificado sus intereses para hacersehueco en un mercado en el que no haysitio para tanto experto en ovnis: Car-ballal se dedica al periodismo amarillobajo el pseudónimo de Antonio Salas;Cardeñosa ve todo tipo de conspiracio-nes detrás de atentados terroristascomo los del 11-S y el 11-M; Guijarro en-cuentra en Cataluña círculos en lossembrados similares a los que los bro-mistas hacen en la campiña inglesadesde hace décadas; Jiménez explota comercialmente pseudo-misterios como el de las caras de Bélmez y convoca noches de vi-gilia a la caza de platillos volantes, y Sierra descubre misteriosinexistentes en las pirámides de Egipto y afirma que el transistores un invento de origen extraterrestre. En general, los últimos ufólogos españoles siguen los pasos del peor pe-riodismo, el que ignora los argumentos que no casan con sus intereses comerciales. Carballal admite que el contactado suizo Billy Meier ha hecho maquetas de platillos volantes; pero, almismo tiempo, dice que “requiere un gran esfuerzo imaginar que los cientos de fotografías y filmaciones pre-Españoles a la caza de marcianos24 Ballester Olmos, Vicente-Juan (1995) Expedientes insólitos. El fenómeno ovni y los archivos de Defensa. Prologadopor Javier Sierra. Epílogo de Jacques Vallée. Madrid: Ediciones Temas de Hoy (Col. “España Hoy”, nº 38), 286 páginas.25 Círculo Escéptico; Apartado de Correos 3078; 48080 Bilbao. En Internet: <http://www.circuloesceptico.org>.26 Cabria, Ignacio (1993) op. cit., pág. 200-201.Figura 6El fotógrafo Joan Fontcuberta e imagen de símismo en el papel del astronauta Stoichnikov.39sentadas por Meier hayan sido realizadas por este campesino suizo, manco, de escaso nivel cultural y tan pre-carios medios económicos”27 . Cardeñosa investiga los avistamientos ibéricos del 2 de febrero de 1988 y des-cubre siete ovnis estrellados y la clave de la segunda venida de Jesucristo; y todo eso a partir del paso de unsimple bólido28 . Guijarro asegura que se dedica al estudio serio del fenómeno; pero participa en las rome-rías de Montserrat organizadas por el contactado catalán Luis José Grifol. Jiménez toma ataques de lobosa ovejas por pruebas de la existencia del chupacabras -un misterioso monstruo de origen incierto29-, da cré-dito a quienes dicen que la Atlántida estuvo cerca de Cádiz y ha llegado a presentar como un enigma para-normal una ficción creada por un renombrado artista español, el fotógrafo catalán Joan Fontcuberta30. Y elahora novelista Javier Sierra mantiene que “la ufología está seriamente amenazada por las noticias basura”31pero hace toda la publicidad posible a los hermanos Bongiovanni, unos contactados italianos que fijaron elfin del mundo para septiembre de 1991, y sostiene que el transistor es un invento producto del estudio delos restos del platillo volante que, según la mitología ovni, se estrelló en Roswell (NuevoMéxico, EE UU)en 194732.Además de la debilidad por aparecer en las fotografías que ilustran sus reportajes, los nuevos ufólogos tie-nen en común dos características: viven de lo paranormal y casi nunca explican un suceso convencional-mente. Y es que la propia profesión de periodista esotérico les obliga a no intentar aclarar los sucesos. Si unovive de los artículos sensacionalistas que escribe, si uno cobra por cada original sorprendente que entregaen la redacción, para qué va a molestarse en investigar nada. La cuarta generación de ufólogos ha ido másallá que ninguna de sus predecesoras a costa de dejar en el camino el espíritu crítico. Sin duda alguna, estáformada por los peores investigadores de la historia de los ovnis en España. ¡No explican ni un solo caso!Y, como todos tienen mucho que ocultar, procuran no desmarcarse de sus colegas ni hacer la menor críticaa Benítez, a quien consideran su guía. No importa que diga que habla con su padre muerto, que afirme quelos egipcios vivían en la Edad de Piedra cuando se construyeron las pirámides de la meseta de Gizah o quepresente una filmación hecha en un estudio de animación como grabada en la Luna; Benítez es su maestroy no ha lugar a la crítica.El panorama actual de la ufología española refleja el estado agónico de una pseudociencia cuya capaci-dad de sorpresa se ha agotado: se asumen con normalidad las historias de secuestros, de proyectos de hi-bridación de terrestres y extraterrestres, de platillos volantes estrellados, de conspiraciones gubernamentalesdignas de Expediente X. Los expertos no son ya individuos con curiosidad intelectual, sino comerciantes demisterios, vendedores de enigmas prefabricados a los que la verdad importa un bledo. La mayoría de losuniversitarios que se aproximó al fenómeno ovni en los años sesenta y setenta se bajó hace años del plati-llo volante. Los pocos que quedan en activo se han concentrado en torno a la Fundación Anomalía, siguenel día a día de lo que acontece en el mundo de los ovnis, pero se dedican principalmente al análisis históricode la casuística y a la reflexión sobre los cimientos de lo que consideran un mito.Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia27 Carballal, Manuel (1991) “Eduard Meier, el contactado de las Pléyades”. En: Más Allá, Madrid, número extra, sep-tiembre, 144-153.28 Cardeñosa, Bruno (1991) “Se multiplican en España contactos y avistamientos de ovnis”. En: Más Allá, Madrid, nú-mero extra, septiembre, 106-113.29 Véase Zúñiga, D., El chupacabras y el impacto de una creencia mediatizada, en este mismo volumen.Inez y sus colaboradores. Véase <http://blogs.elcorreodigital.com/magonia/2006/6/13/el-cosmonauta-fantasma>.30 Joan Fontcuberta montó en 1997 para la Fundación Telefónica una instalación con recortes de prensa, fotografías,parafernalia espacial y vídeos sobre un cosmonauta inventado por él que habría desaparecido en el espacio en 1967. Elartista llegó al extremo de prestar su cara al astronauta y bautizarlo con la traducción de su nombre al ruso: Ivan Is-tochnikov. Nueve años después, en junio de 2006, Iker Jiménez presentó en el programa Cuarto milenio, de Cuatro, elcaso Istochnikov como si hubiera ocurrido en realidad. Fontcuberta fue informado de la historia por el autor de estas lí-neas: “¿Estoy alucinando! ¿Todo esto me parece muy cómico!”, dijo el fotógrafo respecto a la pericia investigadora deJiménez y sus colaboradores. Véase <http://blogs.elcorreodigital.com/magonia/2006/6/13/el-cosmonauta-fantasma>.31 Sierra, Javier (1991) “‘Noticias basura’ sobre los extraterrestres”. En: Más Allá, Madrid, número extra, septiembre, 38-43.32 Véase Campo, R., Conspiraciones y encubrimientos: el mito autoprotector, en este mismo volumen.40Nuevos diosesY los ovnis, ¿existen? Esta pregunta tiene una doble respuesta, afirmativa y negativa a la vez. Los ovnisexisten, al igual que la divinidad, el diablo, las hadas y los hombres lobo. Los extraterrestres son los diosesde la religión de la era espacial, seres todopoderosos que, a bordo de platillos volantes, vienen a salvarnosdel desastre nuclear desde lugares tan distantes e inhóspitos como las Pléyades, Venus o Io. El resto es uncuento de niños.Los ovnis no existen materialmente como naves tripuladas por seres extraterrestres. Después de miles decasos y cientos de fotografías, los ufólogos no han encontrado todavía la prueba de cargo; aunque, de vezen cuando, alguno de ellos asegura tenerla. El escéptico Luis Hernández Franch solía recordar un ilustrativoepisodio ocurrido en el programa La Clave, de TVE, en 197933 . Benítez anunció, en un momento del debate,que obraban en su poder fotografías que eran la prueba definitiva de la visita de naves extraterrestres.Cuando John L. Acuff, presidente entonces del Comité Nacional de Investigación de Fenómenos Aéreos(NICAP) estadounidense, recriminó al reportero por guardarse para sí uno de los documentos más impor-tantes de la historia de la humanidad, Benítez replicó que la investigación todavía no había concluido. ¿Haacabado más de un cuarto de siglo después? Me temo que sí; pero no ha dado los resultados deseados, comono los han dado casi sesenta años de investigación ufológica española.BibliografíaBallester Olmos, Vicente-Juan (1995) Expedientes insólitos. El fenómeno ovni y los archivos de Defensa.Madrid: Ediciones Temas de Hoy (Col. “España Hoy”, Nº 38).Cabria García, Ignacio (1993) Entre ufólogos, creyentes y contactados. Una historia social de los ovnis enEspaña. Santander: Cuadernos de Ufología. Campo Pérez, Ricardo (2003) Luces en los cielos. Todo lo que siempre quiso saber sobre los ovnis. La La-guna/Santa Cruz de Tenerife: Editorial Benchomo.Fernández Peris, Juan Antonio (2000) El expediente Manises. Santander: Fundación Anomalía (Col.“Biblioteca Camille Flammarion”, Nº 1).Varios Autores (1997) Diccionario Temático de Ufología. Santander: Fundación Anomalía.▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼Españoles a la caza de marcianos33 Hernández Franch, Luis (1985) Los ovnis desmitificados. Informes I y II. Bilbao: edición del autor, 172 páginas.41Ovnis, científicos y extraterrestresLos científicos echan un vistazoManuel Borraz AymerichEn nuestra civilización terrícola existe un colectivo al que se le atribuye la capacidad de explicar cómofuncionan las cosas que conocemos y de juzgar la verosimilitud de muchas de las que desconocemos.Reciben el nombre de científicos, pues exhiben con orgullo –y practican– su fe en el llamado métodocientífico. Y no les falta razón para estar ufanos. Es la herramienta de conocimiento más poderosa de la quetenemos noticia.En 1947 entraron en escena los “platillos volantes”. Los científicos norteamericanos fueron acercándosea los platillos tímidamente –a título personal– o de la mano de los militares –como asesores oficiales–.Los militares americanos constataron que no eran suyos. Después acabaron convenciéndose de que tam-poco eran de los otros, es decir, no provenían del otro lado del “Telón de Acero”. Si no eran suyos ni de losotros, quizá no eran nuestros. ¿Acaso venían de fuera? La idea era seductora y, aunque no fue la línea depensamiento que acabó imponiéndose, siempre tuvo algunos adeptos en las altas esferas e incluso entre loscientíficos. Hoy, cuando hace ya tiempo que los discos voladores fueron rebautizados como OVNIs, aún haycientíficos interesados por el problema con un ojo puesto en la “hipótesis extraterrestre”.A esta peculiar, pero inevitable, conjunción de científicos, “platillos volantes” (OVNIs) y extraterrestres,dedicaremos este capítulo.El 30 de diciembre de 1947, seis meses después de que los “platillos volantes” asaltaran por primera vezlas páginas de los periódicos, las Fuerzas Aéreas norteamericanas ponían en marcha la primera investigaciónoficial: el Proyecto Sign, dedicado a la “evaluación de objetos volantes no identificados”. Su staff estabaconstituido por miembros de la Technical Intelligence Division del Air Material Command (AMC) yuna seriede asesores externos, entre los que se contaba el profesor J. Allen Hynek, astrónomo de la Universidad Es-tatal de Ohio y director del Observatorio de la misma. Se le encargó la revisión de los sucesos en busca deposibles explicaciones astronómicas. Volveremos a hablar de él.Los responsables del Proyecto Sign dejaron escrito: “Todas las informaciones presentadas hasta ahorasobre la posible existencia de naves de otro planeta o de un avión impulsado por un tipo avanzado de ener-gía atómica no han pasado de ser conjeturas”. Mientras concluían que no podía probarse la existencia deaviones no convencionales desconocidos a menos que se recuperaran restos materiales, admitían que tam-poco podría probarse que no existieran, a menos que pudieran explicarse razonable y convincentementetodos y cada uno de los incidentes.La posibilidad extraterrestre había sido considerada seriamente, como lo demuestra el hecho de que se en-cargara a la Rand Corporation un estudio especial sobre la cuestión. En el informe preliminar, de diciembrede 1948, el Dr. James E. Lipp, ingeniero aeronáutico, exploraba la probabilidad de que existieran civilizacio-nes extraterrestres en condiciones de visitarnos en “naves espaciales”. En su discusión, forzosamente espe-culativa, Lipp consideraba posible pero poco probable que existieran viajeros espaciales en nuestro SistemaSolar y prácticamente seguro que los hubiera en alguna estrella vecina, si se admitía toda una serie de su-posiciones. Al detenerse después en los aspectos tecnológicos del viaje espacial, reconocía que “un viajedesde otro sistema estelar requiere unos progresos en la propulsión que no podemos siquiera concebir”. Noobstante, al abordar las características probables de las naves espaciales partía de la base de que se tratara42de cohetes, por ser “la única forma de propulsión que conocemos que funciona en el espacio exterior”.Lipp terminaba concluyendo: “Aunque se creen posibles las visitas del espacio exterior, se consideran muyimprobables. En particular, las actividades atribuidas a los ‘objetos volantes’ durante 1947 y 1948 pareceninconsistentes con los requerimientos de los viajes espaciales”. En este sentido, llamaba la atención sobre laconcentración de las presuntas “visitas” en Estados Unidos, indicativa de un origen terrestre, y la “sorpren-dente” falta de propósito aparente en los diversos episodios. Entre los asesores científicos del Proyecto Sign se encontraba el profesor George E. Valley, un físico delMassachusetts Institute of Technology, que redactó algunas consideraciones sobre los informes de “objetosvolantes no identificados”. Al enumerar sus posibles causas, junto a los apartados de fenómenos terrestresnaturales y artificiales, introducía otro de “objetos extraterrestres”, donde hacía referencia a meteoros, ani-males (“aunque los objetos descritos se comportan más como animales que otra cosa, hay pocos informesfidedignos sobre animales extraterrestres”) y naves espaciales. Según Valley, en el supuesto de que se tra-tara de naves de una civilización extraterrestre, mucho más avanzada que la nuestra, era muy probable quesus miembros hubieran observado las explosiones de nuestras bombas atómicas y, por tanto, cabría espe-rar alguna correlación temporal entre las explosiones y las visitas de las naves, con el inevitable retraso queimpondría el viaje.Inicialmente, la opinión mayoritaria en el seno del Proyecto Sign habría sido que los informes más fiablese inexplicables debían describir alguna avanzada aeronave soviética, posiblemente desarrollada en la pos-guerra a partir de algún prototipo alemán. No obstante, se dice que a finales de 1948 se redactó un docu-mento secreto (Estimate of the Situation) en el que se sugería que la hipótesis extraterrestre era la mejorexplicación que podía avanzarse. Se dice asimismo que la conclusión suscitó el rechazo frontal del Jefe delstaff, el general de la USAF Hoyt S. Vandenburg, ordenándose la destrucción de todas las copias del docu-mento. Cierto o no, las Fuerzas Aéreas siempre negaron que dicho documento hubiera existido. El informefinal del Proyecto Sign se mostraba escéptico sobre posibles visitantes del espacio exterior, remitiendo a lasconsideraciones del Dr. Lipp, antes citado.No sólo se estaban viendo discos. Los investigadores del Proyecto Sign agruparon los objetos observados encuatro apartados según su forma: “platillos volantes”, “torpedos” o cigarros, objetos esféricos y bolas de luz.Antes de continuar, no estaría de más echar un vistazo a la materia prima, es decir, a algunos de los casosmás famosos del bienio inaugural (1947-1948), con la perspectiva que da el tiempo. No hay que ir más lejospara encontrar ejemplos de los problemas centrales: la incierta fiabilidad de la información y la contingen-cia de las identificaciones. También nos servirán para mostrar algunos de los principales señuelos de la ten-tación extraterrestre.- La observación diurna de Kenneth Arnold de una formación de objetos en las cercanías del Monte Rai-nier (Washington), el 24 de junio de 1947, pasa por ser el incidente que desató la fiebre de los “platillos vo-lantes”. Curiosamente, la expresión “platillo volante” se convirtió en una descripción de forma por obra ygracia de la prensa: los objetos observados por Arnold desde su avioneta no tenían precisamente forma deplato o disco.Más de medio siglo después, aún no se ha propuesto una identificación plenamente satisfactoria de aque-llos objetos que, a simple vista, debían parecer verdaderas “pulgas” voladoras (Arnold los situaba a unos 40Km de distancia...). Como sucedería después en tantas ocasiones, todo reposaba en el testimonio de un únicoobservador. Cabe preguntarse si no reside ahí el problema. A veces se ha sugerido que Arnold habría esti-mado erróneamente la ubicación y la velocidad de los objetos. La acumulación de dispares propuestas de explicación, aunque ninguna totalmente satisfactoria, ha lle-Ovnis, científicos y extraterrestres. Los científicos echan un vistazo43vado a algunos a dar el caso por explicado, lo cual no es rigurosamente cierto. Por otro lado, la no disponi-bilidad de una explicación convencional definitiva no autoriza a deducir que no la tuviera, como han hechootros, considerando el caso como un perfecto exponente de la presencia de naves extraterrestres.- El oscuro incidente de la isla de Maury (Washington) involucró a dos “guardas costeros” de pega que de-clararon haber observado varios OVNIs en forma de rosquilla, supuestamente en la tarde del 21 de junio de1947, antes de la observación de Arnold. De uno de los dos objetos se habrían desprendido fragmentos me-tálicos. Radiointerferencias y una película velada eran otros de los ingredientes de un caso que resultó serfraudulento, según puso en evidencia la investigación de las Fuerzas Aéreas. Si lo mencionamos aquí es para recordar que, sin ser uno de los ingredientes principales, los fraudes hanestado presentes en esta historia desde el principio. ¿Cuántos de ellos pasarían luego a engrosar las listas decasos “serios”? Buena parte de los científicos están acostumbrados a aceptar y manejar los datos que pro-porciona una Naturaleza que no miente. Aquellos científicos que han mostrado interés por el tema de losOVNIs, ¿estaban bien preparados para discernir lo que podía haber de real y de imaginario en la casuística?Señalemos también que si los fraudes han teñido de algún modo la casuística lo habrán hecho con los co-lores de la paleta extraterrestre, la interpretación predominante a lo largo de las décadas.- El capitán Thomas Mantell se hizo tristemente célebre al perecer en el intento de dar alcance a un OVNIque también estaba siendo observado desde tierra, desde una extensa área de Kentucky, en la tarde del 7 deenero de 1948. En un principio, Allen Hynek sugirió que se trató de Venus, pero lo descartó después. Pos-teriormente se llegó a la conclusión de que Mantell había intentado interceptaruno de los enormes globosSkyhook lanzados en aquel entonces por la Marina con gran secretismo, algo que las propias Fuerzas Aéreasignoraban por aquellos días.Desde entonces, son incontables las experiencias militares y científicas de todo tipo –aerostáticas, aero-náuticas, astronáuticas, balísticas...–, secretas o no, que han servido de estímulo en la percepción de “OVNIs”.Estímulos artificiales, pero bien terrestres.El caso de Mantell pone en evidencia parte de la problemática de las explicaciones. Aunque al principio yase pensó en un globo, no había constancia de que hubiera ninguno en el área y, por otro lado, la envergaduradel objeto descartaba que fuera un globo “convencional”. Con la información a disposición de los expertos delas Fuerzas Aéreas, que por entonces desconocían la existencia de los Skyhook, el caso era irresoluble.El capitán Mantell se estrelló, posiblemente, tras perder el conocimiento por falta de oxígeno mientras as-cendía a una altura excesiva, según apuntó la investigación. Pero un suceso tan dramático no podía dejarde alimentar las sospechas de que fue derribado por “ellos” o que se acercó demasiado al “campo de fuer-zas” de una de sus naves.- Los pilotos Clarence S. Chiles y John B. Whitted protagonizaron una famosa observación desde un DC-3 de la compañía Eastern Airlines, mientras sobrevolaban Montgomery (Alabama), en la madrugada del 24de julio de 1948. Tuvieron que virar a un lado para eludir un objeto en forma de cigarro u obús con dos hi-leras de “ventanas” iluminadas que expelía una llamarada rojo-anaranjada por su parte posterior y parecíaacercarse al avión a toda velocidad.Allen Hynek sugirió que los pilotos habían observado un meteoro. Desde entonces, diversas observacio-nes análogas le han venido dando la razón, en su mayoría relacionadas con reentradas de chatarra espacial,capaces de generar espectaculares “meteoros”. Episodios como éstos ponen en cuestión la fiabilidad de lasdescripciones aportadas por los testigos, por más sinceros que sean. Si en distintas épocas y en distintos lu-gares encontramos observadores casuales que aciertan a describir el mismo tipo de enorme cohete con ven-Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia44tanillas en vuelo silencioso, es comprensible que un investigador se sienta inclinado a aceptar la existenciade una aeronave de esas características. Y sin embargo, lo único en común sería el proceso que habría lle-vado a los observadores a percibir un contorno con “ventanillas” interiores a partir de una hilera de frag-mentos meteóricos luminosos. En este ejemplo, es la apariencia artificial del fenómeno la que evoca la presencia extraterrestre, descar-tadas otras posibilidades.- El teniente George F. Gorman, a los mandos de un F-51, se enzarzó en un peculiar “combate” aéreo conun objeto luminoso circular de reducidas dimensiones en la noche del 1 de octubre de 1948, en los alrede-dores de Fargo (Dakota del Norte).Posteriormente, los militares consideraron que el objeto que intentó perseguir Gorman fue en realidad unglobo sonda iluminado. Algunos de los detalles del relato no encajan en dicho escenario, pero lo cierto es quese acababa de lanzar un globo de estas características en la zona y los demás testigos del incidente obser-varon el objeto pero, sorprendentemente, no vieron que realizara las maniobras descritas por Gorman. Porotro lado, los militares tuvieron constancia de episodios completamente análogos para los que pudo probarseel mismo tipo de explicación.Si, como acabamos de ver, el caso Chiles-Whitted ponía de manifiesto el problema de la fiabilidad de lasdescripciones de los fenómenos, aquí nos topamos con otro aspecto de la posible subjetividad de los infor-mes: los eventuales errores en la percepción de movimientos absolutos basada en los movimientos relati-vos observados (¿ese objeto se me ha echado encima o mi avión lo ha embestido?). Otro capítulo de casosemparentados lo constituyen los episodios de vehículos “acompañados”, e incluso “perseguidos”, por OVNIsque a menudo han podido ser identificados como algún inocente astro brillante (“papá, la Luna nos sigue”).En este caso, no es la apariencia del fenómeno sino su “comportamiento” el que evoca la presencia ex-traterrestre. Gorman quedó plenamente convencido de la existencia de una inteligencia detrás de las ma-niobras realizadas por el objeto. Pero reanudemos la historia que habíamos comenzado.Después de un año de vida, en febrero de 1949, el Proyecto Sign fue rebautizado como Proyecto Grudge. LaUSAF proseguía la investigación. En esta ocasión se arrinconó totalmente la hipótesis extraterrestre de los vi-sitantes y se contemplaron explicaciones en términos de fenómenos naturales o ilusiones. Por ejemplo, a juz-gar por las apreciaciones del Dr. Hynek, alrededor de un 32% de los casos estudiados tenían una explicación“extraterrestre”, pero de otro tipo: se habrían observado cuerpos astronómicos. Globos meteorológicos, avio-nes y fraudes eran otras de las explicaciones barajadas. Algunos informes no eran suficientemente detalladoscomo para poder ser analizados. Otros fueron clasificados como no identificados, conformando un residuo del23% de la muestra. No se descartaba que éstos tuvieran “explicaciones psicológicas”.A finales de 1950, el equipo de investigación se había reducido a un oficial. Las fuerzas aéreas norteamericanas abrieron un tercer –y último– capítulo del estudio en marzo de 1952,bajo la denominación de Proyecto Blue Book, poco después de que una serie de observaciones reavivaransu interés por el asunto. A lo largo de los 17 años que duró, el proyecto experimentó un progresivo recortedel personal asignado, lo cual a menudo repercutió en el rigor de las investigaciones. Por el camino, en 1953, la CIA reunió por unos días a un equipo de cinco científicos de prestigio, de los quehabían contribuido a la investigación militar en la última década. El motivo de preocupación no eran los ex-traterrestres sino los inconvenientes que podía plantear la desbordante afluencia de informes sobre OVNIsOvnis, científicos y extraterrestres. Los científicos echan un vistazo45a los canales militares de comunicación. Eran los tiempos de la Guerra Fría. Con tanto presunto OVNI, unaauténtica incursión del enemigo podía llegar a pasar desapercibida.La Comisión Robertson, como fue llamada, dedicó parte de su tiempo a estudiar algunos casos selectos,fotografías y filmaciones. Al frente se encontraba el matemático y cosmólogo Howard P. Robertson. Elgrupo lo completaban el astrónomo Thornton Page y los físicos Samuel A. Goudsmit (co-descubridor del spindel electrón), Luis Alvarez (que en 1968 sería galardonado con el premio Nobel de Física) y Lloyd Berkner(el inspirador del Año Geofísico Internacional [1957-1958]). Las reuniones contaron con la presencia, comomiembro asociado, del Dr. J. Allen Hynek, que continuaba asesorando a las Fuerzas Aéreas. También asis-tió personal militar y de los servicios de inteligencia.En las conclusiones del informe de enero de 1953 (que no fue desclasificado hasta 1966) señalaban que nohabía evidencia de que los fenómenos informados constituyeran una amenaza para la seguridad nacional.Asimismo añadían: “Creemos firmemente que no hay ningún residuo de casos que indique fenómenos atri-buibles a artefactos extranjeros capaces de actos hostiles y que no hay evidencia de que los fenómenos se-ñalen la necesidad de revisar los conocimientos científicos actuales”.La sombra de los extraterrestres estuvo presente en alguna de las reuniones. Aunque, a la luz de los co-nocimientos astronómicos, el Dr. Page consideraba muy improbable que existiera vida inteligente fuera dela Tierra, ninguno de los científicos del equipo descartaba la posibilidad de que, algún día, nos visitaran seresextraterrestres. Dewey J. Fournet, ingeniero aeronáutico y, hasta hacía poco, oficial de inteligencia técnicaen el seno del Proyecto Blue Book, presentó algunos casospara los que, descartadas otras posibles explica-ciones, sólo parecía quedar en pie la posibilidad extraterrestre. No obstante, los científicos manifestaron sudesacuerdo sugiriendo que algunas de las observaciones aún admitían una explicación terrestre mientras quela brevedad de otras las hacía poco fiables.Para acabar con el “aura de misterio” adquirido por el asunto y reducir los riesgos que preocupaban a losmilitares, recomendaban poner en marcha una campaña educativa de “training and debunking“, algo asícomo formación o adiestramiento y desenmascaramiento. Con el paso de los años, estos planes –que, prác-ticamente, no se materializaron– acabarían levantando ampollas entre los futuros aficionados al tema, con-vencidos de que se había pretendido desacreditarlo para ocultar la verdad de las visitas extraterrestres. Perolas razones de los expertos iban por otros caminos.Por un lado, pretendían mejorar la formación del personal (operadores de radar incluidos) para que su-piera reconocer mejor todo tipo de fenómenos –naturales y artificiales– y no viera OVNIs donde no loshabía. Por otro lado, se proponía reducir el interés por el tema y la credulidad del público en general, con loque se rebajaba su vulnerabilidad a posible propaganda hostil. El arma secreta: la exposición de casos rea-les que habían parecido misteriosos en un principio pero que se habían podido llegar a explicar. Cualquiermedio podía servir (publicaciones, cine, televisión...).Los miembros de la Comisión Roberston eran conscientes de que mantener un seguimiento y, eventual-mente, explicar cada uno de los casos que se iban produciendo (sólo en 1952 se habían recibido casi dos mi-llares de informes) requeriría un esfuerzo considerable que no parecía justificado. Siempre habríaobservaciones inexplicadas, por falta de datos, de las cuales sólo algunas llegarían a ser resueltas, quizás alcabo de mucho tiempo y tras una ardua labor. Por consiguiente, consideraron que el propósito principal dela campaña pedagógica debía ser acabar con la extendida creencia de que todas y cada una de las observa-ciones, sin importar la parquedad de la información, debía ser explicada en detalle. Por otro lado, enfatiza-ban que para que la ciencia aceptara un nuevo fenómeno, éste debía documentarse antes completa yconvincentemente. “El peso de la prueba recae en el observador, no en el explicador” —señalaban.Durante los años cincuenta, los actores de esta historia se multiplicaron. Hubo observadores que se con-Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia46virtieron en investigadores. Los platillos volaban más bajo y aterrizaban. No tardaron en aparecer los con-tactados, que eran mucho más que observadores... Menudearon los libros sobre el tema. Nacieron las pri-meras asociaciones de ciudadanos dedicadas a estudiarlo, generalmente desde una óptica claramente“pro-extraterrestre”.Según un sondeo de opinión Gallup, en agosto de 1947 el 90% de los norteamericanos ya había oído ha-blar de los “platillos”, que empezaban a ser noticia, pero la opinión mayoritaria (un tercio, aproximada-mente de los encuestados, mientras otro tercio “no sabía/no contestaba”) era que debían ser fruto de la“imaginación, ilusiones ópticas, espejismos, etc.” No constaba cuántos se mostraban partidarios de un ori-gen extraterrestre, pero desde luego no serían más del 9 % (porcentaje del epígrafe “otras explicaciones”).No obstante, la asociación de los platillos volantes con un origen extraterrestre se fue afianzando a nivel po-pular muy pronto, al publicarse artículos como el famoso Los platillos volantes son reales de enero de 1950,escrito por Donald E. Keyhoe –militar retirado y escritor freelance– para la revista True.Desde un principio, el tema tendió a cubrirse de un manto de ridículo que no lo hacía atractivo como ob-jeto de estudio para los hombres de ciencia. En 1947, algún astrónomo especulaba con efectos ópticos pro-ducidos en una atmósfera revuelta, surcada por aviones cada vez más veloces, algún psicólogo se preguntabasi no se trataría de ilusiones, otros hablaban de histeria colectiva... pero no faltaban científicos que ironiza-ban directamente sobre el asunto en sus declaraciones a la prensa.Por lo demás, a finales de los cuarenta, los científicos daban por sentado que todos los datos estaban enmanos de los militares y que éstos ya se encargaban de investigarlos. Pero esto fue cambiando. En 1952, porejemplo, científicos de la Ohio Northern University iniciaron una investigación independiente, si bien ladieron por terminada al año siguiente debido a la escasez de informes recibidos. El 7 de abril del mismo año, la revista Life publicó un artículo titulado ¿Tenemos visitantes del espacio?,que dedicaba algunos párrafos a citar el parecer del Dr. Walther Riedel sobre los famosos platillos: “Estoycompletamente convencido de que proceden de fuera de la Tierra”. Sus argumentos eran cien por cien téc-nicos. Los materiales terrestres conocidos se fundirían a causa de la fricción debido a las elevadas velocida-des observadas. Los platillos parecían estar pilotados y, sin embargo, una tripulación humana no resistiríasus aceleraciones. Los sistemas de propulsión conocidos darían lugar a llamas de escape o a estelas a granaltura, ausentes en la mayoría de las observaciones.El Dr. Riedel, pionero astronáutico alemán, había sido uno de los padres de las tristemente célebres V-2.Como algunos de sus colegas, al finalizar la guerra fue trasladado a los Estados Unidos en el marco de la Ope-ración Paperclip. Cuando fue entrevistado, Riedel era un miembro destacado del Civilian Saucer Investiga-tion (CSI), uno de los primeros grupos “civiles” dedicados a estudiar los “platillos volantes”, al que estabanadheridos algunos ingenieros aeronáuticos. El CSI vio la luz a finales de 1951, en el área de Los Angeles, y mo-riría de éxito en 1954. Desde entonces, la escena internacional vería nacer, reproducirse y morir infinidad deasociaciones con objetivos similares, más o menos serias, con más o menos asociados, más o menos activasy prolíficas. Sin ir más lejos, en 1952 se creo un grupo homónimo en Nueva Zelanda, que resultaría algo máslongevo.En el mismo artículo, Life aportaba la opinión coincidente del Dr. Maurice A. Biot: “La explicación menosimprobable es que estas cosas sean artificiales y estén controladas (...). Desde hace algún tiempo, mi opi-nión es que tienen un origen extraterrestre”. Biot era un prestigioso matemático, físico e ingeniero belga,naturalizado estadounidense, con un amplio espectro de intereses y competencias, incluyendo la aeronáu-tica. Desde un punto de vista aerodinámico –argumentaba–, la forma discoidal tiene poco sentido para unamáquina que deba viajar en la atmósfera, pero ofrecería importantes ventajas en un viaje espacial.Los aficionados al tema siempre han destacado las opiniones de uno de los más importantes pioneros deOvnis, científicos y extraterrestres. Los científicos echan un vistazo47la Astronáutica, el Profesor Hermann Oberth. Por citar un ejemplo, en un artículo publicado en The Ameri-can Weekly en octubre de 1954 señaló: “Mi tesis es que los platillos volantes son reales y son naves espacialesprocedentes de otro sistema solar. Posiblemente estén pilotadas por observadores inteligentes, miembrosde una raza que podría llevar siglos investigando nuestro planeta”.Obviamente, no todos los expertos en astronáutica se manifestaron en el mismo sentido. En 1955, un co-lega de Riedel, el Dr. Walter Dornberger, quien fuera responsable militar del desarrollo de las V-2, declaróa la revista Newsweek que la mayor parte de los OVNIs no eran más que violentos remolinos de aire cuyosátomos se tornaban inestables y emitían luz: “Nadie me convencerá de que se trata de visitantes del espa-cio, a menos que me traiga a uno de esos hombrecillos y lo siente en mi escritorio”. Su explicación tampocopareció convencer a mucha gente.En octubre de 1952, la American Optical Society patrocinóun simposio sobre los OVNIs, al que fueron in-vitados los doctores J. Allen Hynek, Urner Liddel y Donald Menzel. Para Liddel había un evidente trasfondo de histeria colectiva. En el simposio señaló que no conocía “nin-guna” evidencia que condujera a la hipótesis extraterrestre. Si había informes inexplicados era por insufi-ciencia de datos. En febrero de 1951, Liddel, por entonces trabajando como físico nuclear para la Marinaestadounidense, había declarado que todos los informes fiables de observaciones –es decir, los que no pro-venían de bromistas, chalados, observadores con problemas visuales, etc.– correspondían a globos Skyhook,que hasta hacía poco eran secretos. Cuando se celebró el simposio parece que su abanico de explicacionesse había ampliado, pues se refirió a diversos fenómenos ópticos como responsables de algunas de las ob-servaciones “auténticas”. Hynek puso el acento en la existencia de casos inexplicados particularmente enigmáticos, señalando queexistía la obligación de “demostrar explícitamente” cómo podían explicarse en términos de fenómenos co-nocidos. Por lo demás, lamentó el papel jugado por el ridículo y manifestó que había un problema de “rela-ciones públicas científicas”.En un informe que remitió al Proyecto Blue Book, Hynek consideró que, tanto la ponencia de Liddel comola de Menzel eran irrelevantes, pues no conocían el tema lo suficiente.Las tesis del astrónomo y astrofísico Donald Menzel ya eran conocidas por la opinión pública a raíz de lapublicación de algunas entrevistas, donde se definió como el hombre “que mató a Santa Claus”. En efecto,posteriormente se consagraría como el científico debunker por excelencia, el desmitificador de la creenciaen los OVNIs extraterrestres. Para Menzel, los espejismos y otros efectos ópticos (y radáricos) atmosféri-cos podían explicar todos los informes de observaciones que las Fuerzas Aéreas catalogaban como inexpli-cados. Esto se aplicaba a los recientes y controvertidos incidentes de julio de 1952, cuando fueron detectadospor radar diversos blancos desconocidos y se observaron algunas luces no identificadas en el área de Was-hington D. C. (un caso convertido en “clásico”, a pesar de que nunca se ha podido demostrar que alguno delos famosos blancos tuviera confirmación visual). Menzel había declarado a la revista Look que era muy improbable que los platillos fueran extraterrestres:si fueran naves espaciales, probablemente tendrían radio y, en ese caso, ya se habrían puesto en contactocon nosotros. “Si nos visitaran viajeros interplanetarios –planteaba– no andarían rondando por ahí como fan-tasmas; saldrían de sus naves y nos vendrían a ver. ¿No haríamos nosotros lo mismo en Venus?”. Nosotrossí, pero ¿y “ellos”?...En 1953, Menzel publicaría el primer libro sobre platillos volantes escrito por un científico americano:“Platillos volantes”. No era la respuesta de la ciencia, sino la opinión de un científico (nos detendremos luegoen esta distinción). El libro constituía un contrapunto a la visión conspiracionista y pro-extraterrestre de Key-Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia48hoe, en un intento de aportar racionalidad. No obstante, también es cierto que las explicaciones propues-tas no eran siempre afortunadas (por ejemplo, sugería que Mantell pereció intentando interceptar un par-helio; en otros casos, abusaba de la explicación de los espejismos debidos a inversiones de temperatura).Menzel también evocaba el carácter de psicosis colectiva del asunto y sus riesgos, en la línea de la Comi-sión Robertson: “Si una potencia extranjera decidiera atacar por sorpresa a los Estados Unidos, millones deamericanos pensarían que los platillos volantes de Marte o Venus por fin habían aterrizado”.A lo largo de los años sesenta, ésta seguiría siendo una historia no lineal, con altibajos y sorpresas, enbuena parte a merced de la casuística, que iría marcando puntualmente el ritmo, la actividad y algunas delas decisiones de los actores. Un espectacular incremento en las observaciones a mediados de los sesenta pre-cipitó los acontecimientos. La prensa, la opinión pública, el Congreso de los EE.UU. e incluso la comunidadcientífica saltaron a la arena del debate. Las Fuerzas Aéreas accedieron a dejar de monopolizar la investi-gación del tema, tal como venían reclamando Hynek, desde dentro, y los grupos privados de estudio de losOVNIs, desde fuera. En particular, el NICAP (National Investigations Committee on Aerial Phenomena), di-rigido por Keyhoe, que incluía en su elenco de responsables a personal de la CIA y militares retirados, comoel ya citado Dewey J. Fournet.En 1965, un Comité Ad Hoc de Revisión del Proyecto Blue Book recomendó encargar a algunas universi-dades el estudio en profundidad de casos selectos, ya que siempre cabía la posibilidad de que alguno tuvierainterés científico. Los seis miembros del comité eran consultores científicos de las propias Fuerzas Aéreas,a excepción del astrónomo Dr. Carl Sagan.En 1966, unas sonadas observaciones de OVNIs en Michigan, que las Fuerzas Aéreas no supieron explicarsatisfactoriamente (la atribución al “gas de los pantanos” fue acogida con hilaridad por parte de la opiniónpública) motivaron que el House Armed Services Committee celebrara una sesión abierta dedicada a losOVNIs, en la que se decidió seguir el consejo del Comité Ad Hoc. La decisión se materializó en un contratocon la Universidad de Colorado. La investigación sería supervisada por un distinguido físico de probada in-dependencia, Edward U. Condon.Entretanto, no pocos científicos se habían posicionado respecto al tema. Algunos, como el astrónomobritánico Bernard Lowell o el bioquímico y autor de ciencia ficción Isaac Asimov, lo consideraban un purosinsentido. Tanto Asimov como Sagan se convertirían en abanderados del movimiento escéptico que cristalizó a me-diados de los setenta con la creación del CSICOP (Comité para la Investigación Científica de las Afirmacio-nes de lo Paranormal), actual CSI. Desde sus filas, el ingeniero y periodista técnico Philip Klass se encargaríade oponerse incansablemente a la interpretación extraterrestre de los OVNIs, siguiendo los pasos de Men-zel. En la época del estudio de la Universidad de Colorado, Klass sostenía que las observaciones de OVNIspodían deberse a plasmas, ya fueran descargas en corona originadas en líneas de alta tensión o bien rayosen bola producidos durante las tormentas. No obstante, con los años relegaría esta hipótesis “explicalotodo”a un segundo plano en favor de explicaciones más realistas.En cuanto a Carl Sagan, siempre consideró que la búsqueda de inteligencias extraterrestres es uno de losmás trascendentales desafíos científicos, pero opinaba que no hay pruebas de que estemos siendo visitados.Para él, la respuesta no la iban a aportar los OVNIs sino las sondas de exploración espacial y la radioastro-nomía.Después de 20 años de observaciones de OVNIs, otros científicos no eran tan categóricos. El botánicoFrank B. Salisbury se interesó desde el punto de vista de la exobiología. No descartaba la posibilidad de quelos OVNIs fueran naves espaciales, pero admitía que el carácter de la evidencia disponible (no repetible, tes-Ovnis, científicos y extraterrestres. Los científicos echan un vistazo49timonial) y las serias objeciones que se habían planteado obligaban a ser prudentes. Años después, en la dé-cada de los noventa, rememoraría: “Durante 18 años intenté estudiar el fenómeno de una manera científica[...]. Pero no me pregunten si creo en los OVNIs. Mi objetivo era estudiar qué sucedía, no desarrollar algúntipo de creencia en torno al asunto. Concluí que realmente suceden cosas extrañas, pero yo no diría que es-temos siendo visitados por seres inteligentes a bordo de naves de otros mundos”1.El psicólogo R. Leo Sprinkle, por su parte, se convirtió en un convencido partidario de la hipótesis extra-terrestre “a su pesar” –según afirmaba– después de haber observado OVNIs personalmenteen dos ocasio-nes, haber leído miles de informes de otros observadores y entrevistado a centenares de ellos. Sprinkle,miembro de la Parapsychological Association y la American Society of Clinical Hypnosis, se interesaba porlos supuestos encuentros con ocupantes aplicando técnicas de hipnosis a los testigos para intentar obtenermás información de sus vivencias. Con los años, Sprinkle, que se hizo psicólogo para poder conjugar su in-terés por la ciencia y por lo espiritual, acabaría siendo uno de los investigadores pioneros en el campo de lasabducciones (los presuntos “secuestros por extraterrestres”) así como una especie de consejero espiritual delos afectados. Presiones académicas harían que, en 1989, abandonara la Universidad de Wyoming en la quetrabajaba, donde no era bien vista su dedicación al estudio y a la ayuda de abducidos, contactados y... re-encarnados. Algún tiempo después, otro estudioso de las abducciones, el profesor de psiquiatría John Mack,de la Harvard Medical School, también sería puesto en entredicho por sus colegas, pero saldría mejor parado.En 1994, la Harvard Medical School estableció un comité para valorar si las investigaciones de Mack endicho campo –que le habían llevado al convencimiento de que los abducidos no eran enfermos mentales ysus relatos eran reales, ocurriendo en algún nivel de este nuestro Universo “multidimensional”– satisfacíanlos estándares académicos exigibles. Finalmente, Harvard lo mantuvo en su puesto apelando a la libertadacadémica de elección del tema de estudio y la libertad de opinión, una decisión que fue muy controvertida.Mack, que siempre había abogado por apartarse del materialismo de la cultura occidental, encontró en lasexperiencias contadas por los abducidos “una nueva forma revolucionaria de comprender la realidad y nues-tro lugar en el Universo”.Continuando con la lista de los científicos que se manifestaban sobre el tema de los OVNIs a finales de lossesenta, también puede mencionarse al físico nuclear Stanton T. Friedman, conferenciante sobre el temadesde 1967 e incombustible partidario de la hipótesis extraterrestre. Hoy incluso habla de un “Watergate cós-mico”: las autoridades habrían ocultado las mejores pruebas desde 1947, a saber, los restos de una nave alie-nígena estrellada cerca de Roswell (Nuevo México) y los cadáveres de sus tripulantes. Para Friedman, lareluctancia de los científicos se explica principalmente por la ignorancia de los datos reales, el miedo al ri-dículo, prejuicios tecnológicos sobre la imposibilidad de las visitas extraterrestres y algo de egolatría (del tipo“si los extraterrestres aún no se han puesto en contacto con nosotros los científicos, será porque no estánaquí”...)2.En 1965, el astrofísico e informático francoamericano Jacques Vallee publicó el libro “Anatomy of a Phe-nomenon”, seguido un año después de “Challenge to Science” (éste último, en colaboración con su esposaJanine, fue traducido al castellano bajo el título Fenómenos insólitos del espacio). A su paso por la Univer-sidad de Northwestern (Evanston/Chicago) coincidió con J. Allen Hynek y se convirtió en su mano derecha.Vallee intentaba adoptar un punto de vista científico para encarar el tema –sin hacerle ascos a la hipótesisextraterrestre–, clasificando las observaciones por tipos, propugnando la búsqueda de patrones espacialesy temporales en los sucesos informados... Vallee tuvo un temprano interés por asuntos espaciales; llegó a observar un extraño disco en 1955 (queentonces interpretó como un prototipo secreto) y a finales de los cincuenta ya se interesaba por los OVNIs.No obstante, una experiencia que parece haberle impactado particularmente tuvo lugar en 1961, cuando tra-bajando en el seguimiento de satélites para el Observatorio de París fue testigo de cómo el responsable delVida en el Universo. Del Mito a la Ciencia1 Página personal de Salisbury: <http://quest.arc.nasa.gov/smore/team/fsalisbury.html>.2 Web personal de Friedman: <www.v-j-enterprises.com/sfhome.html>.50proyecto destruía los registros de un objeto de trayectoria anómala por temor al ridículo internacional. “Losmejores datos sobre OVNIs nunca se han publicado” —sigue sosteniendo hoy en día.Con su libro Pasaporte a Magonia (1969) iniciaría una deriva que lo llevaría a convertirse en un “herejeentre herejes” –en sus propias palabras– que se sentiría decepcionado si los OVNIs no fueran más que navesespaciales. Después de décadas de investigación, su conclusión es que existe un fenómeno de los OVNIs cen-tral inexplicado, de naturaleza física, que nos ha acompañado durante toda la Historia. Podría ser de origennatural o bien artificial, en cuyo caso podría provenir de alguna otra forma de conciencia, extraterrestre ono. Parte de lo que describen los observadores podrían ser alucinaciones inducidas por la energía del fenó-meno. Lo más probable es que los OVNIs sean “ventanas” a otras dimensiones manipuladas por inteligen-cias desconocidas. Una especie de “sistema de control”. En los noventa, Vallee esgrimía cinco argumentos, con mayor o menor fortuna, en contra de la hipótesistípica de los “visitantes del espacio”: la inverosímil proliferación de encuentros cercanos, la improbable mor-fología humanoide de los “visitantes”, la inadecuación de la hipótesis de la experimentación con humanospara explicar los relatos de abducciones, la continuada presencia del fenómeno a lo largo de nuestra histo-ria y su aparente capacidad de manipular el espacio y el tiempo3.Por último, no podemos dejar de mencionar a un físico atmosférico de la Universidad de Arizona que en1966 ya era todo un especialista en el tema, después de haberlo seguido durante años, y se embarcó en unaauténtica cruzada (innumerables conferencias, charlas y debates, miles de cartas...) para divulgar sus pun-tos de vista con vehemencia y gran profusión de datos. En su opinión, el fenómeno tenía interés científico(llegó a calificarlo como el “mayor problema científico de nuestro tiempo”) y la hipótesis extraterrestre era“la única explicación plausible en el momento presente para los hechos conocidos hasta ahora”. Nos referi-mos a James E. McDonald que, a pesar de su desaparición prematura en 1971, dejó su huella en la contro-versia de los OVNIs.De hecho, se enfrentó a todos. Dada su especialidad académica, algunas de sus críticas se centraron en in-tentar demostrar la implausibilidad de las teorías de Menzel y Klass, que a menudo basaban sus explicacio-nes en la existencia de condiciones atmosféricas inusuales. Sus críticas alcanzaron igualmente a las FuerzasAéreas, por el escaso nivel científico del estudio que habían estado llevando a cabo, y a la CIA por inmiscuirseen el asunto (Comisión Robertson). Por otro lado, nunca le perdonó a J. Allen Hynek que no hubiera aler-tado a la comunidad científica de la existencia de casos en los archivos de las Fuerzas Aéreas que respalda-ban seriamente –según McDonald– la hipótesis extraterrestre.Cuando se acercan mucho a los OVNIs, hay científicos que salen corriendo. Otros encuentran la horma desu zapato, como hemos visto. En definitiva, es cierto que ha habido y hay científicos convencidos de que losOVNIs tienen un origen extraterrestre. Algunos ufólogos han aprovechado cualquier pronunciamiento eneste sentido –aunque sólo sea tibio, dubitativo o especulativo– por parte de cualquier científico como ar-gumento de autoridad. Pero la opinión de un científico no es necesariamente la respuesta de la ciencia, quees algo que requiere un consenso, un reconocimiento colectivo por parte de la comunidad científica a la luzde pruebas y demostraciones.¿Qué hay tras la opinión sobre los OVNIs que expresa un científico en un momento determinado? Quizáresulte obvio pero vale la pena detenernos en este aspecto de la cuestión. En primer lugar, influye la for-mación del científico, su capacidad, su competencia, pero también, en un sentido más amplio, su asimilacióndel método científico (no hay que olvidar que“el hábito no hace al monje”). Por lo que respecta a la habi-tual especialización de los científicos, puede ocasionar cierta miopía hacia posibilidades de explicación fuerade su campo de conocimiento (un físico de renombre puede ser un perfecto ignorante en psicología, por3 Vallee, Jacques F. (1990). “Five Arguments against the Extraterrestrial Origin of Unidentified Flying Objects", Jour-nal of Scientific Exploration, vol. 4, nº 1.Ovnis, científicos y extraterrestres. Los científicos echan un vistazo51ejemplo). También puede llevar a pasar por alto parte de los datos y tener una imagen sesgada del problemadesde buen principio.En segundo lugar, son determinantes los prejuicios personales, que pueden llevar a “saber” la respuestapor anticipado o a mimar alguna teoría favorita, a veces obsesivamente. La orientación la puede imprimirla propia formación y, a veces, es difícil deslindar los prejuicios de lo que es deformación profesional. Por otrolado, alguna experiencia personal o cercana puede influir poderosamente en la actitud hacia el tema.En tercer lugar, resulta decisivo el nivel de información específica sobre la materia, tanto en extensión (lanecesaria visión de conjunto de toda la casuística) como en profundidad. A la hora de opinar, hay científi-cos que se contentan con recurrir a la opinión emitida por otros colegas a título particular. Otros juzgan enfunción de lo leído en la prensa, en libros y revistas especializadas, en informes militares a los que han te-nido acceso, en los raros estudios científicos sobre el tema (en particular, el informe Condon, del que ha-blaremos seguidamente) o incluso se basan en sus propias investigaciones particulares. Obviamente, elconocimiento de la materia puede variar sustancialmente según las fuentes a las que se acuda.Finalmente, no puede desdeñarse el contexto –en sentido amplio– de toda declaración. ¿Por qué se emitela opinión? ¿En qué circunstancias? ¿Dónde se recoge? ¿A quién va dirigida? Si es una respuesta, ¿cuál erala pregunta? Y es que puede tratarse de una opinión meditada, un dictamen riguroso, pero también de unpronunciamiento discreto o acomodaticio, sin compromiso, o una declaración por encargo, sin matices, paraacallar rumores, o un manifiesto radical, expresamente provocativo, o incluso una declaración pública conánimo de ridiculizar o atacar a alguna persona o colectivo.Retomando el hilo de nuestra historia, en enero de 1969 vio la luz el famoso informe Condon (Estudio cien-tífico de los objetos volantes no identificados), el estudio encargado por las Fuerzas Aéreas a la Universidadde Colorado. Las conclusiones y recomendaciones vertidas en el informe por el director del proyecto, el fí-sico Edward U. Condon, tendrían importantes repercusiones. “El estudio de los OVNIs en los últimos 21 añosno ha aportado nada al conocimiento científico”. El informe, aunque no exento de defectos, sigue conside-rándose aún hoy lo más parecido a la respuesta de la ciencia al problema de los OVNIs, un trabajo de refe-rencia. “No hay justificación para proseguir las investigaciones oficiales sobre los OVNIs”. El proyecto BlueBook fue cancelado al poco tiempo.El informe, de casi un millar de páginas, plasmaba cerca de dos años de trabajo de un grupo de especia-listas multidisciplinar, aunque finalmente se puso el acento en los aspectos relacionados con las ciencias fí-sicas (casos fotográficos, detección por radar, física atmosférica...). Una de sus secciones más relevantesexponía el estudio de 59 de los casos investigados, algunos anteriores al periodo de trabajo. Antes de su pu-blicación, el informe fue revisado por un grupo de expertos de la prestigiosa Academia Nacional de Ciencias,que le otorgó pleno respaldo. En cuanto a la cuestión de la hipótesis extraterrestre, el propio Condon le dedicó un apartado del suma-rio, donde afirmaba que no existía ningún tipo de evidencia convincente de la presencia de naves espacia-les (los expertos de la Academia Nacional de Ciencias que revisaron después el informe eran del mismoparecer: la consideraban “la explicación más improbable”). No obstante, como buen científico, Condon ad-mitía que la situación podía llegar a cambiar algún día. La polémica podría quedar “zanjada en cuestión deminutos si un platillo volante aterrizara en el jardín del hotel donde se estuviera celebrando una convenciónde la American Physical Society y sus ocupantes descendieran y presentaran alguna ponencia” informativa... Divisiones internas, desencuentros personales y disputas metodológicas, que sería largo de contar, en-turbiaron el desarrollo del proyecto. Los extraterrestres no fueron del todo ajenos a ello. Algunos de losparticipantes eran partidarios de examinar la hipótesis extraterrestre y otras teorías sobre el origen de losOVNIs, analizando la mayor cantidad posible de datos. Otra corriente de opinión en el seno del proyecto con-Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia52sideraba absurda la hipótesis extraterrestre y propugnaba buscar las respuestas en el campo de la psicolo-gía.El informe final de la investigación de Colorado agrupaba diversas contribuciones acompañadas de unavisión general por parte del director del proyecto, es decir, no se trataba del informe de un comité, con unasconclusiones consensuadas. Todavía hay quien considera ofensivo que Condon concluyera que no había mo-tivos científicos para proseguir el estudio del tema cuando, en el cuerpo del informe, casi un tercio de loscasos presentados no pudieron ser explicados e incluso se reconocía que unos cuantos eran difícilmente ex-plicables. Ciertamente, hubo analistas del proyecto que dejaron escrito que la hipótesis de que “hubiera físicamentepresente un vehículo extraterrestre” parecía la más acorde con los detalles de cierta observación, que losdatos de algunos casos “no contradicen la hipótesis de que aeronaves desconocidas extraordinarias hayanpenetrado en el espacio aéreo de los Estados Unidos”, que, en otro incidente, “el comportamiento aparen-temente racional, inteligente del OVNI sugiere un aparato mecánico de origen desconocido como explica-ción más probable de la observación” o que todos los factores investigados en otro de los casos parecíanconsistentes con la afirmación de que se observó un objeto volante discoidal artificial. No obstante, estosjuicios sobre ciertos casos no identificados venían prudentemente puntuados con reservas sobre la infor-mación (“si el informe es fiable”, “si se toma el relato de los testigos al pie de la letra”, “a falta de informa-ción adicional”...) y el omnipresente reconocimiento de la falta de pruebas (“no hay evidencia suficientepara demostrar esta hipótesis”, “no puede descartarse por completo” una explicación convencional, “nopuede decirse que la evidencia excluya totalmente un fraude”...).Uno de los analistas, el astrónomo William K. Hartmann, escribía a modo de balance investigativo: “Losactuales datos son compatibles con las siguientes hipótesis, pero no permiten probar ninguna de ellas: (1)el fenómeno de los OVNIs al completo es producto de confusiones, información deficiente y fraudes, o bien,(2) una parte muy pequeña del fenómeno de los OVNIs corresponde a sucesos extraordinarios”. Era en este marco donde se inscribía la recomendación de Condon, quien enfatizaba la improbabilidad deque se produjera algún avance científico en el futuro, en vista del resultado de las investigaciones pasadas.Este pesimismo contrastaba con su afirmación de que todavía quedaban cosas por aprender en las áreas dela electricidad y la óptica atmosféricas, incluyendo determinados aspectos de la propagación de las ondasde radio, tal como nos recordaban algunos de los casos investigados. Con todo, Condon instaba a desafiar su propia recomendación... “Los científicos no respetan la autoridad.Ellos no aceptarán acríticamente nuestra conclusión [...]. Ni deberían hacerlo, ni deseamos que lo hagan”.Los detalles del informe debían servir paraayudar a otros científicos, mostrándoles las dificultades. “Aun-que tras casi dos años de estudio intensivo concluimos que no vemos ninguna línea fructífera de progresoen el estudio de los informes de OVNIs, creemos que habría que apoyar a todo aquel científico con forma-ción y credenciales adecuadas que plantee una propuesta de estudio específica, claramente definida”.Imaginemos que, poco después de la publicación del informe de la Universidad de Colorado, alguno de losestudiosos convencidos de que, más allá del resumen hecho por el doctor Condon, el informe era un “vigorosodocumento en favor de la realidad del fenómeno de los OVNIs” (como, por ejemplo, expresaría Allen Hynekaños después, cuando en los medios ya era llamado “el Galileo de la Ufología” tras su gradual conversión a lacausa ufológica) se acostara para no despertarse hasta 30 años más tarde, en medio de dulces sueños:Los primeros testimonios de platillos volantes suscitaron escepticismo cuando no la mera chanza. El cre-ciente número de testimonios provenientes un poco de todas partes –algunos de observadores serios y cua-lificados– hizo que la cuestión se fuera tomando cada vez más en serio. Los científicos terminaroninvolucrándose en el asunto. Se hicieron estudios rigurosos, cerniendo los datos disponibles en busca deOvnis, científicos y extraterrestres. Los científicos echan un vistazo53propiedades representativas de un fenómeno por definir y explicar. Con el tiempo se fue consiguiendo ais-lar la señal del ruido. Se analizaron en profundidad huellas y restos, y los nuevos datos pasaron a comple-mentar y corroborar los procedentes de los testimonios. Paralelamente se pusieron en marcha proyectos dedetección cada vez más sofisticados que permitieron disponer de datos objetivos, cada vez de mayor cali-dad. Se propusieron modelos explicativos cada vez más complejos y precisos, que se debatieron en las pá-ginas de las revistas científicas, contrastándose con los datos conocidos. En nuestros días, transcurrido másde medio siglo desde que se inició la controversia, ya podemos afirmar definitivamente que los OVNIs son...Supongamos que el despertador hubiera interrumpido los dulces sueños de nuestro estudioso a finales de1997. Lo primero que constataría es que los acontecimientos habían seguido un curso muy distinto en la vidareal. Del 29 de septiembre al 4 de octubre de dicho año, se celebró en Pocantico (Nueva York) un seminarioen el que un comité de 9 científicos revisó las “evidencias físicas relacionadas con los informes sobre OVNIs”que presentaron una serie de investigadores. El encuentro estaba auspiciado por la Fundación Rockefellery dirigido por el físico Peter Sturrock, presidente de la heterodoxa Society for Scientific Exploration (SSE) yfirme convencido de la necesidad de un estudio científico de los OVNIs. Ya no eran los tiempos del estudiode Colorado. Ya no había patrocinio oficial ni marco universitario, y la revisión de las evidencias se despa-chó en cuestión de días, no de años4.Los investigadores que presentaron los datos eran siete estudiosos del tema, con formación técnica o cien-tífica, ninguno de los cuales se caracterizaba por su actitud escéptica hacia hipótesis de explicación “no con-vencionales”. Nuestro ufólogo hibernado habría reconocido al menos a un ufólogo de su época, Jacques Vallee. La contribución de Vallee fue doble, presentando estimaciones de luminosidad de algunos OVNIs y apor-tando un estudio de restos materiales recuperados que habían podido analizarse. Nos detendremos en los11 ejemplos que llegaba a citar en relación con muestras materiales relacionadas con OVNIs5:- Dos de los casos son considerados sendos fraudes por muchos investigadores. Uno de ellos, el yamencionado incidente de la isla de Maury (Washington) del 21/6/1947. El otro, la historia de la nave su-puestamente estrellada en Aurora (Texas) el 17/4/1897, aunque este caso ya lo excluía Vallee de su análisis,acto seguido. - Otros dos casos, posiblemente tres, no encerraban ningún misterio. Así, en un incidente sucedido enla isla sueca de Väddö en 1956, la muestra no tendría relación con el OVNI observado, según nos ha preci-sado el ufólogo Clas Svahn (UFO-Sweden). El material recuperado en Jopala, cerca de Puebla (México), el29/7/1977 –no en 1978 como señala Vallee–, procedía de la reentrada en la atmósfera de parte de un coheteimpulsor del satélite soviético Cosmos 929 6. Se trataba de una variedad de acero. Puede conjeturarse quelos restos fundidos de acero que cayeron en Council Bluffs (Iowa) el 17/12/1977 –el caso estrella del estudiode Vallee– podrían ser igualmente chatarra espacial, a pesar de los argumentos en contra planteados.- En otros cinco casos, la información disponible era muy deficiente o francamente dudosa... Valleeno nos advierte que el informe Condon arrojaba serias dudas sobre el incidente de Washington D.C. de 1952,en el que se habría recuperado un fragmento metálico desprendido de un platillo volante perseguido por unpiloto de la US Navy (ni siquiera se conserva la muestra). Del caso de Campinas (Brasil) del 14/12/1954 nohay realmente información contrastada. Muchas dudas suscita el caso de las muestras de magnesio de granVida en el Universo. Del Mito a la Ciencia4 Sturrock, Peter A. et al. (1998). Physical evidence related to UFO reports. J. Scientific Exploration, vol. 12, nº 2. [consultable en: <www.scientificexploration.org> ].5 Vallee, Jacques F. (1998). Physical Analyses in ten cases of unexplained aerial objects with Material Samples. J.Scientific Exploration, vol. 12, nº 3. [ consultable en: <www.scientificexploration.org> ].6 Según el USSPACECOM, consultado por el investigador mexicano Héctor Escobar.54pureza supuestamente caídas en Ubatuba (Brasil) en 1957 ó en 1933-1934 –no está claro–, de las que tam-bién se ocupó el informe Condon. Asimismo, poco crédito merece otro incidente sucedido en Bogotá (Co-lombia) “en 1975 ó 1976”. Y la información es paupérrima en el caso de las dos muestras presuntamenteencontradas por un esquimal a principios de los setenta en Kiana (Alaska).Finalmente, el descarte nos deja con un ejemplo a retener. Resulta ser un caso sucedido en Maumee (Ohio)el 13/7/1967. Si el lector se molesta en buscar comprobará que ya fue considerado en el informe Condon (quelo fechaba el día 16), concluyendo que su análisis no llevaba a ninguna parte...Lo que nos queda, pues, es una sólida muestra del tipo de evidencia “sólida” que puede aportar un vete-rano ufólogo científico con más de tres décadas de experiencia a sus espaldas.Tanto Vallee como el grupo de científicos encargados de revisar las evidencias reconocían que los mate-riales recuperados no eran extraordinarios en sí mismos, pero animaban a realizar estudios comparativos deeste tipo de casos. Sin duda, a nuestro ufólogo hibernado desde la “era Condon” le llamarían la atención dos palabras, para él des-conocidas, pronunciadas con reverencia por los estudiosos que acudieron al seminario: “GEPAN” y “Hessdalen”.Los científicos reunidos en Pocantico alabaron las virtudes de un proyecto francés de adquisición y aná-lisis de datos sobre los OVNIs denominado originalmente GEPAN y rebautizado luego como SEPRA. ElGEPAN (Groupe d’Études des Phénomènes Aérospatiaux Non-identifiés) fue creado en 1977 como un de-partamento del CNES, la NASA francesa. Se trataba de una investigación oficial civil que comenzó siendodirigida por el ingeniero y astrónomo Claude Poher, principal impulsor del proyecto. A finales de 1978, el Dr.Poher dejó el GEPAN al considerar –según explica en la actualidad– que las condiciones de trabajo impues-tas (medios humanos limitados, restricciones en la publicación de resultados...) “no permitían un verdaderoestudio científico de los fenómenos”.Poher se había acercado al asunto de los OVNIs tras un primer contacto con Hynek y la lectura del informeCondon, cuando fue publicado. Enseguida se relacionó también con Vallee yotros de los estudiosos del lla-mado Colegio Invisible, un grupo informal de científicos interesados en el tema –años más tarde, en 1973,Hynek fundó el CUFOS (Center for UFO Studies), una asociación privada ya bien visible, abierta sólo paraposeedores de algún doctorado–. Otros investigadores franceses vinculados al Colegio Invisible fueron el fi-lósofo y pionero ufológico Aimé Michel (el padre de las hoy desacreditadas “ortotenias”, o alineaciones delos puntos de avistamiento de los OVNIs observados a lo largo de una misma jornada), el físico Yves Rocard(estudioso de la radiestesia y las presuntas capacidades de los zahoríes) y el astrónomo y astrofísico PierreGuérin. En materia de OVNIs, a Guérin se le recuerda, por ejemplo, por su irónica “Ley de Guérin” –cuandose descubre y demuestra una ley ufológica enseguida queda refutada por las observaciones siguientes– y,más “en serio”, por su noción de “sueño inducido” de mediados de los setenta –al menos ciertos aspectos delas observaciones de OVNIs serían alucinaciones provocadas por los OVNIs... Fue uno de los muchos y va-riados “consultores científicos externos” del primer GEPAN.En 1978, en un informe destinado al consejo científico de supervisores del GEPAN, Poher concluía preli-minarmente que “los casos de observación implican generalmente un fenómeno material” y que “en el 60%de los casos citados, la descripción del fenómeno corresponde a la de una máquina voladora cuyo origen,modos de desplazamiento y/o propulsión están totalmente al margen de nuestros conocimientos”.Aparte de análisis estadísticos de los informes suministrados por la Gendarmería y de investigaciones por-menorizadas de algunos casos selectos, el GEPAN abrió diversas líneas de estudio complementarias, como la dela magnetohidrodinámica (MHD). En este campo concreto tuvieron gran influencia las ideas de Jean PierrePetit, un investigador del CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique) que participó en las primeras, yOvnis, científicos y extraterrestres. Los científicos echan un vistazo55poco exitosas, experiencias francesas en MHD (1965-1970). A mediados de los setenta retomó los experimen-tos por iniciativa propia, con aportaciones originales y fundamentadas, al tiempo que crecía su convencimientode que los OVNIs debían de estar utilizando la propulsión MHD para surcar nuestra atmósfera.De hecho, el concepto de propulsión MHD no era nuevo. Las primeras experiencias de laboratorio se re-montarían a los años cincuenta. Ufólogos como el físico Stanton Friedman y “extraterrestres” como los delplaneta “Ummo” (autores de una imponente producción epistolar sobre muy variados temas) habían co-queteado con la idea desde, al menos, finales de los años sesenta. Entre las ventajas que podría ofrecer estetipo de propulsión se cuenta la anulación de la onda de choque en vuelo supersónico, y esto era lo que, su-puestamente, mostraban algunos informes de OVNIs. Petit fue uno de los colaborado-res externos que llegaron alGEPAN de la mano de Poher. Noobstante, ello no le ayudó a en-contrar el apoyo material que pre-cisaba para desarrollar susinvestigaciones. El sucesor dePoher, Alain Esterle, llegó a ad-vertir a Petit: “su actitud respectoa estas investigaciones [MHD] estotalmente incompatible con ladel GEPAN. Desde hace tiempohemos dado la espalda a la mili-tancia platillista que anima a lapráctica totalidad de ufólogos, delos que usted forma parte. Y nos-otros pretendemos que nuestrotrabajo siga regido por los princi-pios de la duda sistemática, condi-ción necesaria para unainvestigación científica auténtica,duda que, según todo parece indicar, le ha abandonadohace tiempo (si es que ha dudado alguna vez)”. Entre-tanto, el GEPAN encargó a terceros la reproducción delos experimentos originales de Petit –un éxito– y la realización de nuevos experimentos más avanzados –unsonado fracaso, al prescindir de la experiencia de Petit, lo que supuso el abandono del tema7.Uno de los casos investigados por el GEPAN que quedaron sin explicar acabaría convertido en un verda-dero icono de la “ufología científica”. El 8/1/1981, en Trans-en-Provence (Var), un testigo observó un arte-facto con forma de dos platos unidos por los bordes que se posó a unos 20 m de distancia. El objeto despegóen cuestión de medio minuto dejando una huella en el terreno. El GEPAN concluyó que se había tratado deun objeto muy pesado que produjo calentamiento del terreno, aportó algunos materiales y causó “trauma-tismos bioquímicos” en las plantas. No obstante, ufólogos críticos como Eric Maillot han expresado que elcaso “no tendría más interés real que cualquier otro banal encuentro cercano con sólo un testigo” y han cri-ticado la deficiente metodología seguida y la sesgada interpretación de los resultados analíticos. Así, la hue-lla y muestras analizadas ni siquiera bastarían por sí mismas para confirmar el testimonio, es decir, lapresencia del OVNI en el lugar y fecha precisos indicados por el testigo8.Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia7 Monográfico “GEPAN: une manip de trop” del boletín ufológico OVNI-Présence (AESV), nº 29, marzo 1984.8 “Trans en Provence: le mythe de l'OVNI scientifique” (Eric Maillot), consultable en<www.zetetique.ldh.org/tep.html>.Figura 1Reconstrucción por parte del GEPAN del escenariodonde se produjo la observación de Trans-en-Provence.56En 1983, Jean-Jacques Vélasco, un técnico superior en óptica, pasó a hacerse cargo de un GEPAN en peli-gro de extinción y, en 1988, el proyecto fue definitivamente desmantelado y transmutado en el SEPRA (Ser-vice d’Expertise des Phénomènes de Rentrées Atmosphériques –Servicio de Peritaje de los Fenómenos deReentradas Atmosféricas). La ausencia de resultados científicamente relevantes, la pertinaz sequía de ob-servaciones, la pérdida de apoyos políticos..., todo jugó en contra. En diciembre de 1999, el SEPRA –cuyo res-ponsable seguía siendo Vélasco, por entonces ingeniero– se convirtió en Service d’Expertise des PhénomènesRares Aérospatiaux (Servicio de Peritaje de los Fenómenos Raros Aeroespaciales), sin cambiar ni una sigla.En enero de 2004, el SEPRA desapareció. Ese mismo año vio la luz el libro de Vélasco Ovnis, l’évidence, enel que defendía una ya rancia hipótesis: los OVNIs son de procedencia extraterrestre y se dedican a vigilarnuestras actividades nucleares. No era la primera vez que Vélasco expresaba abiertamente, aunque a títulopersonal, sus preferencias por la hipótesis extraterrestre.Uno de los personajes de esta historia ha ido muchomás allá. A principios de los noventa, Jean Pierre Petithacía público que algunas de sus ideas sobre propulsiónMHD, así como sus más recientes teorías cosmológicas,estaban inspiradas en cartas que los extraterrestres“ummitas” enviaron a diversos destinatarios (advirta-mos de entrada que el asunto “Ummo” es una super-chería reconocida). El director del CNRS declaró: “Si elSr. Petit quiere creer en los platillos volantes no vemosninguna objeción, siempre y cuando, por supuesto, estaactitud no perjudique su trabajo científico”. En los últimos años, el tema de la propulsión de lasnaves extraterrestres, precisamente, ha sido motivo deagrios desencuentros entre ufólogos científicos de ex-presión francesa. Tras un largo retiro ufológico, Poherha dado a conocer su teoría gravitatoria de los “universones”y pretende haber obtenido ya resultados experimentales (lahistórica fecha habría sido el 11 de abril de 2007: “... por pri-mera vez, un humano, yo, ha podido demostrar experimentalmente la posibilidad de utilizar la interaccióngravitacional para producir diversas formas de energía”). Una teoría muy criticada por el físico belga y ufó-logo Auguste Meessen, que viene desarrollando su particular teoría de la Propulsión Electromagnética Pul-sada y se considera uno de los padres de la idea de los OVNIs propulsados magnetohidrodinámicamente.Pretensión ésta que desmiente Petit, señalando precedentes anterioresde la idea y tachando de incompe-tente al físico belga. Por su parte, Poher lamenta que Petit se empecine en la hipótesis MHD para la pro-pulsión de los OVNIs, “una pista sin futuro”...9Hoy, la saga del GEPAN continúa. De las cenizas del SEPRA emergía en septiembre de 2005 el GEIPAN(Groupe d’Etudes et d’Information des Phénomènes Aérospatiaux Non-identifiés), dedicado a tareas de re-copilación, análisis y difusión de información sobre “fenómenos aerospaciales no identificados”, un poco enla línea del GEPAN original, con un novedoso énfasis en la divulgación. No en vano, uno de los primerosproyectos en los que se ha embarcado es la publicación en Internet de toda la información atesorada sobrela casuística francesa10.Al frente de la Comisión de Supervisión del grupo, se encuentra Yves Sillard, un ingeniero con un impre-sionante historial de cargos de responsabilidad a sus espaldas, en las áreas de la Aeronáutica, la Astronáu-9 Petit, Poher y Meessen mantienen sus correspondientes webs en <www.jp-petit.com>, <www.universons.com> y<www.meessen.net/AMeessen<, respectivamente.10 Puede accederse a la documentación en <http://www.cnes-geipan.fr/geipan/recherche.html>.Figura 2Jacques Patenet, actual responsable del GEIPAN.Ovnis, científicos y extraterrestres. Los científicos echan un vistazo57tica, la Defensa e incluso la Oceanografía. Precisamente, Sillard era el director general del CNES cuando setomó la decisión de crear el GEPAN original, en 1977.De la dirección del GEIPAN se encarga Jacques Patenet, un ingeniero electrónico e informático. En 1983aspiraba a dirigir el GEPAN que, finalmente, heredó Jean-Jacques Vélasco. Patenet, que declara no teneruna convicción formada sobre el tema más allá de admitir que existen fenómenos inexplicados, considera que“el fenómeno OVNI y la existencia de vida extraterrestre no están forzosamente ligados; hay otras hipóte-sis, aunque ésta parezca la más evidente”11.En cuanto a los americanos... “Oficialmente –comenta Yves Sillard–, los americanos abandonaron toda in-vestigación sobre los ovnis después de lapresentación del llamado Informe Con-don, en 1969. Ese informe, curiosamente,en el que figura un 30% de fenómenosobservados que eran completamente in-explicables, concluía diciendo que notenía interés proseguir el estudio. Habíauna profunda anomalía entre las conclu-siones y el resto. En realidad, yo piensoque los americanos practican con estetema –al que consagran, estoy conven-cido de ello, un esfuerzo de investigaciónmuy superior al de cualquier otro país–una política deliberada y sabiamente or-questada de desinformación. Es la desin-formación total... Pero, ¿con quepropósito? ¿Por temor a ver cuestionadasu supremacía si un día nos encontrára-mos frente a una civilización exterior mucho más avanzada?¿Por un afán de reservarse para ellos potenciales avances tec-nológicos?... No lo sabemos”12. En cualquier caso, siempre nos quedará Hessdalen, se repiten algunos ufólogos con credenciales aca-démicas. Hessdalen es un valle noruego en el que, a finales de 1981, se sucedieron abundantes observa-ciones de fenómenos luminosos no identificados. En 1983, se puso en marcha el Proyecto Hessdalen,una iniciativa privada dirigida por el ingeniero noruego Erling Strand (Østfold College), con el propósitode monitorizar y estudiar dichos fenómenos. Con el tiempo, las observaciones se hicieron menos fre-cuentes, pero Hessdalen pasó a ser considerado por los ufólogos como “un laboratorio de los OVNIs”, enpalabras de J. Allen Hynek, que visitó la zona en 1985 y se mostró impresionado por la labor y los resul-tados del Proyecto. En el informe de las jornadas de Pocantico de 1997 se dedicó un espacio a la investigación de los fenóme-nos de Hessdalen y el equipo de científicos encargado de valorar las evidencias presentadas dejó caer la si-guiente apreciación: “Esta comisión hace notar que en casos que involucran repetidas, semirregulares,observaciones de luces (como las que se dice que tienen lugar en Hessdalen –Noruega– y en Marfa –Texas–), es difícil de entender por qué no se ha descubierto una explicación racional, pareciendo que una pequeñainversión en equipo y tiempo debería producir resultados útiles”.Aunque no es descartable que en alguna ocasión se haya producido o se produzca algún fenómeno de in-Vida en el Universo. Del Mito a la CienciaFigura 3Materiales de archivo del GEIPAN francés.11 Entrevista publicada en el diario Var-Matin, 16/5/2007.12 Entrevista para RFI Soir, Radio France International, 29/9/2005.58terés científico en el valle, si nos molestamos en examinar la evidencia presentada en el Informe TécnicoFinal del Proyecto Hessdalen de 1984, constatamos que el panorama es decepcionante. Las conclusiones delos propios investigadores vienen precedidas de consideraciones que nos previenen de las “dificultades de in-terpretación”, la insuficiencia de datos, la calidad no óptima de éstos... No es para menos, pues lo que en-contramos son fotos de escaso valor, la presencia cotidiana de aviones, detecciones por radar pocodemostrativas con contadas, y dudosas, correlaciones visuales... ¿Y qué pensar del que fue considerado enel informe como el suceso más inexplicable de todos? En cierta ocasión, justo en el momento en que unode los investigadores salía de la caravana que contenía la mayor parte del instrumental del Proyecto, unaluz roja se movió a sus pies durante unos segundos, como un reflejo. Al testigo le recordó el tipo de luz delláser que habían utilizado días atrás, si bien el equipo ya no se encontraba en la zona. El mismo informe ha-blaba de luces que variaban su secuencia de destellos cuando los experimentadores les apuntaban con unláser (experiencias que no fueron registradas). Una reciente polémica resulta reveladora. Massimo Teodorani, un astrofísico que ejerce de radioastró-nomo para el Consejo Nacional de Investigaciones italiano (CNR), ha participado como supervisor científicoen tres expediciones de investigadores italianos a Hessdalen durante el periodo 2000-2002 (proyectoEMBLA). En 2002 aportó nuevos detalles de las características de las misteriosas luces basados en registrosinstrumentales. No obstante, el físico y ufólogo italiano Matteo Leone pudo explicar razonablemente lasluces estudiadas por Teodorani como faros de vehículos, entre otras cosas porque estuvo presente en unade las ocasiones. Pudo verificarlo a través de un minitelescopio, mientras Teodorani se afanaba en registrarel espectro de la luz con su sofisticado instrumental, sin atender las advertencias.La situación no deja de ser curiosa. Teodorani, que mira con desprecio a la ufología por su dependenciade la evidencia testimonial, sigue convencido de que sus datos prueban la existencia de luces extraordina-rias naturales –quizá algún pariente piezoeléctrico del rayo globular– o incluso artificiales –alguna sonda alie-nígena robótica, tal como se contemplan en el proyecto SETV (Búsqueda de Visitas Extraterrestres), unaaséptica versión de la ufología–. Por otro lado, Teodorani sostiene el peculiar punto de vista de que los mi-litares norteamericanos prueban sus prototipos secretos en lugares en los que –como en Hessdalen– se pro-ducen misteriosos fenómenos luminosos recurrentes, probablemente naturales, al tiempo que alientan laidea de que en esos lugares hay bases extraterrestres... Por su parte, el ufólogo Leone no concede valor al-guno a las “evidencias” de Teodorani ni a las elucubraciones físicas que deriva de ellas, pero piensa que lostestimonios de algunos habitantes del área son indicativos de la presencia de un fenómeno aún no identifi-cado. Volvemos pues a los testimonios... Hessdalen, ¿”laboratorio de los OVNIs”?13A nuestro imaginario ufólogo hibernado de la “era Condon”, las conclusiones de los científicos reunidos enPocantico para revisar las evidencias físicas presentadas le habría dejado un sabor agridulce. Para empezar,otorgaban plena vigencia a la conclusiónprincipal del director del proyecto de Colorado: dos décadas de es-tudio de los OVNIs no habían aportado nada al conocimiento científico. Ahora, otras tres décadas después, se-guía sin haber pruebas convincentes de “procesos físicos desconocidos” o de “inteligencia extraterrestre”.No obstante, aunque Condon estimaba que, probablemente, proseguir el estudio de los OVNIs no iba aconducir a ningún avance científico, los científicos de Pocantico veían la botella medio llena, no medio vacía:“siempre que haya observaciones inexplicadas hay la posibilidad de que los científicos aprendan algo nuevoestudiándolas”. Recomendaban hacerlo con el máximo rigor y objetividad, centrándose en el examen de laevidencia física, buscando apoyo institucional y formalizando contactos regulares entre físicos y ufólogos.Consideraban que los avances de la ciencia y la técnica permitirían ahora una mejor investigación y que elproyecto GEPAN/SEPRA constituía un modelo a seguir.Nótese que ya no estaríamos hablando de una cuestión científica sino de política científica, donde losplanteamientos pertinentes serían, por ejemplo, del tipo: atendiendo a las limitaciones presupuestarias, la13 Recopilación de informes y artículos en <www.hessdalen.org/reports>.Ovnis, científicos y extraterrestres. Los científicos echan un vistazo59existencia de otras áreas de investigación prioritarias y las magras perspectivas que plantea el estudio de losOVNIs, ¿deberían dedicarse fondos públicos a su investigación? Aquí podríamos continuar detallando lo sucedido en las últimas décadas, proseguir desgranando la reta-híla de científicos que se han interesado por el tema y echar un vistazo a los debates paralelos que han te-nido por escenario otros países. Pero quizá sea más provechoso terminar con algunas consideracionesgenerales sobre la naturaleza del problema. Tras la afirmación “los OVNIs son de origen extraterrestre” se esconden al menos tres saltos al vacío. Elhecho de partida, indiscutible, es que las colecciones de informes sobre OVNIs contienen un residuo de casosque permanecen inexplicados. La primera conclusión injustificada llega al pretender que la existencia deestos casos inexplicados sugiere, evidencia o incluso demuestra la existencia de casos (intrínsecamente) in-explicables. El siguiente salto conceptual temerario consiste en estimar que esos casos inexplicables son,fundamentalmente, la manifestación de UN fenómeno, “el fenómeno de los OVNIs”. La última pirueta men-tal lleva a sostener que las características del “fenómeno de los OVNIs” sugieren, evidencian o incluso de-muestran su naturaleza extraterrestre.No hay que perder de vista que la existencia de casos inexplicados es inevitable aunque no existan casosinexplicables propiamente dichos. Veíamos al principio que, en la práctica, la identificación puede llegar aser imposible incluso en ocasiones en que la información parece “suficiente”, por diversas razones. En últimotérmino, la información es básicamente testimonial –incluso cuando hay algún tipo de evidencia material:aquí está el fragmento metálico y aquí el testimonio de quien lo vio caer de un platillo...– y, por tanto, puedecontener errores, distorsiones, falsedades, lagunas... Veíamos también que hay explicaciones convenciona-les que los mismos analistas pueden desconocer, como en el caso de experiencias militares secretas. Co-mentaremos ahora otro aspecto importante que a menudo se olvida. En ocasiones, hay casos inexplicadospara los que pueden contemplarse explicaciones convencionales que aunque sean posibles pueden parecerle“rebuscadas” o “inverosímiles” incluso a un analista crítico. Pues bien, tratándose de OVNIs, es decir, de anó-malos sucesos marginales por definición, el rechazo a priori de explicaciones “complicadas” está injustifi-cado. Es un prejuicio que denota un cierto “analfabetismo probabilístico”. Por poner un símil, imaginemosque nos señalan a alguien que figura en una lista de personas que se han convertido en millonarias de lanoche a la mañana en los últimos años, y nos preguntan si su repentino enriquecimiento podría deberse aque le hubiera tocado la lotería. Sería absurdo que respondiéramos que “es tan improbable que a uno letoque la lotería que hay que descartar esa explicación por ridícula”. Un enfoque bayesiano del problemaapunta justamente lo contrario...Encontrar casos demostrablemente inexplicables debería ser el requisito previo para un estudio científicode la cuestión. En este estadio preliminar, nos las habemos con una especie de problema detectivesco y ju-dicial más que científico, en el que lo más prudente es asumir que cada suceso tiene causas ordinarias hastaque no se demuestre lo contrario. En la práctica, ante las dificultades para encontrar esos casos genuina-mente extraordinarios, lo habitual es que los ufólogos se limiten a proponer casos inexplicados particular-mente resistentes a los intentos de explicación. Si después se demuestra que tienen una explicación o surgenfundadas sospechas de que la tienen, siempre pueden proponer nuevos casos inexplicados de sustitución, unay otra vez. Claro que la credibilidad de la “demostración” se va resintiendo.Los ufólogos que no soportan tanta precariedad y no tienen paciencia para esta constante huida hacia ade-lante en busca de la prueba definitiva, del caso ideal, pero sospechan que realmente hay “algo” extraordi-nario, optan por recurrir a atajos estadísticos. ¿Para qué “perder el tiempo” demostrando que existe el objetode estudio si ya podríamos estar estudiándolo? Como Hynek explicaba al criticar la metodología del informeCondon: “Siempre puede aducirse una posible explicación natural, aunque sea inverosímil, para cualquier in-forme de OVNI, si se considera aisladamente, sin correlacionarlo con otros informes realmente enigmáticosde aquí y del extranjero”.Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia60En esta línea, el físico Peter Sturrock afirmaba que “el problema de los OVNIs está quizá más cerca de laastronomía que de la física”, dado que resulta imprescindible “combinar evidencia derivada de muchas ob-servaciones”14. Supuestamente, el análisis estadístico de los catálogos de informes sobre OVNIs permitiríadescubrir rasgos y tendencias que ayudarían a separar el grano de la paja, la señal del ruido. No sólo que-daría “probada” la existencia de los casos inexplicables –sin tener que arriesgarse a apostar por ninguno enconcreto– sino que además podríamos conocer qué tienen en común y modelizar sus características. Lástimaque se trate de un razonamiento circular que ignora los problemas de fondo.Lo cierto es que es inevitable preguntarse: ¿qué fiabilidad hay que otorgar a los datos testimoniales? ¿Yen base a qué puede darse por sentado que estudiar un material metálico que se estrelló en un campo sud-americano arrojará luz sobre la naturaleza de la parálisis que afectó a un testigo mientras observaba unaluz en Camboya, años después, o sobre un blanco anómalo que detectó un radar ruso en otra ocasión?Aquí viene a cuento el dicho informático “garbage in, garbage out” (entra basura, sale basura). Podrían es-tarse mezclando peras con manzanas (en realidad, peor aún, tes-timonios sobre peras y testimonios sobre manzanas...) y losresultados estadísticos serían no ya de difícil interpretación sinoincluso carentes de sentido.Al riesgo de asentar conclusiones sobre arenas movedizas ven-dría a sumarse el de cuestionar prematuramente nuestra tierrafirme, en compañía de extraterrestres. Según también sugería Stu-rrock, “si consideramos la hipótesis de que el fenómeno puede serdebido a una civilización extremadamente avanzada, debemosafrontar la posibilidad de que, en un contexto más amplio y sofis-ticado, muchas ideas que aceptamos como simples verdades po-drían no ser tan simples y ni siquiera ser verdaderas”. Esta filosofíallevada hasta sus últimas consecuencias nos llevaría a aceptar, sinningún tipo de cuestionamiento, todo tipo de datosabsurdos.Con todo, ¿podría haber algo realmente genuino y original traslos informes de OVNIs? ¿Hay precedentes de fenómenos “raros”que comenzaran siendo largamente ignorados por la ciencia hastaque se tuvo que reconocer su existencia? ¿No estará siendo la cien-cia demasiado “prudente” en materia de OVNIs?Generalmente, las revistas científicas no publican informes sobreobservaciones de OVNIs. Los ufólogos señalan que hay un cierto re-chazo por parte de los editores basado en prejuicios hacia el tema. También apuntan que este “silencio”tiene un efecto disuasorio en otros científicos que podrían hacer aportaciones en este campo pero se abs-tienen de hacerlo.El dogmatismo y la “resistencia al descubrimiento” por parte de los propios científicos existen y, en oca-siones, han interferido en el progreso de la ciencia. No sólo las revistas especializadas sino incluso la comu-nidad académica han puesto a veces palos en las ruedas de aportaciones y descubrimientos cuya validez eltiempo ha consagrado.Pero sería temerario apostar por esta interpretación victimista de la situación, a la que podemos enfren-tar una visión alternativa o, como mínimo, complementaria. ¿Cuántos artículos sobre OVNIs se habrán pre-sentado que den la talla (con suficiente rigor y contundencia, basados en evidencias convincentes) como14 Sturrock, Peter A. (1987). An Analysis of the Condon Report on the Colorado UFO Project. J. Scientific Explora-tion, vol. 1, nº 1. [ consultable en: <www.scientificexploration.org> ].Figura 4Dr. Joseph Allen Hynek, director delLindheimer Astronomical ResearchCenter y el Dearborn Observatory.Ovnis, científicos y extraterrestres. Los científicos echan un vistazo61para merecer ser publicados en revistas científicas? Por otro lado, ¿cuántos científicos originalmente pre-dispuestos a examinar el asunto no habrán optado finalmente por desentenderse, tras llegar a la conclusiónde que los OVNIs constituyen un campo de investigación poco prometedor o sin interés científico? En casocontrario, ¿qué política editorial o académica habría podido silenciarlos durante décadas?En su libro The Hynek UFO report (1977), Hynek vaticinaba que el respaldo total que dio la AcademiaNacional de Ciencias norteamericana al Informe Condon “causará tanto pesar a este prestigioso organismocomo la caída de meteoritos a la Academia Francesa de Ciencias, hace más de un siglo”. El ejemplo del acci-dentado proceso de asimilación científica de los meteoritos, que a veces se ha presentado de una manera sim-plista rozando la caricatura, es uno de los ejemplos favoritos de los ufólogos.No obstante, hay un ejemplo que resulta mucho más pertinente. El rayo globular es, supuestamente,un raro fenómeno atmosférico en forma de bola luminosa, de muy corta duración, generalmente asociadoa condiciones tormentosas. La información sobre el fenómeno procede de testimonios de todo tipo de ob-servadores, desde la Antigüedad hasta nuestros días. En cambio, se sospecha que la gran mayoría de foto-grafías del fenómeno son falsas o muestran otras cosas. Aún no existe una teoría explicativa satisfactoria(de hecho, quizás haya varios fenómenos distintos...) ni ha podido ser reproducido en laboratorio a volun-tad para ser estudiado experimentalmente. El tipo de evidencia disponible, testimonios ocasionales de fia-bilidad desconocida, y la ausencia de un marco teórico de explicación han hecho que aún haya científicos queduden de su existencia (atribuyendo las observaciones a ilusiones ópticas, confusiones...) o simplemente loignoren.Aunque existen fuertes paralelismos con la problemática de los OVNIs, el “fenómeno” del rayo en bola pa-rece, de entrada, más digerible para la ciencia, en tanto que supuesta manifestación natural de caracterís-ticas bien acotadas. No han faltado las “interferencias” entre ambas áreas. Observaciones de fenómenosque podrían ser etiquetados como rayos globulares son citadas como ejemplos de avistamientos de OVNIs.Informes sobre OVNIs de incierto origen han intentado ser explicados como manifestaciones del rayo enbola, un fenómeno no menos incierto, por el momento...Aún así, es evidente que la comparación con debates como el que rodea al rayo en bola se queda corta.Hemos de mirar en otras direcciones. Janet Oppenheim, en su libro The Other World (1985), echa una mi-rada a la controversia generada por el espiritismo y la investigaciones metapsíquicas en la sociedad britá-nica desde mediados del siglo XIX a principios del siglo XX:“Si la British Association y la Royal Society no investigaron nunca ningún presunto suceso metapsíquico,no fue porque quisieran mostrar con ello su desaprobación hacia los científicos díscolos sino para no mal-gastar el tiempo en lo que parecía básicamente una tarea fútil que no iba a llevar a ningún conocimiento ra-zonablemente cierto. Para Oppenheim:“Los científicos que aceptaban la manifestación de espíritus o agentes metapsíquicos en general,no negaban directamente los argumentos de sus críticos. Coincidían con ellos en que los fenóme-nos metapsíquicos eran elusivos e inadecuados para ser estudiados en un laboratorio científico. Loque negaban era que las características de los fenómenos metapsíquicos los situaran al margen delinterés científico legítimo. Rechazaban la pretensión de que sólo lo predecible, lo medible, lo ob-servable o lo tangible debiera captar la atención de la ciencia contemporánea y servir de evidenciaválida en la labor de los científicos por comprender el mundo. Tales criterios de evidencia, señalaba[Alfred Russel] Wallace en 1876, deberían impedir que la ciencia investigase los meteoritos, esosfragmentos del cosmos cuya caída no podía ser prevista necesariamente, ni atestiguada directa-mente, ni reproducida a voluntad en laboratorio por experimentados científicos. Y sin embargo,había científicos que estudiaban los meteoritos ávidamente mientras excluían sin vacilación los fe-nómenos metapsíquicos de entre los temas de su interés. Dichos científicos, argumentaba [Sir Oli-Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia62ver] Lodge veinticinco años después, intentaban imponer sus propias nociones selectivas de ordeny explicabilidad a las fuerzas de la naturaleza. Como resultado, restringían seriamente su capacidadde comprender la naturaleza. Lodge estaba convencido de que si la ciencia del siglo veinte iba a con-tinuar su triunfal historia de descubrimientos, no sería gracias a individuos de visión tan estrecha.”Fenómenos metapsíquicos, científicos y espíritus... Basta sustituir “fenómenos metapsíquicos” por “OVNIs”y “espíritus” por “extraterrestres” para dotar a estos comentarios de una renovada actualidad.No existe ni existirá la prueba de que los OVNIs no existen. Nunca podrán ser explicados puntualmente,de la A a la Z, todos y cada uno de los informes sobre OVNIs (recordemos lo que ya apuntaba la ComisiónRobertson). Pero ya sabemos algo trascendental al respecto. Nos dicen que, a veces, los OVNIs se dejan verpor observadores cualificados. Nos dicen que, a veces, se pasean delante de muchos testigos. Nos dicen que,a veces, se dejan observar durante horas. Nos dicen que, a veces, retornan al mismo lugar. Que se dejan fo-tografiar (y los avances de la tecnología han hecho que cada vez sean más los fotógrafos potenciales). Quese dejan pescar en las pantallas de radar. Que dejan huellas... Pero lo realmente milagroso es que en seis dé-cadas de OVNIs aún no se haya producido una conjunción de circunstancias que brinde una prueba defini-tiva, incontrovertible, de su existencia como fenómeno nuevo e inexplicable. En definitiva, cabe pensar queo bien no existe tal fenómeno o bien es inaprensible por propia naturaleza. En el segundo caso estaríamoshablando de la intervención de inteligencias no humanas con la capacidad de impedir que se demuestre supresencia. Si así fuera, la ciencia no tendría nada que decir, al igual que no entra en la discusión de la exis-tencia de Dios. Y entre loscientíficos terrícolas siempre habrá creyentes, agnósticos y ateos...15 Véase Esteban, C,. El Gran Silencio. La paradoja de Fermi y las visitas extraterrestres en el pasado, en este mismovolumen.Ovnis, científicos y extraterrestres. Los científicos echan un vistazoMás inusual que un ovni...Mientras se estaba pergeñando la primera versión de estas líneas se produjo un suceso aúnmás raro que el avistamiento de un OVNI. Se publicó un artículo sobre OVNIs en una revistacientífica especializada: “Inflation-Theory Implications for Extraterrestrial Visitation” (J. De-ardorff, B. Haisch, B. Maccabee, H.E. Puthoff), Journal of the British Interplanetary Society,vol. 58, pp. 43-50, 2005 (consultable en www.ufoskeptic.org/JBIS.pdf). Uno de los autores, elastrónomo Bernard Haisch, aventuraba que esto no sucedía desde que otro de los autores, elfísico óptico Bruce Maccabee, publicara un artículo en Applied Optics, hace un cuarto desiglo...El artículo venía a ser un alegato a favor de una reevaluación del fenómeno de los OVNIs.Se trataba básicamente de un rescate desde las alturas, tomando la “paradoja de Fermi”15como punto de partida. Décadas atrás, el premio Nobel de física Enrico Fermi planteaba: sirealmente hay numerosas civilizaciones avanzadas en nuestra galaxia, ¿dónde están?, esdecir, ¿por qué no tenemos ninguna prueba de que existan? Los autores del artículo estima-ban que los últimos descubrimientos y, sobre todo, las más recientes especulaciones y des-arrollos teóricos en el campo de la cosmología, la física, la astronomía y la Astrobiologíatienden a reforzar la idea de que esas civilizaciones deben de existir (en este universo o enalgún universo paralelo, si las últimas teorías sobre supercuerdas y branas fueran correctas)e incluso podrían estar visitándonos (si tuvieran alguna base real constructos teóricos comolos “agujeros de gusano” o los “tubos de Krasnikov”, y si además pudieran aprovecharse parareducir la duración de los viajes interestelares).Otras razones esgrimidas para alentar la revisión del asunto de los OVNIs eran lasincoherencias del informe Condon (que para los autores del artículo no zanjó la cuestión),63el cúmulo de observaciones posteriores a su publicación así como la existencia de mucha in-formación que por aquel entonces aún no estaba disponible (mencionaban, entre otros mu-chos ejemplos, los expedientes militares desclasificados en España16 –en los que sabemos desobra, por cierto, que no hay ni rastro de extraterrestres...). Los autores añadían que “suponiendo que al menos algunas observaciones inexplicablespueden ser manifestaciones de inteligencia extraterrestre, entonces hay otra razón para unareevaluación: el creciente reconocimiento a lo largo de las dos últimas décadas de que unagran parte del comportamiento manifestado puede ser considerado como bastante racional”.Enseguida resultaba obvio que en sus argumentaciones no cesaban de poner la carreta de-lante de los bueyes...Así, reconocían que aunque observadores y analistas pudieran haber encontrado evidenciassuficientemente convincentes en observaciones particulares, localizadas y, generalmente,breves –aunque nada discretas–, no se han producido manifestaciones de larga duración ob-servadas por gran cantidad de testigos que hayan dejado evidencias capaces de convencer aun gran número de científicos. “Sospechamos que este cauteloso comportamiento podría noser casual”. Los extraterrestres querrían ahorrarnos el trauma de un contacto abierto pre-maturo, sugerían. Y acto seguido encontraban más indicios de esa supuesta ética extrate-rrestre: el hecho de que en las últimas décadas no haya habido rastro alguno de intervenciónextraterrestre en nuestra historia, ni para bien ni para mal, sería consistente con “la realidaddel fenómeno de los OVNIs”. Obsérvese cómo los autores acababan dándole la vuelta a la“paradoja de Fermi”, de manera que la inexistencia de pruebas de la visita de extraterrestresles llevaba a sospechar que ya están entre nosotros...Por lo demás, no dejaba de llamar la atención que los autores publicaran un llamamiento ala comunidad científica para que investigara algunos de los mejores informes sobre OVNIs enlugar de presentar directamente su propia investigación científica de algún caso representa-tivo.Tras leer el artículo nos quedó una duda. ¿Qué era para sus autores una prueba suficiente?¿Hay dos raseros distintos cuando se trata de OVNIs, según el punto de vista adoptado? Elartículo daba a entender que hay pruebas suficientes para los investigadores que estudiantales fenómenos, pero que no bastan para convencer a la comunidad científica ni a la socie-dad en general. ¿Cuál es ese “sexto sentido” que permite a los científicos ufólogos constatarla autenticidad de un fenómeno no demostrado científicamente? Volvamos a los autores delartículo.Bernard Haisch no es un ufólogo pero el tema no le es ajeno tras desempeñar la función deeditor en jefe del Journal of Scientific Exploration (la publicación de la ya citada SSE –Societyfor Scientific Exploration–) durante la década de los noventa.James W. Deardorff es un profesor de Ciencias Atmosféricas retirado que otorga credibili-dad a las tan famosas como falsas fotografías de platillos volantes del contactado suizo BillyMeier. El físico Bruce Maccabee, un directivo del Fund for UFO Research, ha defendido con-tra viento y marea la autenticidad de otras espectaculares fotos tomadas en Gulf Breeze (Flo-rida) por un fotógrafo habitual de naves extraterrestres y presunto abducido.El físico Harold E. Puthoff, director del Instituto de Estudios Avanzados de Austin, no hadescollado en el campo de la ufología pero son bien conocidas sus “investigaciones” de per-sonajes dotados de supuestas capacidades paranormales, como el célebre “doblador de cu-charas” Uri Geller.Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia64BibliografíaCondon, E. U. (Dir.) & Gillmor, D. S. (Ed.). (1968). Scientific study of unidentified flying objects. NewYork: Bantam [ consultable en: www.ncas.org/condon> ].Jacobs, D. M. (1975). The UFO controversy in America. Bloomington: Indiana University Press.Sagan, Carl & Page, Thornton (eds.). (1972). UFOs: A Scientific Debate. Ithaca: Cornell University Press.Steiger, Brad. (1977). Proyecto Libro Azul. Madrid: EDAF [ Versión original (1976): Project Blue Book.New York: Ballantine Books ].Rossoni, D., Maillot, E. & Déguillaume, E. (2007). Les OVNI du CNES, trente ans d’études officielles (1977-2007). Book-e-book [ versión preliminar consultable en: <http://www.observatoire-zetetique.org/page/doc.php?publication=1&ecritId=37> ].▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼Ovnis, científicos y extraterrestres. Los científicos echan un vistazoProbablemente, el “sexto sentido” que tienen en común estos autores se llama credulidad.Entretanto, lo que trascendía a los medios era que “científicos norteamericanos afirmanque es altamente probable que existan extraterrestres”...65“Ellos”: taxonomía y filogenia de los visitantesLuis R. González MansoPrecedentesLa cuestión de la vida extraterrestre se ha debatido casi desde el principio de la historia. Filósofos, erudi-tos y científicos de todas las épocas han debatido la idea de la pluralidad de mundos habitados sin poder lle-gar jamás a conclusiones definitivas ante la carencia de pruebas contrastables1. Solo muy recientemente seha podido verificar de forma experimental la presencia de otros planetas orbitando alrededor de estrellas dis-tintas a nuestro Sol, requisito imprescindible (se supone) para el desarrollo de la vida en otros lugares delUniverso2. Sin embargo, entre el público en general la pregunta ha recibido mayoritariamente una respuesta favo-rable. Y no sólo la cuestión de la vida, sino la de la inteligencia. Hasta finales del siglo XIX puede decirse quelos viajeros literarios a otros mundos (o los visitantes llegados desde más allá de la atmósfera)no eran seresalienígenas genuinos, en el sentido de que se trataba de hombres o animales a menudo caracterizados conformas extrañas; pero siempre representaban papeles fácilmente reconocibles de sátira social o elucubra-ciones utópicas. Algunos autores argumentan que el concepto de un modo de vida determinado por condi-ciones distintas, y por tanto realmente ajeno a los hábitos terrestres, no pudo aparecer como unaconsecuencia natural hasta que Darwin promulgó las ideas evolutivas.Mientras escritores y científicos elucubraban con las formas que podían adoptar las hipotéticas inteli-gencias extraterrestres, la gente normal se conformaba con el antropomorfismo. El movimiento espiritista,teosófico y ocultista en general acogió con entusiasmo este tipo de ideas. Recordemos que ya en 1752 elsueco Emmanuel Swedenborg aseguró haber conversado con los espíritus (todos humanoides) que pobla-ban cada planeta de nuestro sistema solar3. En su intento por reconciliar evolución y creación, los espiritis-tas (con Helena Blavatsky a la cabeza) dieron un paso más. Esa evolución estaría guiada, controlada eimpulsada por una serie infinita de jerarquías celestiales (todas antropomorfas) que necesariamente tuvie-ron y tienen que visitarnos, que bajar hasta nuestro mundo para crearnos en su momento y seguir vigilán-donos con posterioridad, especialmente en los momentos cruciales. 1947: llegan los platillos volantes¿Y qué momento más crucial que el final de la Segunda Guerra Mundial y el nacimiento de esa terroríficaarma de aniquilación absoluta que era la bomba atómica, junto al desarrollo de los primeros cohetes capa-ces de llevarnos al espacio exterior? El 24 de junio de 1947 tras la observación de Kenneth Arnold cerca delmonte Rainier, la histeria platillista se desató en todo el mundo.Sin embargo no fue hasta 1950, con la publicación de un sensacionalista artículo en la popular revistaamericana True4, que la llamada Hipótesis Extraterrestre (HET en adelante) empezó a convertirse en el ejeprincipal de la percepción popular del fenómeno OVNI (acrónimo acuñado por la Fuerza Aérea norteame-ricana en un intento por eliminar connotaciones extraterrestres, pero que pronto sería fagocitado por su an-tecesor y pasaría a convertirse en sinónimo de nave alienígena) y de aquella disciplina que pretende (aunquecasi nunca lo consigue) ocuparse del asunto desde un enfoque científico, la ufología.1 Véase Campo, R., Los extraterrestres y sus mundos..., en este mismo volumen.2 Véase Guerrero de Escalante, E., Exoplanetas: los nuevos mundos, en este mismo volumen.3 Véase nota 1.4 Véase Campo, R., Conspiraciones y encubrimientos: el mito autoprotector, en este mismo volumen.66Según las crónicas, el “primer contacto” entre un humano y unos extraterrestres tuvo lugar en Curitiba(Brasil). El Diario da Tarde del 8 de agosto de 1947 aseguraba que algunos días antes el topógrafo José C.Higgins se habría encontrado con varias entidades de unos 2,10 m de estatura que salieron de un disco vo-lador de unos treinta metros de diámetro. La descripción de los seres como con grandes cabezas redondasy calvas, ojos redondos también de gran tamaño y sin cejas ni pestañas, barbilampiños y de sexo indeter-minado, parece razonablemente próxima a la de los actuales grises salvo por su gran estatura. Mediante di-bujos en la arena le indicaron que procedían de Urano. El párrafo final del relato apunta a la posibilidad deuna broma periodística. Así comenzaría toda una relación de incidentes, minuciosamente recogidos por los ufólogos de cada país,y que en la actualidad suponen varios miles de relatos, a cuál más increíble.Primeros intentos de clasificaciónLos casos de ocupantes fueron escasos en los primeros años de la década de los cincuenta. Sin embargo,en 1951 llegó a las pantallas de cine Ultimátum a la Tierra (When the Earth stood still) con su mensaje deextraterrestres bondadosos de aspecto inequívocamente humano. La senda así abierta fue seguida por losllamados contactados, cuyo primer y principal exponente fue el autonombrado profesor George Adamski,en 1952. Su ejemplo cundió con rapidez tanto en los Estados Unidos como en el resto del mundo, que se llenóde historias sobre encuentros amistosos con seres angelicales bajados de naves tecnológicamente muy avan-zadas. Por otro lado, pronto salieron a la luz varios montajes o fraudes sobre platillos estrellados, tripula-dos supuestamente por enanos cabezones; el más conocido habría tenido lugar en Aztec (Nuevo Méjico),según los datos aportados por el periodista Frank Scully en su libro Behind the Flying Saucers (1950).La mayoría de los ufólogos rechazaba tales historias, pero su existencia dificultó indudablemente la acep-tación de otros informes de ocupantes menos idealizados, al menos en los Estados Unidos. Sería el Gran Pá-nico Marciano que embargó las vidas y las mentes de los franceses e italianos durante los meses de octubrey noviembre de 1954 el que marcaría un punto de inflexión, pues entre los centenares de avistamientos de-nunciados más de ochenta mencionaban la presencia de ocupantes. En 1963, el crítico literario francés me-tido a ufólogo Michel Carrouges elaboró el primer análisis estadístico de este tipo de incidentes, muyelemental, para su libro Aparecen los marcianos. Señala una triple dualidad, que hasta cierto punto sería re-currente en esfuerzos posteriores:Pequeños pilotos de una talla entre 100 y 120 cm; y otros de talla humana corriente.Pilotos con “escafandras”; y otros con ropas ordinarias y rostro descubierto.Pilotos que hablan un lenguaje incomprensible; y otros que hablan idiomas terrestres. Al año siguiente, Jacques Vallée (informático y escritor de ciencia ficción francés que con el tiempo lle-garía a ser una de las figuras principales de la nueva disciplina) publicó en Flying Saucer Review (FSR en ade-lante) el primer estudio descriptivo de ocupantes de OVNIs. Tras descartar los casos más alucinantes, pudorecopilar 80 avistamientos en todo el mundo con un total de 153 entidades. De ellas, 44 eran enanos (de trescategorías diferentes), 52 hombres (y mujeres), y 4 gigantes. Vallée concluye que la validez de estos ha-llazgos dependía claramente de la credibilidad de los testigos.Los casos de ocupantes seguían acumulándose. Así, el 24 de abril de 1964 un policía de Socorro, Nuevo Mé-xico (EE.UU.) observó un par de seres y su OVNI ovoidal con dos características extrañas: una insignia enel fuselaje y un despegue a poca velocidad acompañado de un gran estruendo y llamas (recientemente, al-gunos escépticos han apuntado la posibilidad de que se tratase de un globo aerostático). En Europa, el 1 dejulio de 1965, un cultivador de espliego de Valensole (Francia) descubrió una pareja de seres de baja esta-Ellos: taxonomía y filogenia de los visitantes 67tura examinando su plantación. Uno de ellos le apunto con un aparatito que lo dejó paralizado mientras en-traban en su cercana nave y se marchaban. Ambos casos fueron investigados por las autoridades sin llegara ninguna explicación plausible, lo que abrió el camino para su aceptación incluso entre los ufólogos más re-nuentes. Muestra de ello es la aparición casi simultánea de dos obras pioneras a ambos lados del Atlántico. Los ingleses de la FSR dedicaron su número especial de octubre-noviembre de 1966 a los casos de ocu-pantes, tomando de la ciencia ficción de los cuarenta un epíteto descriptivo intencionalmente aséptico perotambién muy revelador: “Los Humanoides”. Se trata de un trabajo multidisciplinar con aportaciones de todoel (primer) mundo. Se inicia con un caso que marcaría el estereotipo del enano cabezón, el de Villa Santina(Italia) en agosto de 1947 (aunque salió a la luz en fecha tan tardía como 1955) y cuyo único testigo era ca-sualmente autor de ciencia ficción. De España, Antonio Ribera (submarinista, traductor y -una vez más- es-critor de ciencia ficción convertido en ufólogo) aporta el curioso incidente de un pastorcilloconquense en1953. En Gran Bretaña se indica que son “pocos y muy espaciados”, y sellama la atención sobre un “factor temporal de ingreso-egresión extraor-dinariamente breve” (jerigonza cientificista para señalar que los supues-tos ocupantes salen o entran de sus naves con una rapidez pasmosa, loque lleva a suponer que pudieran no ser reales sino “proyecciones psíqui-cas”). Vallée ofrece su hallazgo de diversas “leyes” positivas y negativas,indicando que los seres descritos son siempre de apariencia casi comple-tamente humana, de “tipo europeo” y sin aparatos respiratorios. Pese a laexistencia de fluidos contactos con América del Sur, la casuística iberoa-mericana (66 casos, fundamentalmente pertenecientes a la oleada aus-tral de 1965) está basada en recortes de prensa, con lo que la imagenresulta mucho más confusa e incoherente, apareciendo incluso una nuevacategoría: ¡los cíclopes! Los Estados Unidos contribuyen con 28 inciden-tes diversos y una discusión sobre la imposibilidad de excluir a priori loscasos de “pequeños hombrecillos verdes” y los de “humanos de largas ca-belleras rubias”. El trabajo se cierra con un ensayo de Aimé Michel sobreel principal obstáculo de la HET: el “problema del No Contacto”, aun vi-gente cuarenta años después.Figura 1Edición española de Los Humanoides (Ed. Pomaire).Por su parte, en julio de 1967, el matrimonio Coral y Jim Lorenzen (fundadores del APRO, el grupo ufoló-gico norteamericano más proclive a aceptar la idea de los OVNIs como naves tripuladas) publican Flying Sau-cer Occupants. El primer caso del libro, sobre unos enanos cabezones en el lago Ontario en 1914, resultabaespectacular, pero luego se comprobó que se trató de un fraude. Los autores pasan revista a la ya habitualcolección de sucesos procedentes de todo el mundo, aunque la pieza fundamental de su argumento es la pu-blicación por vez primera en un medio de masas de la historia de Antonio Vilas Boas, agricultor brasileñoque habría sido abducido en 1957, manteniendo relaciones sexuales con una de sus captores. En sus conclu-siones sólo se refieren a que los rasgos más repetidos son ojos grandes, cráneos enormes y pequeña estatura,dividiendo a los enanos en tres categorías, y dando gran importancia al relato de Vilas Boas porque “suponela implicación de que los visitantes no sean sólo humanoides, sino humanos, es decir, con nuestra mismaconstitución genética”. Consideraciones teóricasDesde finales de la Segunda Guerra Mundial habían ido creciendo en la comunidad científica los partida-rios de la posibilidad de vida extraterrestre. Al retomarse la hipótesis nebular sobre la formación de siste-mas estelares, la existencia de planetas volvía a ser más que posible. Tras los conocidos experimentos deVida en el Universo. Del Mito a la Ciencia68Miller-Urey, a principios de la década de los sesenta, Frank Drake elaboraba su famosa ecuación; poco des-pués el periodista Walter Sullivan publicaba No estamos solos (We are not alone); y no tardaron Sagan yShklovski en estimar en un millón el posible número de civilización extraterrestres ¡sólo en nuestra galaxia!Y recordemos que cuando en 1967 se descubrieron por vez primera los púlsares recibieron durante unos díasel acrónimo LGM (abreviatura de Little Green Men), pues se pensó que eran mensajes de origen inteligente.Naturalmente, las inteligencias extraterrestres deben materializarse de alguna forma y los debates erudi-tos al respecto fueron frecuentes. Las dos posturas extremas podrían personificarse así: en la primera elprofesor R. Bieri, que defendía la posibilidad de formas humanoides con simetría bilateral, derivadas de lanecesidad de órganos manipuladores ajenos a la locomoción acompañados de órganos sensoriales cercanosal cerebro y elevados a cierta distancia del suelo5; en la segunda el profesor George Gaylor Simpson quien,apelando a la gran cantidad de pasos aleatorios en el desarrollo de un ser tan complejo como el hombre, ne-gaba enfáticamente cualquier posibilidad de que los mismos pudieran re-petirse de la misma forma6.Algunos ufólogos iban ya varios pasos por delante y aplicaban sus co-nocimientos profesionales a aspectos concretos de estas supuestas in-teligencias extraterrestres. Así, en 1970 el catedrático canadiense delingüística P. M. H. Edwards, dedica dos artículos en la FSR a estudiarel “habla de los alienígenas”, sin poder llegar a ninguna conclusión de-bido a la gran disparidad en los datos disponibles, desde ocupantes quehablaban perfectamente el idioma de los testigos (fuesen éstos mexi-canos o estadounidenses) a otros que sólo empleaban lenguajes inin-teligibles.En marzo de 1970 disponíamos ya de los primeros “retratos-robot”, quealcanzarían gran difusión por todo el mundillo ufológico. Fueron elabora-dos por Hal Crawford y llegaron a aparecer en el periódico sensacionalistaestadounidense National Enquirer al año siguiente, multiplicando expo-nencialmente su capacidad de contagio. Se agrupan en cuatro categoríasordenadas según la abundancia relativa de casos:Figura 2Portada del número de Phénomènes Spatiaux que incluye el artículo clásico de Jader U. Pereira sobre los humanoidesEnanos cabezones con escafandra y mirada penetrante. Se muestran tímidos y se dedican a la recolec-ción de muestras geológicas y biológicas, “humanos incluidos”.Seres de aspecto humano caucasoide con monos de una pieza. Aparte de la recogida de muestras, existendenuncias de que se dedican a la intimidación de testigos -los conocidos como “hombres de negro” (Men inblack)7.Animales experimentales. Sin ropa, con ojos brillantes y garras formidables. Su tamaño varía desde los 60a más de 210 cm. Su comportamiento indica que han sido entrenados en la recogida no selectiva de mues-tras.Todos los demás: formas ameboides, evanescentes, invisibles, etc.A partir de junio del mismo año ve la luz por entregas en el boletín ufológico francés Phénomènes Spa-Ellos: taxonomía y filogenia de los visitantes 5 1964) “Humanoids on others planets?”. En: American Scientist, 52, 452-458.6 (1964) “The nonprevalence of humanoids”. En: Science, 143, 769-775.7 Véase Campo, R. Conspiraciones y encubrimientos: el mito autoprotector, en este mismo volumen.69tiaux un catálogo y estudio estadístico sobre casos de ocupantes elaborado por el brasileño Jader U. Pereira.Dado su carácter de hito ufológico aparece descrito con cierto detalle en el cuadro adjunto.El estudio inicial fue realizado a partir de 334 casos procedentes de todo el mundo y las ilustraciones quelo acompañaban fueron dibujadas por el propio Pereira tratando de ser lo más fiel posible a las descripcio-nes originales. Sin embargo, del total de casos recogidos y tras sucesivos descartes, no todos pudieron ads-cribirse a las diferentes categoríasestablecidas, que quedarían confor-madas finalmente por sólo 138 casos.La publicación de este trabajo tuvogran repercusión en el ámbito de laufología europea de habla no inglesa,siendo reproducido total o parcial-mente en España, Italia y Escandina-via. Sin embargo, curiosamente,jamás llegó a ver la luz en su propiopaís.Figuras 3, 4 y 5Algunas de las tipologías recopiladas por Jader U. PereiraComo es natural hubo críticas, in-cluso dentro del ambiente ufoló-gico creyente. La principal serefería a la carencia de cualquiercoeficiente de credibilidad que per-mitiese evaluar tanto la exactitudcomo la sinceridad del testigo. Enla misma línea, se apuntaba la dis-torsión inevitable en toda transmi-sión de información desde eltestigo (errores de percepción), pa-sando por el investigador (errores de interpretación) hasta llegar a su publicación. Otra carencia graveera la escasez de datos, que para algunas tipologías resultaban claramente insuficientes. También seindicó que sería oportuno separar las características somáticas (rasgos físicos y de movilidad) de lasculturales (vestimenta y accesorios, longitud de los cabellos y lenguaje) y de las psicológicas(actitudhacia los testigos y el entorno).Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia70Ellos: taxonomía y filogenia de los visitantes Clasificación de Jader U. PereiraTipo 1 – Seres humanos normales (la categoría con mayor número de casos: 27).- Dividida entres variantes, una de estatura normal y dos de talla superior a los 170 cm.Tipo 2 – Seres de rasgos humanos normales pero tamaño inferior a 120 cm.- También contres variantes en función del color de la piel.Tipo 3 – Seres de apariencia masculina pero con larga cabellera.- Se identifican tres variantessegún el tamaño (enanos, seres normales y gigantes)Tipo 4 – Piel de aspecto arrugado.- Tres variantes, una de estatura normal y dos de enanos(unos cabezones y otros no).Tipo 5 - Cabeza desproporcionada con respecto al cuerpo y calva.- Dos variantes, según losojos fueran normales o grandes.Tipo 6 – Cuerpo cubierto de pelos.– Estatura inferior a 120 cm. Desnudos, todas las observa-ciones se efectuaron en 1954: 4 en Francia y 3 en Venezuela.Tipo 7 – Máscara respiratoria que deja ver parte del rostro.- Talla y demás rasgos muy varia-bles según los casos, al igual que la actitud frente al testigo. Tipo 8 – Seres de baja estatura con escafandra.- Dos variantes según su talla se encuentreentre 130 y 160 cm o sea inferior.Tipo 9 – Seres de estatura humana con escafandra.Tipo 10 – Seres con escafandra y grandes ojos redondos.Tipo 11 – Seres con un solo ojo, “cíclopes”.- Se añadió una segunda variante tras el análisis ori-ginal pues mientras los primeros casos eran de gigantes, luego se descubrieron otros 3 casos deapenas 80 cm de estatura.Tipo 12 – Seres de gran estatura con escafandra.Tipo suplementario 1 (casos conocidos tras el análisis original) – Seres amorfos (3 casos). AnálisisEl autor elabora un extenso grupo de estadísticas sobre todo tipo de parámetros y caracte-rísticas. Señalaremos los hallazgos más relevantes:+ Por países destaca Brasil con 46 casos, por encima de Estados Unidos, Francia y Argentina,pero seguramente es debido a que se trata de la patria del autor, cuya inmediatez distorsionalos resultados.+ Duración de la observación: lo habitual son unos 5 minutos aunque se conocen 8 casos devarias horas y uno ¡de varios días!+ Distancia entre el testigo y los seres: en 149 casos es inferior a 15 metros. Aunque tras1954 se apreció una mayor proximidad, los datos posteriores a 1965 muestran un cierto aleja-miento.+ Lugar de observación: los más frecuentes son en el campo o las vías de comunicación.+ La mayoría de los casos son de testigo único y adulto.+ Se observó un objeto sólido en 211 casos y una simple luz en 4. Sólo en 15 casos no se ob-servó ningún OVNI.+ El 62% de los ufonautas se encuentran por debajo de los 160 cm de estatura.71A partir de ese momento, los ufólogos franceses toman el testigo. A lo largo de todo este comentario nosreferimos generalmente a obras para especialistas, con muy remoto acceso al público en general. Una ex-cepción serían Jacques Lob y Robert Gigi, autores de una historia en cómic del fenómeno OVNI para uno delos principales tebeos franceses (Pilote) a partir de 1969, quienes presentan en el número de julio de 1971 unagalería de doce retratos a todo color de diversos humanoides descritos en casos clásicos. En 1972 Geneviève Vanquelef analiza los ocupantes de los OVNIs y su comportamiento para el boletín Lu-miéres Dans La Nuit (LDLN en adelante). Por su parte, Dominique Caudron llega a preguntarse si la excep-cionalidad de los seres no humanoides pudiera ser una ilusión debido al proceso de recopilación deinformación y a la autocensura de testigos e investigadores. Señala un curioso paralelismo entre el fenómenohumanoide y el propio fenómeno OVNI, indicando como en ambos casos puede establecerse una morfolo-gía de complejidad decreciente, desde las visiones más elaboradas (seres con escafandras o platillos con cú-pulas y luces intermitentes, etc.) hasta llegar al representante más sencillo, común a ambos fenómenos: lasimple esfera animada. Su conclusión es contundente: la distribución observada en un catálogo de tipos dehumanoides no debe corresponderse de ninguna manera con la distribución real. Y ello es así porque, ade-más, estos catálogos se elaboran desde una perspectiva “extraterrestre”, olvidando toda una historia de vi-siones humanoides de otro tipo: fantasmas, duendes, apariciones marianas, etc. La muestra de casos siguecreciendo. En ese mismo número de LDLN (septiembre de 1977) A. Gamard ofrece unos resultados estadís-ticos preliminares sobre 559 observaciones, confirmando que las características del fenómeno humanoidecoinciden con las del fenómeno OVNI.Al otro lado del Atlántico encontramos posturas contrapuestas. Así, Otto Binder (1974), adoptando unapeculiar “navaja de Occam”, se deja guiar por las apariencias al señalar la carencia de cualquier mínimocomún denominador entre la enorme diversidad de naves y seres descritos, y concluye que: “La única res-puesta lógica a las aleatorias disparidades que muestran los OVNIs es que los ufonautas procedan de dife-rentes planetas, con evoluciones, culturas y tecnologías diferentes”. Coincidimos con el autor cuandoenfatiza que nunca han resultado idénticas en todos sus detalles dos descripciones de ovnis u ocupantes, perosu propuesta plantea más problemas de los que resuelve. ¿Qué tenemos los humanos que provoca tanta cu-riosidad? De todas formas, el autor no puede evitar el ansia taxonómica y describe cinco categorías princi-pales, añadiendo a las ya conocidas los seres de aspecto o movimientos mecánicos. Por el contrario, el científico James M. McCampbell dedica los capítulos finales de su libro Ufology (1976)a los pilotos y su comportamiento (una vez más basándose en el catálogo de Vallée). Partiendo de 217 casos,vuelve a reiterar la clasificación por tamaños, donde destacan los seres de bajo tamaño (en torno al metro),que suponen más de la mitad de la muestra. Las descripciones de los mismos añaden dos rasgos que se vanasentando como definitorios: grandes cabezas calvas y ojos enormes, prominentes. La gran diferencia conlos posteriores grises es la mención habitual de orejas. Entre los de aspecto humano señala sus rasgos cau-cásicos, atribuyendo algunas coloraciones peculiares de piel (verde, roja, etc.) a la iluminación externa. Paraeste autor existirían dos razas alienígenas cooperando entre sí. Respecto a la vestimenta, proliferan los tra-jes de una pieza uniformados (a lo Star Trek o Forbidden Planet) y el aditamento más habitual es un anchoVida en el Universo. Del Mito a la CienciaConclusiones de J. U. PereiraSe observa una coherencia tanto en los seres como en las naves descritos pese a proceder de paí-ses muy alejados y distintos, y sus características técnicas parecen próximas a las humanas, al igualque su aspecto físico y comportamiento (salvo excepciones). La actitud de las criaturas es variabley puede ser amistosa, pasiva u hostil, pero las armas utilizadas no son letales. Es posible el contactointelectual con ellos, sin riesgo de contaminación microbiana, pero parecen rehusar el contacto anivel oficial y en masa.72cinturón, generalmente con alguna fuente de luz. Por lo que se refiere a escafandras o aparatos respirato-rios, son mucho menos frecuentes de lo que sería de esperar. Pasando a sus actividades en la Tierra, aunqueparece que los ufonautas están llevando a cabo un estudio científico de nuestro planeta, lo cierto es que susactividades resultan extrañamente aleatorias y desorganizadas. McCampbell reconoce que son contadas lasocasiones en que los tripulantes de los OVNIs exhiben dificultades para moverse en nuestro campo gravi-tatorio. Y termina su análisis comentando su actitud hacia la humanidad. Según él, los ufonautas no inter-fieren en los asuntos humanos, hasta el extremo de intentar pasar desapercibidos. Los actos de agresiónson ocasionales y aparentemente como defensa propia, limitándose mayoritariamentea paralizar al testigo(por lo general, con la arquetípica pistola de rayos). Menciona de pasada las abducciones (todavía en su pri-mera época de episodios aislados y ocasionales), sugiriendo que apuntan a un ancestro común, pues sólo asípodríamos ser genéticamente compatibles. En resumen, un claro ejemplo de cómo hasta los científicos sedejan llevar por sus deseos.¿Varía el fenómeno humanoide según los países?Durante la década de los setenta proliferaron los estudios nacionales. El primero corresponde casual-mente a España, con los datos biométricos sobre 19 casos aportados por V. J. Ballester Olmos en 1972 y am-pliados años después, en su primer libro OVNIS: el fenómeno aterrizaje (1978), hasta 36. En depuracionesposteriores, buena parte de estos casos recibieron una explicación convencional o no pudieron reencuestarse,por lo que cayeron por tierra los pocos hallazgos avanzados.Se conocen estudios similares en Italia, Brasil, Argentina, Canadá, Australia, e incluso Malasia, cada unocon sus características peculiares e irrepetibles. Lo más novedoso es que se realizan también análisis de casosnegativos (es decir, según la peculiar lógica de los ufólogos, aquellos que han sido explicados de maneraconvencional) sin encontrar grandes diferencias, por lo que varios autores abandonan la HET clásica, de-cantándose por las explicaciones psico-sociológicas8 e insistiendo en la importancia de la depuración de lacasuística. Como curiosidad, también se conoce una postura escéptica, la del argentino Ladislao Vadas en sulibro Naves extraterrestres y humanoides: alegato contra su existencia (1978).1973: el año de los humanoidesTras Francia en 1954 y Sudamérica en 1965, en 1973 le llegó por fin el turno a los Estados Unidos. En ape-nas treinta y un días del mes de octubre pareció como si la tan ansiada “invasión alienígena” estuviera enmarcha. Cierto que ningún platillo se posó en los jardines de la Casa Blanca (algún escéptico ha sugerido queesta oleada fue, en parte, una reacción ante la calma veraniega tras las sórdidas revelaciones del Water-gate) pero la histeria sacudió a “la nación más poderosa del mundo”: hasta siete avistamientos de huma-noides llegaron a denunciarse en un único día, el 17 de octubre. Los ufólogos supieron estar a la altura y en apenas pocos meses (mayo de 1976), el investigador del CUFOSDavid Webb publicaba el primer análisis de la oleada (85 casos con ocupantes a lo largo de todo el año a es-cala mundial, de los que la mitad tuvieron lugar en octubre y en los EE.UU.) bajo el expresivo título de 1973– Year of the Humanoids. En el prólogo, el autor reconoce su preferencia por las descripciones humanoidesaunque la relación con los OVNIs sea indirecta (unos 20 casos del total), pero rechaza incluir informes deseres antropoides no relacionados con OVNIs; no obstante, admite (y este detalle puede ser importante) que1973 también fue un año estrella para este tipo de relatos, curiosamente concentrados en los meses ante-riores a octubre. La otra gran novedad de este año fueron las abducciones. Hasta la fecha se podían contarcon los dedos de una mano, pero en apenas un mes se denunciaron media docena, la más destacada de ellasy que alcanzó los titulares en la prensa de todo el planeta tuvo como protagonistas a una pareja de pesca-dores en Pascagoula (Mississippi) el 11 de octubre (casi inaugurando la oleada) que fueron supuestamenteexaminados a bordo de un OVNI por una especie de momias grises unípedas con pinzas. Ellos: taxonomía y filogenia de los visitantes 8 Véase Cabria, I., Ascenso y caída de los extraterrestres, en este mismo volumen.73Webb centra todo su análisis en las abducciones, utilizando el resto de la casuística como apoyo de las ca-racterísticas encontradas, y, como es obvio, siempre puede encontrar ejemplos adicionales. De los 45 casosdonde se menciona la estatura, la gran parte (27) cita enanos, en contraste con las abducciones mayorita-riamente protagonizadas por seres de altura normal. Donde existe mayor coincidencia es en el color de losuniformes de los seres, descritos abrumadoramente como oscuros o grises, y en la descripción de sus ojosrasgados, aunque todavía con pupilas diferenciadas y sin un tamaño excesivo (a diferencia del estereotipoposterior, totalmente negros y de gran tamaño). Otro elemento común de esta oleada es la abundancia deinformes sobre rasgos robóticos, bien en sus formas o en su comportamiento y manera de desplazarse (12casos). Una de las consecuencias de esta oleada en el mundillo ufológico fue potenciar el “impulso recolector” deDavid Webb y Ted Bloecher, quienes pocos meses después (al localizar a un investigador con acceso a esanovedosa tecnología que eran los ordenadores) decidieron organizar el Humanoid Study Group (HSG)(Grupo de Estudio de Humanoides) y codificar y catalogar informáticamente toda la casuística de este tipoen el llamado HUMCAT. A mediados de 1976 ya habían incluido más de 1.500 referencias, que para princi-pios de la década de los ochenta llegarían a las 2.400 procedentes de todo el mundo. Aunque nunca ha lle-gado a estar disponible al público, se hizo habitual en los congresos organizados anualmente en los EstadosUnidos alguna ponencia sobre los incidentes del año precedente, cuyas estadísticas raramente mostrabanuna pauta consistente, más allá de las superficialidades, y pese a la insistencia en sentido contrario de susautores. En palabras del afamado Dr. Hynek: “Tenemos demasiados avistamientos, nada de escasez; fran-camente, estamos abrumados ante tanta riqueza”. Quizá la aportación más interesante del HSG fue su propuesta de clasificación del grado de asociaciónexistente entre el OVNI y la entidad: Tipo A. Relación explícita. La entidad es observada sólo en el interior del OVNI, a través de puertas, ven-tanas, cúpulas, etc. Tipo B. Asociación directa. Los seres son observados entrando o saliendo del OVNI, o ambas cosas.Tipo C. Asociación implícita. La entidad es observada en las proximidades de un OVNI, pero no se observasu entrada o salida del mismo. Tipo D. Relación circunstancial. Los seres son observados durante un período de actividad OVNI en lazona, pero el testigo no menciona ningún OVNI. Tipo E. Sin relación. La entidad es observada independientemente de cualquier OVNI, sin que existan evi-dencias de actividad OVNI en los alrededores por esas fechas.Tipo F. Durante un encuentro cercano con un OVNI parece existir cierta transmisión de información me-diante “contacto” telepático o experiencia paranormal, aunque sin observar ningún ser.Tipo G. El testigo visita el interior del OVNI voluntariamente o por abducción. La idea pronto prendió en otros países y así, en 1977 se forma el Australian Entity Study Group llegandoa catalogar 105 casos en nuestros antípodas. Además, emprendieron la reencuesta de muchos de ellos, ela-borando informes en profundidad. El principal fruto de sus esfuerzos fue el catálogo de K. Basterfield. EnEuropa se constituye en 1980 el European Working Team, también con objetivos similares. Dentro de estegrupo, Jenny Randles propuso para el debate una clasificación en atención al comportamiento de las enti-dades, mientras que Alain Gamard ampliaba su estudio de 1977 a 1.000 casos, sin grandes diferencias. Otrasaportaciones fueron un catálogo de huellas de humanoides tanto francesas (46 casos) como del resto delVida en el Universo. Del Mito a la Ciencia74mundo (47 casos) y una valiosa bibliografía somera sobre los estudios consagrados a los humanoides (ela-borada por Jean-Luc Rivera). En 1979 se publicó el “canto del cisne” de los estudios taxonómicos: Les appa-ritions d’humanoïdes: 202 rencontres du 3ème type. 28 portraits-robots, por Eric Zurcher.Interesado por los OVNIs desde joven, Eric Zurcher fundó un grupo ufológico en su ciudad de residencia(Niza) y a los 26 años publica el citado ensayo, su obra principal. Centrada sólo en la casuística francesa, re-cogería (hasta noviembre de 1977)un total de 202 encuentros con ocupantes de OVNIs (sólo en 32 casos nose menciona ninguna nave). Poco más de la mitad habían sido objeto de algún tipo de investigación. Preo-cupado por la credibilidad de la información, el autor comparó ambos subconjuntos (casos positivos vs. ne-gativos) sin encontrar diferencias dignas de mención. Zurcher dividió su trabajo en dos partes: una aproximación estadística y otra analógica. Aunque ad-vierte que la variedad de las descripciones (que parece casi ilimitada) hace imposible una clasificaciónprecisa, no escapa a la tentación de formular una, según tres criterios fundamentales: estatura, equipo,y aspecto de los seres. Sólo 142 casos aportan datos suficientes, y su clasificación acaba resultando muysimilar a la de Pereira, por lo que no la repetiremos aquí. También el tratamiento estadístico sigue laspautas ya conocidas, así que sólo comentaremos las diferencias significativas o algunos detalles concre-tos.+ Durante las oleadas se incrementa la distancia promedio entre el testigo y los seres.+ El autor adopta para su análisis la hipótesis de B. Meheust de que se trata de un fenómeno ostentoso y ala vez elusivo, como lo demuestra que el 43% de los casos tienen lugar en o cerca de una vía de comunicación.+ No se conoce ningún caso con testigos claramente independientes.+ Respecto a los llamados “efectos electromagnéticos”, capaces de detener el motor y apagar los faros delos vehículos, se comprueba que la distancia al OVNI era mayor en los casos donde se denuncian tales efec-tos. Además, curiosamente, si no hubiera tenido lugar dicha incidencia el fenómeno habría pasado des-apercibido. De nuevo la “ostentación”.+ Respecto a los efectos fisiológicos, el autor ofrece una interesante disertación sobre los 30 casos de pa-rálisis total o parcial del testigo, concluyendo que “no se trata de una parálisis sino de la aniquilación de unacierta forma de motricidad voluntaria”.+ Existe una gran pobreza de detalles, aunque los seres descritos son humanoides en un 94% de los casos.La distribución según estatura es casi idéntica a la encontrada por Pereira.+ El autor ofrece interesantes consideraciones sobre el modo de aparición, desaparición y desplazamientode los seres. Destaca cómo en el 52% de los casos el fenómeno ya se encontraba allí cuando aparece el tes-tigo pero las actividades no comienzan hasta su llegada. El 35% de los seres se desplaza levitando y se in-siste en aquel antiguo hallazgo de la FSR de un “factor temporal de ingreso-egresión extraordinariamentebreve”.+ Para el autor este comportamiento del fenómeno (asimilable al de otros países) es demasiado repeti-tivo, mecánico, elemental, casi como si se tratase de la proyección de una escena en tres dimensiones, quizáprovocada deliberadamente por una inteligencia no humana.+ Los pocos mensajes alienígenas (9 casos) resultan superficiales y absurdos como los koans del budismozen, aunque mencionan temas recurrentes como los peligros de la bomba atómica, la contaminación y laguerra, junto con el aviso de su vuelta.Ellos: taxonomía y filogenia de los visitantes 75Como punto final a la aproximación estadística, se incluye un breve comentario de Alain Gamard sobrelos casos negativos. Apenas son un total de 24, de los que 19 corresponden a 1954. Distingue los siguientestipos:Dudosos (3 casos)Confusiones (6 casos)Fraude periodístico (5 casos)Broma al testigo (3 casos)Invención del propio testigo (7 casos)Lo más interesante del trabajo es la aproximación analógica,donde el autor compara el fenómeno humanoide con otros si-milares:Apariciones marianas. La preponderancia de testigos jóve-nes y de escasa formación, los elementos luminosos, los men-sajes y secretos, etc. llevan al autor a concluir que en lasapariciones marianas se lleva la ostentación al máximo (acu-den multitudes), pero es un fenómeno íntimo (sólo presen-ciado por algunos escogidos) y puede considerarse como otrafaceta (al igual que los ufonautas) de una realidad más pro-funda.Figura 6Iconografía fantástica de los humanoides basada en las descripcionesde los testigosFenomenología paranormal. Se ha denunciado todo tipo defenómenos paranormales antes, durante y después de los encuentros con ocupantes, pero resulta difícil en-tender cuál puede ser su significado.Tradición y folklore. La relación entre ambos fenómenos es indudable y prometedora, pero una vez másparece apuntar a una realidad común más profunda.Psiquismo humano. El autor comenta el “comportamiento mimético” del fenómeno (por ejemplo,entre la apariencia de los seres y la profesión del testigo), los paralelismos con la ciencia ficción, con lossueños y otros estados alterados de consciencia, y con la mitología (como sería el caso de los “hombresde negro”).Sin embargo, al final Eric Zurcher resulta incapaz de decantarse. Reconoce que la HET presenta gran-des problemas como el del “no contacto”, pero indica cómo los etólogos terrestres se sirven de métodosmiméticos para intentar comunicarse con los animales. Parece preferir un origen interno al hombre,como una especie de mecanismo autorregulador de la evolución humana, nada claro. La respuesta defi-nitiva sólo puede venir de una recogida rigurosa y pormenorizada de datos y su análisis posterior a todoslos niveles.Todos estos esfuerzos pronto cayeron en el olvido, quizá por la imposibilidad de clasificar lo inclasifica-ble, quizá por el descenso de casuística iniciado con la llegada de la década de los ochenta, o más probable-mente, porque el interés se desplazó a dos nuevos campos aparentemente más prometedores: los incidentesde platillos estrellados (con su promesa del santo grial en la forma de pruebas materiales incontrovertibles,incluso cadáveres) y las abducciones. Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia76Los esfuerzos taxonómicos en la Península IbéricaAparte de aquel artículo primigenio de Ballester Olmos ya mencionado que nunca llegó a conocerse ennuestro país, en junio de 1971 empezó a publicarse por entregas en Stendek el estudio taxonómico del bra-sileño Jader U. Pereira, que pronto serviría de referencia a todos los investigadores de este tipo de casos. Sinembargo, salvo libros divulgativos del sector crédulo como Pasaporte a Magonia (1972) de Jacques Vallèe(donde se incluía su catálogo de 923 aterrizajes), Secuestrados por extraterrestres (1981), Encuentros conhumanoides (1982) de Antonio Ribera, o La punta del iceberg (1983) y La quinta columna (1990) de J.J. Be-nítez (sin olvidar las abundantes traducciones de autores extranjeros) que son meras recopilaciones de ca-suística, casi nadie se ha animado a repetir en nuestro país las investigaciones foráneas. El ejemplo másreciente de esta indolencia sería Humanoides: encuentros con entidades desconocidas (2003) de Javier Gar-cía Blanco, que no aporta nada nuevo repitiendo casi acríticamente los casos clásicos e incluyendo una “cla-sificación básica” en diez grupos, sin pies ni cabeza. A principios de la década de los ochenta se inició una fructífera colaboración hispano-lusa entre el in-vestigador Cassiano J. Monteiro y el autor de este ensayo. Como primera fase del estudio sobre la feno-menología humanoide en la Península Ibérica e islas adyacentes, decidimos elaborar un catálogo decasuística, acudiendo en lo posible a las fuentes más primarias. Una de las primeras tareas fue estable-cer los criterios de selección, y pronto se hicieron evidentes las dificultades. Al final optamos (a seme-janza de otros autores) por una definición laxa, seleccionando aquellos casos con una “componentetecnológica”, para diferenciarlos de las apariciones marianas (fenomenología muy particular de nuestrapenínsula), los seres antropoides y los fantasmas, por mencionar sólo algunos ejemplos. El resultado denuestros esfuerzos fue el Catálogo de observaçoês de humanóides na Península Ibérica (CNIFO, 1983),donde se presentaban resúmenes estandarizados (e ilustraciones) de 121 casospositivos (se iba a acom-pañar de un análisis estadístico que jamás vio la luz) y un artículo mío sobre 54 casos negativos, quemerece algunos comentariosEn Los casos negativos de humanoides ibéricos. Un análisis preliminar se ofrecían las estadísticas habi-tuales. El resultado más “anómalo” era la abundancia de seres de estatura normal tanto en los casos nega-tivos como en los positivos, en contraste con los resultados de otros países. Pero, además, profundizamosen las explicaciones de los casos, distinguiendo cuatro categorías (de mayor a menor incidencia), cada unacon unas pautas peculiares:Fraudes. Los testigos han inventado conscientemente los hechos. En ocasiones se trata de bromas perio-dísticas o relatos anónimos imposibles de verificar: 19 casos.Confusiones. Cuando existe un objeto o fenómeno real “disparador” del relato: 13 casos.Causas psicológicas. No se ha descubierto ningún objeto o fenómeno real que pudiera ser el eje del relato,que además tiene generalmente características oníricas o alucinatorias: 7 casos.Contactados. Han tenido varios encuentros con los seres o están relacionados con movimientos mesiáni-cos: 6 casos.Éste hubiera sido un buen inicio para una reencuesta y depuración de la casuística. Sin embargo, ante lafalta de respuesta de la comunidad ufológica ibérica, orienté mis esfuerzos en otras direcciones (las abduc-ciones) y el trabajo quedó incompleto.Sin embargo, Cassiano Monteiro siguió con la tarea y en 1993 publicó un resumen actualizado de sus ha-llazgos en el boletín portugués Anomalía. Lo más destacado de este artículo es el gran aumento en los casosEllos: taxonomía y filogenia de los visitantes 77negativos (pasando de 54 a 125), mientras que sólo se añadía un caso positivo desde 1980. Su análisis poneen evidencia una vez más la indistinguibilidad entre los casos OVNI y OVI.Llegan las abducciones Como decía, a partir de 1975 la creciente proliferación de las abducciones atrajo el interés de los investi-gadores. Inicialmente, los seres descritos eran muy diversos, desde enanos con escafandras o mujeres des-nudas con vello púbico de color rojo, hasta momias con pinzas o monstruos gigantes. Con el paso del tiempo,se fue conformando el estereotipo del gris (un enano cabezón y calvo, de grandes ojos negros y cuerpo frá-gil), pero poco tardó en abrirse de nuevo el abanico morfológico, hablándose de reptiloides, insectoides,etc., sin olvidar los seres encapuchados o con túnicas, quizá como una vuelta a los contactados de los añoscincuenta. Martin Kottmeyer ha escrito diversos artículos sobre el trasfondo cultural de toda esta icono-grafía.El principal trabajo estadístico sobre el fenómeno de las abducciones fue el realizado por el folcloristaThomas Bullard: UFO Abductions: the measure of a mystery (1987). Centrado en los primeros años del fe-nómeno (hasta 1985), recoge más de 300 incidentes, de los que sólo 144 pueden considerarse abduccionesstricto sensu. Su hallazgo más sensacional y controvertido (muchos autores, yo entre ellos, han formuladoseveras críticas) es el supuesto orden coherente en el que se desarrollarían los hechos durante una abduc-ción, a través de ocho tipos de escenas representadas en riguroso orden: captura, examen, charla, paseo porla nave, viaje a otro mundo, teofanía, retorno, y secuelas.Para este trabajo nos interesan más bien sus hallazgos morfológicos y etológicos. Tras diversas estadísti-cas, el autor presenta su alienígena modelo (humanoide) con las siguientes características (100 puntos):+ Cabeza grande (10 puntos)+ Carencia de pelo corporal (10 puntos)+ Ojos grandes (10 puntos)+ Boca pequeña (10 puntos)+ Nariz pequeña (10 puntos)+ Orejas pequeñas (10 puntos)+ Aspecto frágil (10 puntos)+ Piel gris (10 puntos)+ Trajes de una pieza (5 puntos)+ Actitud o comportamiento indiferente (5 puntos) + Vestimenta ajustada (2 puntos)+ Desplazamiento flotando (1 punto)+ Menos de 5 dedos (1 punto)¡La imagen típica del gris!... ¿o no? Aquí quedan en evidencia las ideas preconcebidas de Bullard, pues ana-lizando sus estadísticas podemos comprobar que sólo en 4 casos el ser descrito alcanza 80 puntos o más, yapenas 25 consiguen rebasar los 60 puntos. Por otro lado, acaba admitiendo “versiones nacionales” al reco-nocer la preponderancia de seres altos de aspecto humano en Sudamérica y Europa, frente a los humanoi-des de baja estatura predominantes en los Estados Unidos.Respecto de su comportamiento existen dos categorías claras: indiferentes o poco amistosos (53 casos) yamistosos o positivos (64 casos). Si se tiene en cuenta que existen además 6 abducciones que Bullard cali-fica de “comportamiento protector”, esa preponderancia tan norteamericana de seres fríos e indiferentes queproliferarían en los años ochenta y noventa no resulta tan clara en esta muestra.Ese mismo año 1987 se publica Communion, relato autobiográfico supuestamente verídico del escritor deVida en el Universo. Del Mito a la Ciencia78novelas de terror Whitley Strieber. Se mantuvo varias semanas en la lista de libros más vendidos de Norte-américa y su portada (con el clásico retrato de un gris, aunque de piel marfileña) inundó pronto los esca-parates de todo el mundo, marcando la pauta a seguir. Pero, como ya se ha comentado, resulta difícil poner trabas a la imaginación humana, y ni la propia au-tocensura de testigos e investigadores impidió que fueran aflorando variantes y nuevas morfologías. Unejemplo lo tenemos en el libro de la crédula periodista Linda M. Howe, Glimpses of Other Realities (1993),donde presenta ilustraciones a todo color de las más diversas variantes, basándose en las descripciones dedecenas de abducidos. Si la situación parecía haberse salido de control, ese mismo año la abducida ameri-cana Katharina Wilson publica The Alien Jigsaw, con una veintena de retratos de los distintos seres que lahan secuestrado, ¡todos a ella misma!; otra oportunidad perdida. Cada vez que los ufólogos piensan haberdado con la clave definitiva para acotar el fenómeno (en función de la proximidad y duración de los inci-dentes), quedan abrumados por la riqueza y diversidad de los nuevos hallazgos.Entre 1992 y 1998 se desarrolló el último intento por hallar cierta coherencia en este tipo de relatos. Bajo elpatrocinio del MUFON, principal grupo ufológico norteamericano del momento, Dan Wright (funcionario decarrera) coordinó el Proyecto de Transcripción de Abducciones mediante el que un grupo de voluntarios llegóa transcribir 925 cintas referidas a 262 casos distintos de abducción (casi exclusivamente norteamericanos).Desgraciadamente, como es bastante habitual en este mundillo, el MUFON se ha adueñado de todo el mate-rial generado y se niega a compartirlo (especialmente con los escépticos), por lo que sólo disponemos de dosinformes parciales (de 1995 y 1997) en sendos congresos ufológicos y algunos artículos en su boletín.A nuestros efectos, nos interesan los resultados presentados en 1995 (con apenas 142 casos transcritos)sobre las entidades denunciadas. La mayoría eran calificadas de enanos (menos de 120 cm), aunque se men-cionaba la esporádica presencia de un ser algo más alto que parecía presidir el examen. En unos pocos casosse menciona la presencia de seres de aspecto “nórdico” (estatura normal, larga cabellera rubia y rasgos cau-cásicos). Los enanos carecen de pelo corporal, tienen un color mayoritariamente gris, y unos grandes ojos(de tamaño muy superior al humano) y totalmente negros (sólo 13 testigos mencionan una córnea blancao un iris coloreado). Más diversidad existe en el número de dedos (que oscila entre 2, 3 ó 4) y la vestimenta(desde la desnudez más absoluta hasta el empleo de túnicas o capas, pasando naturalmente por el elementotradicional, el uniforme de una sola pieza en distintos colores). Frente al estereotipo tradicional (la ubicuasonda anal que llegó a convertirse en frase cómica hasta en series de dibujos animadoscomo South Park),quizá lo más sorprendente (y muy probablemente debido a la procedencia del material) es que los testigosdescriban el comportamiento de los seres como compasivo y positivo en general. De hecho, Dan Wrightllega incluso a identificar las responsabilidades de las distintas especies en una jerarquía de roles propia deStar Trek. Todo ello bastante impresionante, pero....Para empezar, nótese la escasa representatividad de los casos: ¡casi un cuarto de la muestra ni siquiera des-cribe la estatura de los seres!, y no digamos ya cuando nos fijamos en detalles como los rasgos físicos (el delnúmero de dedos resulta muy significativo) donde prácticamente se cubren todas las posibilidades teóricas.Más grave, como ya insinuamos, resulta la procedencia del material: sólo cuatro investigadores (YvonneSmith, Richard Haines, John Carpenter y Joseph Nyman) aportan casi la mitad de los casos del proyecto ybrillan por su ausencia otros famosos expertos como Budd Hopkins, John Mack o Leo Sprinkle. Resulta evi-dente el sesgo que ello introduce en todo el análisis, pues las aportaciones provienen de aquellos más par-tidarios de una imagen espiritual y positiva de las abducciones, lo que se refleja con claridad en los hallazgos.Trabajos más recientesAnte la creciente profusión de morfologías y la popularización del fenómeno, no podía faltar una “guía decampo”. Escrita en 1996 por Patrick Huyghe, quien se declara un agnóstico del tema, The Field Guide to Ex-traterrestrials, presenta una clasificación elaborada a partir de casos no explicados, cubriendo toda la va-Ellos: taxonomía y filogenia de los visitantes 79riedad de observaciones (desde las visiones fugaces del interior de las naves, a los encuentros cercanos y lasabducciones), siempre de seres relacionados claramente con un OVNI. De gran interés resultan las consi-deraciones teóricas complementarias. El autor trata de evitar aquellas características que podríamos llamarculturales y se basa en el fenotipo, es decir en características físicas observables, separando entre huma-noides, animales, robots y seres exóticos.La última aportación en formato libro (en Internet proliferan las páginas electrónicas con las tipologías alie-nígenas más desquiciadas) sería Faces of the Visitors (1997) de Kevin Randle y Russ Estes. Aunque los autoresproclaman su escepticismo y consideran innegable la influencia de los medios de comunicación social en lasdescripciones, tampoco se atreven a afirmar que todas hayan sido inventadas. La obra resulta interesante por-que reproduce las ilustraciones originales de los propios testigos y acompaña cada caso de una estimación desu validez. La gran variedad de tipos denunciados lleva a Randle y Estes a seleccionar sólo un total de 54 casosagrupados en cuatro categorías, con la novedad de que, por vez primera, se hace referencia a fotografías (10casos, todos de mínima o nula confianza). Para ilustrar los riesgos que acechan al taxonomista de alienígenas,señalaremos que los autores sólo mencionan tres casos con una credibilidad superior a 6, y cuya relación conlos OVNIs es remota o han resultado ser un fraude tras una investigación posterior. La genealogía de las fotografías de supuestos alienígenas podría remontarse a la litografía que acom-pañaba el relato del francés Henri de Parville, Un habitant de la planète Mars (1864), por no hablar delas pinturas rupestres que algunos ufólogos vehementes han pretendido considerar como tales. Pero locierto es que la conclusión es inevitable: la credibilidad de todas las conocidas (incluyendo la infame au-topsia alienígena de Roswell) es inversamente proporcional a su claridad. Una verdadera desgracia paralos esforzados taxonomistas ufológicos. Como ejemplo de que se podría escribir todo un libro sobre ellas,existe una significativa obra del escéptico mexicano Luis Ruiz Noguez, 100 fotos de extraterrestres(1996). Según el propio autor, “quedaban otras tantas en mis archivos, pero tampoco aportaban nada devalor probatorio”. Pero hay algunos ufólogos inasequibles al desaliento (o ingenuos hasta la estulticia). Mark Cashman pro-puso en el International UFO Reporter un sistema de clasificación multinivel, según el comportamiento delos ocupantes de los OVNIs. Una perspectiva similar adopta el respetado Richard Haines en su libro CE-5:Close Encounters of the Fifth Kind (1999), donde separa los distintos tipos de comportamiento humanoidesegún su grado de complejidad.Acabaremos con una referencia inevitable a Internet. De entre los muchos ejemplos disponibles he selec-cionado el del americano de origen hispano Albert S. Rosales, quien está compilando desde hace años la Hu-manoid Database, sin la menor depuración y limitándose a clasificar los casos según la propuesta delHumanoid Study Group citado anteriormente. Analizando la distribución anual a partir de 1977 hasta el2002, descubrimos que de los 2.531 casos recogidos en ese periodo, un veinte por ciento corresponden a ab-ducciones y un ¡47%! a seres del tipo E (sin relación directa con los OVNIs), fundamentalmente los llama-dos “visitantes de dormitorio” (otra forma de abducciones) o “animales alienígenas” como el llamadochupacabras9. Lo más curioso es que mientras el porcentaje de abducciones ha ido cayendo a partir de 1991(pasando de un máximo del 32% a un mínimo del 9%), los porcentajes del tipo E han pasado del 26% al 65%,lo que evidencia una vez más que el fenómeno humanoide se está desvinculando de los OVNIS.Otras taxonomíasLas anteojeras de la HET han impedido a muchos de estos ufólogos reconocer que los ufonautas son sólouno más de los tipos de entidades antropomorfas que se han codeado con los humanos desde la más re-mota antigüedad. En una relación rápida tenemos dioses, ángeles, demonios, la Virgen María, elfos y hadas,Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia9 Véase Zúñiga, D., El chupacabras y el impacto social de una creencia mediatizada, en este mismo volumen.80íncubos y súcubos, fantasmas y ¡hasta apariciones de Elvis Presley!, sin olvidar los humanoides de la cien-cia ficción (novelada o audiovisual) y los tebeos.Fue un catedrático de inglés, Alvin H. Lawson, quien en 1978 combinó ambas perspectivas en su trabajo’Alien’ Roots: Six UFO Entity Types and Some Possible Earthly Ancestors. Diferenciando seis clases de ufo-nautas (Humanos, Humanoides, Animales, Robots, Entidades exóticas, y Entidades aparicionales), encon-tró paralelismos para todas ellas en una gran diversidad de fuentes culturales, incluyendo ejemplos taninesperados como Alicia en el País de las Maravillas, El mago de Oz y las obras de Shakespeare, o los anun-cios infantiles de televisión. Por desgracia, este novedoso enfoque (sobre todo para el mundillo ufológiconorteamericano) cayó en oídos sordos y nunca fructificó.El único que ha parecido seguir esta línea es el británico Hilary Evans, an-tiguo miembro de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas británica y que,tras interesarse por los OVNIS, publicó dos libros de títulos muy revelado-res: Visions, Apparitions, Alien Visitors: A Comparative Study of the EntityEnigma (Visiones, apariciones y visitantes alienígenas: un estudio compa-rativo sobre el enigma de las entidades) (1984) y Gods, Spirits, Cosmic Guar-dians: Encounters with Non-Human Beings (Dioses, espíritus y guardianescósmicos: encuentros con seres no humanos) (1987).Figura 7Visions, Apparitions, Alien Visitors... del folklorista británico Hilary EvansEn el primero de ellos, Evans defiende su enfoque multicategórico, ase-verando que los enfoques monocategóricos (fantasmas, alienígenas, visio-nes marianas) no han podido demostrar el carácter homogéneo y distintivode cada categoría. Para Evans, los avistamientos forman un espectro conti-nuo desde aquellos que parecen un familiar o un amigo (en circunstancias físicamente imposibles) hastaaquellos donde el testigo no sólo es incapaz de identificar al aparecido, sino que ni siquiera lo espera. Apartede los casos espontáneos de todo tipo, el autor analiza también los casos experimentales (abducciones ima-ginarias, fraudes, fantasmas creados por role playing, alucinaciones contrastadas –The Story of Ruth-, etc.)y trata de responder al cómo y al porqué de las visiones, además de determinar por qué adoptan la formaen cuestión. Concluye que existen muchas situaciones y circunstancias que colocan a los testigos en el es-tado mental adecuado para ver entidades no reales, y las diferencias entre ellas pueden identificarse anali-zando el entorno cultural y social del testigo, aunque no siempre puede aceptarse que toda la experienciase origine en la mente del mismo.Evans va un paso más allá en Gods, Spirits, Cosmic Guardians afirmando categóricamente que “tras pasarrevista a todo tipo de encuentros queda claro que los mismos están relacionados con nuestras necesidades,miedos, esperanzas y expectativas (...) y el factor crucial virtualmente en todos y cada uno de los casos esla necesidad del testigo de tener dicho encuentro”.ConclusionesAcabamos de enunciar la que podría ser la explicación racionalista de los encuentros con entidades an-tropomorfas en general (aunque resulta difícil creer que alguien necesite contemplar una monstruosa en-tidad alienígena de tres metros); no obstante, aquí nos interesan especialmente aquellas que sonidentificadas como materiales y extraterrestres, ajenas a nuestro planeta pero procedentes de otros mun-dos habitados, no del cielo (sea cristiano, mahometano, mitológico...) o el infierno.Primero, un dato objetivo. A diferencia de lo que ocurre con los taxonomistas profesionales que trabajancon las amplias colecciones museísticas, debe reconocerse la dificultad de clasificar no ya seres de carne yEllos: taxonomía y filogenia de los visitantes 81hueso, capaces de ser medidos y analizados a voluntad en cualquier momento, sino meras anécdotas más omenos elaboradas, sin ninguna evidencia material que las respalde, y que generalmente corresponden a vi-siones fugaces. Por desgracia, cadáveres alienígenas como los de la famosa autopsia roswelliana han resul-tado ser un fraude. Si tuviéramos que encontrar algún paralelismo, no sería con esa actividad científica tandelimitada, sino más bien con la elaboración policial de retratos de sospechosos.Comenzando con los relatos claramente ficticios (los cuentos, historietas o novelas de ciencia ficción) losescritores profesionales del género (no digamos ya los guionistas de Hollywood) no brillan precisamente porsu imaginación u originalidad. Es cierto que procuran huir del antropomorfismo, pero incluso aquellos serescon un aspecto más extraño acaban resultando totalmente humanos en sus modos de pensamiento y ac-tuación.Sea por autocensura o no, los llamados encuentros del tercer y cuarto tipo (abducciones) son todavíamenos originales y el antropomorfismo se extiende también a la morfología de los seres descritos. Aunquela frecuencia de los fraudes voluntarios se ha incrementado conforme el fenómeno OVNI ha pasado a for-mar parte del mundo del espectáculo (agregándose intereses pecuniarios a los de figuración social). Este tipode falsedades son fáciles de discernir para cualquier persona con un mínimo de sentido común, especial-mente cuando el móvil resulta ser económico.Ahora bien, una vez descartados los engaños (y al precio de que algunos consideren que estamos simpli-ficando excesivamente la cuestión) quedan sólo dos grandes opciones: o el testigo se confunde o todo lo quecuenta es real.En defensa de la segunda posibilidad, algunos ufólogos han argumentado que ese excesivo parecido de los“extraterrestres” con los humanos se relaciona con la convergencia evolutiva que favorecería la simetría bi-lateral, la concentración del cerebro, la boca y los principales órganos sensoriales en un extremo del cuerpo,la locomoción mediante un número reducido de extremidades, etc. También aducen que la amplia diversi-dad alienígena se explicaría por tratarse de una especie más polimórfica que la nuestra (como ocurre con laespecie canina en nuestro planeta) o simplemente, porque sus tripulaciones ofrecen igualdad de oportuni-dades para todos (imaginemos que habrían pensado unos hipotéticos sabios selenitas si en el Apolo XI hu-bieran viajado un masai, una escultural sueca y un pigmeo).Contando con el único ejemplo de que disponemos, resulta difícil llegar a una conclusión definitiva, sea afavor o en contra, aunque llama la atención la siguiente coincidencia temporal: la Tierra comenzó a ser vi-sitada por seres humanoides de aspecto tecnológico precisamente cuando el hombre salía al espacio. Noobstante, el principal problema no lo constituye la fisonomía de los seres en sí mismos, sino su peculiar com-portamiento. Parecen no estar sujetos a condicionantes no ya energéticos, sino ni siquiera económicos, y susactividades en nuestro planeta, fuesen cuales fuesen sus supuestos objetivos, resultan difíciles de entendersiguiendo cualquier lógica (salvo la del absurdo, claro).¿Pueden los esfuerzos taxonómicos ayudarnos a salir de este impasse? Realmente, es casi imposible de-bido al material de base con que contamos. De hecho, como señalaba Hilary Evans, sea cual sea el fenómenosubyacente (si existe) estos incidentes parecen una especie de manchas Rorschach donde cada testigo (y aveces, hasta el investigador del caso) proyecta su propia mente.Por si ello no fuese bastante, lo cierto es que las investigaciones realizadas hasta el momento han sido muydeficientes cuando no, como ocurre con las abducciones obtenidas bajo hipnosis, claramente iatrogénicas.En estas últimas, parece que son los propios investigadores los que fomentan las fabulaciones de los abdu-cidos, dando así otro sentido más profundo a incidentes (reales o imaginarios) cuya explicación sería trivial.Es imprescindible una depuración a fondo de la casuística y un enfoque global de la cuestión centrado nosólo en el incidente descrito sino en el propio testigo y su entorno social, familiar, etc.Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia82Y la principal labor del analista sería no ya la elaboración de taxonomías más o menos fiables, sino la com-paración pormenorizada de los casos positivos supervivientes tras la depuración a fondo con los casos ne-gativos ya explicados, a la búsqueda de similitudes y diferencias. E incluso si, como defienden los escépticos,no existiesen realmente casos positivos de seres extraterrestres visitando nuestro planeta (estoy convencidoque si éstos llegan alguna vez no nos quedará la menor duda de su presencia), estos análisis ofrecerían nue-vas pistas sobre el verdadero misterio que subyace a todos estos fenómenos: la mente humana y su inago-table capacidad para engañarse a sí misma.BibliografíaBallester Olmos, Vicente-Juan (1978) “Los ocupantes de OVNIs”. En: OVNIS: El fenómeno aterrizaje. Bar-celona: Plaza & Janés (pp. 253-259).Bowen, Charles (ed.) (1966) “The Humanoids”. En: Flying Saucer Review, octubre/noviembre. (Edición es-pañola: Bowen, Ch. (1967) Los Humanoides. Barcelona: Pomaire).Bullard, Thomas (1987) UFO Abductions: The measure of a mystery. Fufor: USA.Evans, Hilary (1984) Visions, apparitions, alien visitors. Aquarian.Huyghe, Patrick (1996) The Field Guide to Extraterrestrials. Hodder & Stoughton.Pereira, Jader U. (1970-1971) “Les Extra-Terrestres”. En: Phénomènes Spatiaux (junio 1970, 14-20), (sep-tiembre 1970, 21-28), (marzo 1971, 25-31), (junio 1971, 28-33) y (septiembre 1971, 18-29). Edición corregida yaumentada: Phénomènes Spatiaux, 2º número especial, noviembre 1974. (Edición española: Barcelona: Sten-dek, junio 1971 a septiembre 1972).Vadas, Ladislao (1978) Naves extraterrestres y humanoides. Alegato contra su existencia. Argentina: Im-prima editores.Zurcher, Eric (1979) Les apparitions d’humanoïdes. Lefeuvre.▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼❙▼Ellos: taxonomía y filogenia de los visitantes 83Extraterrestres y ovnis en el cineAlienígenas y platillosvolantes como argumentos cinematográficosMatías Morey RipollSe hace la oscuridad. De repente, frente a nosotros se abre como un portal a un lienzo todavía másnegro, que de inmediato se cubre de estrellas. Suenan desde no se sabe dónde fanfarrias imperialeso apocalípticas, y ahí delante, majestuosamente lenta, surge para nuestro asombro la más gigantescade las naves extraterrestres que el hombre ha podido imaginar. Ha empezado la película.No pocas veces habremos asistido a espectáculos semejantes, seducidos por el marketing de las produc-toras de Hollywood, y –por qué negarlo– por algún inconfesable afán de evadirnos por un par de horitas delas miserias de lo cotidiano. Pero si para ello escogemos una de marcianos en vez de un film de Peter Gree-naway o de Russ Meyer, hemos de ser conscientes de que con nuestra elección venimos a realimentar todauna tradición cultural alienígena que, entre otros dudosos frutos, ha alumbrado también a la ufología y asus locos seguidores. En el presente trabajo, pues, intentaremos aproximarnos a las contribuciones de la ci-nematografía a la configuración del mito extraterrestre existente en la cultura contemporánea, sobre tododesde el punto de vista argumental, y a la forma en que ha evolucionado a lo largo del tiempo. Póngansecómodos, apaguen los teléfonos móviles, y disfruten –solos o en compañía de otros– de la proyección.I) Ciencia-ficción y películas sobre extraterrestresSegún Umberto Eco, “en la ciencia-ficción se ha realizado un fenómeno que la cultura moderna no había vu-elto a encontrar desde el medioevo y desde sus derivaciones en el renacimiento: la existencia de un repertoriode figuras institucionalizado, para el que toda situación típica, signo compendioso, carácter o figura, asume in-mediatamente a los ojos del lector una referencia alegórica y moral (y cualquier historia adquiere de inmediatoel valor de un mensaje que va más allá de la secuencia aparente de los hechos)”1. Aunque pensada para la lite-ratura de este género, la premisa apuntada por el semiólogo italiano es también válida si la aplicamos a la ci-nematografía, que a todos nos ha brindado ejemplos –sobre todo de la famosa serie B, o Z– de películasabsolutamente previsibles en cuanto a su desarrollo y desenlace. Y no tanto porque fuesen poco inspiradas oparcas en creatividad, sino simplemente por ser demasiado fieles a los clichés explotados por la industria del cine.Clichés, sin embargo, que no son caprichosos o aleatorios, sino que entroncan directamente con la socie-dad del tiempo que los genera y con las tradiciones internas propias de cada género o subgénero de pelícu-las. Ello explica que el cine de ciencia-ficción sea apto como pocos para reflejar realmente no lasensoñaciones escapistas fruto de la libérrima voluntad del artista, sino más bien los temores de los que, me-diante él, se pretende huir, constituyéndose en un reflejo –deformado, tal vez, pero en el fondo reconoci-ble– del hacer y el pensar de una época muy determinada.A diferencia, además, de lo que sucede en la literatura, ese carácter estereotipado del cine de ciencia-fic-ción viene acentuado por tratarse de una manifestación artística fuertemente dependiente de la industriacreada en torno a ella, que a menudo prefiere apostar por lo seguro y se muestra reacia a experimentacio-nes cuyo beneficio económico no esté asegurado de antemano. De esta manera, la libertad imaginativaqueda restringida tanto por las limitaciones presupuestarias (marcadas en ocasiones por las cifras destina-1 Eco, Umberto (2001) Apocalípticos e integrados. Barcelona: Ed. Lumen y Tusquets Editores, 4ª ed., p. 352.84das al apartado de efectos especiales) como por la expectativa de negocio que piensa alcanzarse con la pro-ducción.Así, considerando estas circunstancias, deja de ser sorprendente que, pese a contarse con muchos ejem-plos literarios, todavía estemos a la espera de un film que se atreva a describir una sociedad extraterrestrede forma creíble y en profundidad. Salvo películas muy en los primeros momentos, como luego veremos, escasi imposible encontrar un ejemplo válido, y lo más parecido podrían ser El poder de un dios (1989), quede todas maneras no muestra sino una sociedad humana atrasada de otro planeta, y con truco final, o AlienNation (1988), pero que sitúa la acción en la Tierra y muy pronto se convierte en una buddy-movie policíacadel montón. Y ello pese a la versatilidad del género para ofrecer muestras de sociedades bien peculiares,como la de los monos de El Planeta de los simios (1968, 2001), la ágrafa y estulta colectividad de Farenheit451 (1966), o el dominio absoluto de la genética en esa rara perla titulada Gattaca (1997). Este dato chocatambién con el riesgo asumido al retratar sociedades postapocalípticas (Mad Max 3, 1985, por ejemplo),fruto de las calamidades ecológicas (Cuando el destino nos alcance, 1973; o La fuga de Logan, 1975) e incluso–¡oh, anatema!– que se atreven a presentar un gobierno fascista en los EE.UU. (El dormilón, 1973; Perse-guido, 1987; El cuento de la doncella, 1990; Demolition Man, 1993; o 2013: rescate en Los Ángeles, 1996).Se diría, por tanto, que incluso a distopías de este tipo se les supone un mejor rendimiento en taquilla quea los marcianos de nuestros desvelos.Y es que, mal que nos pese a los que nos ocupamos de estas cuestiones, lo extraterrestre –y mucho menoslo ufológico– en realidad nunca ha sido un tema principal dentro del conjunto del cine de ciencia-ficción. Nosólo porque la relativa novedad, a nivel de la cultura popular, de los platillos volantes y sus supuestas tri-pulaciones conectó mal con la rígida estereotipación de los motivos de los films de este género, sino porquecuando ha logrado dejar su huella como cliché (básicamente el de la “invasión alienígena”) ello ha jugadoen su contra tan pronto como han decaído los presupuestos ideológicos que también lo sustentaban. In-cluso podríamos añadir que la temática extraterrestre es un fenómeno marcadamente occidental, pues noaparece ni de lejos con la misma fuerza en el anime japonés de corte fantástico, ni en las películas niponasde ciencia-ficción, pese a que nadie puede poner en duda la inclinación de los hijos del sol naciente por lasproducciones artísticas de anticipación.Pero nunca como ahora, a principios del siglo XXI, ha sido tan patente ese declinar del interés del cine porlos marcianos y su estirpe, como cualquier aficionado puede comprobar. Kottmeyer2, que ha intentado, sinllegar a conclusiones claras, relacionar los motivos atómicos de los films de alienígenas con los presentes enla casuística ufológica y en las manifestaciones de contactados, investigadores y testigos, se extraña de nover más reflejadas en las películas de extraterrestres de los años ochenta y noventa, como había sucedidoen los cincuenta, las inquietudes nucleares que según él aún seguían alimentando la actividad ufológica. Almargen de la imposibilidad de suscribir muchas de las dudosas premisas de las que arranca Kottmeyer, cabedecir que, a nuestro entender, este autor no advierte que lo que realmente se ha producido, y sí posiblementepor la desaparición de los miedos atómicos (algo muy evidente a partir de la caída del muro de Berlín en1989), ha sido de hecho una retirada en masa de la presencia alienígena de las pantallas. Si, siguiendo alpropio Kottmeyer, los films de extraterrestres (y la propia ufología) fueron o son una válvula de escape delos terrores que infundía la bomba atómica, no queda más remedio que admitir que estaban abocados a se-guir la misma suerte que éstos tan pronto como la distensión nuclear fuese un hecho, como así finalmentepuede constatarse.Ahora bien, sin necesidad de invocar con carácter exclusivo la decadencia del miedo a lo nuclear (que enrealidad pensamos que es anterior incluso al final de la Guerra Fría), dentro del cine de ciencia-ficción otrostemores vinieron a ocupar su lugar y han contribuido al arrinconamiento tanto deéste como de las pelícu-las de extraterrestres. Así, en los años setenta el catastrofismo desatado por la crisis petrolífera y económicaETs y ovnis en el cine. Alienígenas y platillos volantes como argumentos cinematográficos2 Kottmeyer, Martin S. y Genovese, Stefania (2001) Transmutaciones y transfiguraciones. La mitopoyesis ufológica. San-tander: Fundación Anomalía, 2001.85de 1973 alumbró a un tiempo temibles distopías como Naves misteriosas (1971), El último hombre vivo(1971), la ya citada Cuando el destino nos alcance (1973), Zardoz (1974), Rollerball (1975), etcétera, comotodo un aluvión de producciones de desastres (toda la saga de Aeropuerto, La aventura del Poseidón, Ter-remoto y compañía) destinadas a tranquilizar al espectador con la promesa de que, pasara lo que pasara,siempre se encontraría a un abnegado ingeniero que nos salvaría en el último momento. Más adelante, losordenadores, que ya habían sido los malos de la película en 2001: una odisea del espacio (1968) y Colossus,the Forbin Project (1969), suscitaron el pánico a medida que Bill Gates y Microsoft se hacían de oro, y ad-quirieron mala reputación en Juegos de guerra (1983), El cortador de césped (1992), y en las tres entregasde Terminator (1984, 1991 y 2003), hasta llegar al paroxismo en la trilogía de Matrix (1999, 2003 y 2003),indisimulada muestra de la aversión por Internet y por las realidades virtuales, que se conjura mediante gol-pes de kung-fu. John F. Moffit3, por su parte, siguiendo a Skal4, destaca que el control de natalidad y luegoel SIDA, la anorexia, la bulimia, los aditivos cancerígenos y un largo etcétera de temores médico-biológicoshabrían propiciado una tendencia cinematográfica a mostrar “pesadillas reproductivas” como las presentesen La semilla del diablo (1968), El exorcista (1973), Está vivo (1974), Cabeza borradora (1976), It lives again(1978), Cromosoma 3 (1979), Gremlins (1984) y otras. De hecho, la inclinación por lo biológico no ha sidosino potenciada en los últimos tiempos merced a la polémica sobre la clonación y ciertas técnicas de repro-ducción asistida, el debate sobre los alimentos transgénicos y, sobre todo, los avances en el estudio del ge-noma humano. De resultas de todo ello, en la actualidad el componente biológico, y en especial genético,ha desplazado a las “ciencias duras” del catálogo de generadores de miedos contemporáneos. Sin contar conla práctica totalidad de la filmografía de David Cronenberg (Cromosoma 3, Rabia, Vinieron de dentro de…,Inseparables, eXistenZ), el cine se ha encargado de exorcizar tales angustias a través del terror gore (estoha afectado incluso al subgénero de las invasiones: Species, 1995, por ejemplo) o de producciones concre-tas como Parque Jurásico (1993), Mimic (1997), la aludida Gattaca (1997), El sexto día (2000), o El ataquede los clones (2002) –quién lo iba a decir–, todas ellas basadas en algún uso perverso de la ingeniería gené-tica5. El colmo de los colmos, que ilustra a la perfección cuanto venimos apuntando, lo constituye Spider-Man (2002), en cuya traslación cinematográfica resulta que la araña que mediante su picadura otorgaráincreíbles poderes al mojigato Peter Parker no ha sido expuesta a radiaciones, como en el cómic original, sinoque es fruto de la ingeniería genética. Se dirá que esta alteración de la historia que todos conocíamos es mí-nima y no demasiado justificada, pero resulta harto significativa de cuáles son los temores en alza en nues-tro mundo y qué otros se han batido en retirada.Todo lo anterior ha hecho mella en la disposición a rodar películas sobre extraterrestres, y es por tanto unaincógnita saber si este subgénero mantendrá su cuota de pantalla o, en cambio, registrará un posterga-miento parecido al experimentado desde los años setenta por el western o por el peplum. Sea como fuere,no han sido pocos los films que hasta la actualidad han abordado esta temática, a los cuales intentaremosahora pasar una nunca exhaustiva revista.II) La Tierra invade MarteComo en ocasiones se dice, no es noticia que un perro muerda a un hombre, sino que un hombre muerdaa un perro. Por ello, llama hoy en día la atención que un pionero grupo de películas sobre extraterrestres re-laten más bien incursiones de los terrícolas en otros mundos vecinos, en vez de visitas al nuestro de seresde allende los confines de la atmósfera. Sin duda, esto es una muestra de que, pese a que en los inicios delVida en el Universo. Del Mito a la Ciencia3 Moffit, John F (2003) Picturing extraterrestrials: alien images in modern culture. New York, Amherst: PrometheusBooks, pp. 537-538.4 Skal, David J. (1994) The Monster Show: A Cultural History of Terror. New York: Penguin, pp. 288, 290, 298, 300-301.5 Esta tendencia ha afectado también al anime japonés, cuyo máximo exponente, la serie Neon Génesis Evangelion(1997), una tremebunda e hipercompleja historia de robots gigantes cuya comprensión excede las posibilidades delespectador medio, engañosamente parece plantear en un principio la consabida invasión alienígena, para luego derivarhacia la metafísica y la manipulación genética. El resultado (tan adictivo que el abrupto final de la serie provocó motinesen Japón) es apabullante, y la hermenéutica de los resultados obtenidos requeriría varias enciclopedias. La mezcla ---86cine ya existían referentes literarios de la llegada de los alienígenas, la idea no se popularizó sino hastamucho más tarde, coincidiendo seguramente con el arranque de la propia ufología.Y cabe añadir también que, por contraste, la aparición de los extraterrestres en las pantallas es extraor-dinariamente precoz, pues hicieron su debut nada menos que en 1902, dirigidos por Georges Méliès en Viajea la Luna. Mezcla desenfadada tanto de De la Tierra a la Luna (1895) de Jules Verne, como de Los primeroshombres en la Luna (1901) de H. G. Wells, narra la expedición del profesor Barbenfouillis y compañía a nu-estro satélite, a donde llegarán impulsados por un enorme cañón. En la Luna se encontrarán con unos sal-timbanquis selenitas que no les recibirán demasiado bien y les obligarán a presenciar un cuadro de baile (noen vano se trataba de artistas reclutados en el Folies Bergère), del que escaparán para volver a la Tierra abordo del mismo obús de la ida en caída libre hasta el mar. Como se ve, el primer papel protagonizado porlos alienígenas no es demasiado grato, de hecho son pulverizados con saña por Barbenfouillis a golpes deparaguas, y en parte condicionará la visión de los mismos en venideras producciones.No obstante, antes que eso los espectadores tendrían ocasión de contemplar toda una serie de films demarcado carácter utópico, en los que el contacto con una civilización extraterrestre servía de excusa paradestacar algún tipo de valores morales. Ello es especialmente indicado en tiempos de guerra, cuando se rodóen Dinamarca Himmelskibet (1917), crónica de la expedición a Marte del profesor Planetarios y el capitánAvanti. Allí encontrarán a un pacífico pueblo amante de la paz, vegetariano y abstemio, la hija de cuyo jefeacompañará a los terrestres en su viaje de retorno para transmitir a la humanidad un mensaje de concordiay amor para todos. Nótese también cuán antigua sería por tanto la primera aparición registrada de un alie-nígena beatífico, portador de un mandato celestial tan del estilo de los contactados. El citado argumentoes casi el mismo en la producción italiana de 1920 conocida como A trip to Mars, y de la que hay pocos datos. Pero en ocasiones son los terrícolas quienes exportan malas ideas a otros mundos. Aelita (1924) es un co-nocido ejemplo de cine propagandista de la Unión Soviética, famoso por su cuidado diseño de producción,con decorados y vestuario de inspiración cubista. La historia aquí es de hecho lo de menos: tras asesinar asu mujer, un inventor huye a Marte junto a un soldado desmovilizado del Ejército Rojo y el detective en-cargado de esclarecer el crimen. Allí se enamora de la reinaAelita, que rige una sociedad clasista y con re-miniscencias del capitalismo yanqui. Mientras discurre el romance, el militar se las ingenia para montar enel cuarto planeta una revolución bolchevique. Al final –tranquilícense– todo es un sueño, y el protagonistavuelve al lado de su amada esposa, que sigue viva.Una historia de amor también fue fuente de inspiración para Una fantasía del porvenir (1930), curioso mu-sical que, como haría después Woody Allen en El dormilón (1973), recupera la historia de Rip Wan Winklesituándola en el Nueva York de 1980. En medio de una arquitectura calcada a la de Metrópolis (1927), lascanciones que intentaban hacer olvidar al público la gran depresión de 1929 servían de banda sonora parala exhibición de una absurda pero próspera sociedad futura, en la que, por un asunto de faldas, uno de lospersonajes viaja a Marte para proclamarse digno del amor de su dama. El planeta rojo resulta ser aún máscachondo que la Tierra del porvenir, y no podemos salvarnos de los inevitables cuadros de baile de sus ha-bitantes. Pero, como se trata de un musical, a la postre hay el correspondiente final feliz, con el enamoradoregresando justo a tiempo para detener la boda de su amada con su rival.Otras películas más modernas se dejaron de sociedades utópicas y apostaron más bien por ambientar enMarte aventuras de corte clásico. Tal fue el caso de Marte ataca la Tierra (1939), versión del serial FlashGordon Trip to Mars (1938), que situaba en dicho mundo las hazañas del héroe del cómic creado por AlexRaymond. Se trataba de la segunda tanda de capítulos (la primera había sido Flash Gordon en 1936, resu-mida en el largometraje Rocketship, 1938-39) que, por influencia de la repercusión de la adaptación radio---- de bioingeniería y metafísica está también presente en otros dos destacados y conocidos largometrajes nipones: Akira(1987), otra producción de complicado argumento, y Final Fantasy (2001), que además narra la lucha contra una muypeculiar invasión extraterrestre.ETs y ovnis en el cine. Alienígenas y platillos volantes como argumentos cinematográficos6 Aunque había ya algún raro ejemplo anterior. Así, la primera aparición de un alienígena en la Tierra se dio en la co-media británica When the Man in the Moon Seeks a Wife (1908), en la que un selenita de aspecto humano aterriza enLondres con propósitos matrimoniales (ya por aquel entonces…) y comete gamberradas con su gas antigravitatorio.87fónica hecha por Orson Welles de La guerra de los mundos en 1938, trasladaba la acción de Mongo a Marte.Curiosamente, la nave de los protagonistas era la misma empleada en Una fantasía del porvenir para llegarhasta el planeta rojo, de la cual se aprovecharon también los decorados. La intriga es la típica en estos casos:un misterioso rayo está absorbiendo todo el nitrógeno de la Tierra y Flash y sus amigos descubren que pro-viene de Marte, cuya reina Azura ha establecido una alianza con el cruel emperador Ming para destruir nu-estro planeta. La monarca marciana (nuestros vecinos, como se ve, parecen abonados al matriarcado: véansesi no Devil Girl from Mars, 1954, o Fantasmas de Marte, 2001) mantiene sometidos a sus súbditos gracias alembrujo de un zafiro blanco, y los terrícolas buscarán en el cuarto planeta el zafiro negro capaz de contra-rrestarlo y de levantar al pueblo contra su gobernante.En Cohete K-1 (1950), ejemplar también precoz de las películas de naufragios estelares, por un ligero errorde cálculo, la primera expedición a la Luna se desvía de su curso y aterriza en el planeta rojo, donde la tri-pulación encuentra los restos de una antigua civilización (se desentierra una estatuta no muy diferente alos moai de la isla de Pascua, casi profetizando así las ideas de von Däniken) destruida por la guerra nuclear.Curiosamente, y como para reincidir en el ambiente catastrofista, el cohete se estrella por falta de com-bustible en su intento de regresar a la Tierra, final muy poco habitual en Hollywood. Mejor suerte correnlos astronautas de Flight to Mars (1951), que se salvan de milagro al chocar contra las nieves marcianas,para encontrarse con los coloridos indígenas de una de las primeras películas de ciencia-ficción que no se rodóen blanco y negro. Por lo demás, los nativos comparten el pésimo gusto en el vestir de Flash Gordon y, pesea sus progresos tecnológicos, se encuentran de capa caída por el agotamiento de su fuente de energía, el mi-neral Corium. Para salir al paso, planean apoderarse de la nave terrestre para invadirnos, pero el amor de unamarciana –llamada Alita, casualmente– por el protagonista (esto es muy habitual desde los tiempos en queel John Carter de Edgar Rice Burroughs lucía palmito por Barsoom) le advierte del peligro y, esta vez sí, lo-gran escapar rumbo al tercer planeta.Es difícil encontrar más adelante (aunque en los años sesenta todavía se rodaban películas baratas de prime-ras y desastrosas expediciones a Marte) otros largometrajes de interés que narren viajes de terrícolas a otros pla-netas. Si descontamos la trilogía de películas marcianas del cambio de siglo a la que después aludiremos, así comoAlien (1979) y sus múltiples precedentes (El experimento del doctor Quatermass, 1955; It! The Terror from bey-ond Space, 1958; Queen of Blood, 1962; Terror en el espacio, 1965; y The Green Slime, 1968), lo cierto es que tanpronto como los platillos volantes empezaron a surcar los cielos terrestres la industria cinematográfica entendióque lo que el público pedía era recibir visitas alienígenas6, y eso había que darle. Y vaya si se lo dieron.III) ¡Invasiones!Si realmente existe un subgénero dentro del cine de ciencia-ficción que de inmediato se relaciona con losextraterrestres, es el de las invasiones. Con precedentes tanto en La Guerra de los Mundos de H. G. Wells(1898) como en las películas de guerras futuristas (para la época, claro…) que abundaron en los años pre-vios a la Primera Guerra Mundial (entre otras, The Aerial Anarchist, 1911, en la que por primera vez se pre-senciaba la destrucción de monumentos conocidos por el espectador, imagen que se repetirá en numerosasrealizaciones posteriores), la equiparación entre alienígenas e invasiones ha sido tan habitual que casi hacomportado la identificación de toda la categoría con lo que no es sino sólo una parte de la misma. Real-mente, pertenecen a ella un porcentaje muy elevado de los films con presencia extraterrestre en el reparto,tantas que en una obra como la presente no hay posibilidad de comentarlas debidamente, por lo que nos cen-traremos en la exposición de los rasgos sólo más característicos de las mismas. A tal efecto, podemos con-siderar tres subtipos fundamentales:A) Invasiones masivas. Se corresponden con la más pura tradición inaugurada por la mencionada novelaVida en el Universo. Del Mito a la Ciencia88de Wells, basada en grandes desembarcos alienígenas que no dejan dudas sobre las auténticas intencionesde los recién llegados, y en los múltiples estropicios causados por éstos. Fue precisamente la versión cine-matográfica de La guerra de los mundos (1953), que traslada la trama de la Inglaterra de finales del siglo XIXa la California de los años cincuenta, la que inauguró este grupo, claramente inspirado en no pocas pelícu-las de la época de monstruos gigantes que suponían también una seria amenaza para la especie humana. Enesa misma década sólo La Tierra contra los platillos volantes (1956) siguió el ejemplo de la anterior. Después,esta variante decayó en Estados Unidos y se cultivó especialmente en Japón, mezclada en ocasiones con elkaiju eiga, el subgénero de las criaturas gigantescas que tan aficionadas son a destruir Tokio. No en vano sedeben a Inoshiro Honda, director del primer largometraje de Godzilla, films como Batalla en el espacio ex-terior (1959), Los monstruos invaden la Tierra (1965), o Invasión extraterrestre (1968). Tras largos años deespera, Independence Day (1996), que recogía muchos elementosdel cine de catástrofes de los años se-tenta, relanzó esta corriente, aunque abusando del más desvergonzado exhibicionismo patriotero yanqui.Su justo castigo lo tuvo con Mars Attacks! (1996), gamberrada mayúscula perpetrada por Tim Burton quese burla descaradamente de la citada producción de Roland Emmerich. Recordemos que en ambas películaslos ingenuos “ufólatras” que quieren enviar mensajes de paz a los invasores son literalmente pulverizadospor éstos, para que se fíen luego ustedes de los contactados y sus amigos… El éxito comercial de estas dosobras potenció el por entonces alicaído cine de extraterrestres, que se alió con la recuperación de la épicade gran presupuesto7 para depararnos nuevas historias de invasiones como Starship Troopers (1997), quedebe entenderse como una gran farsa para evitar el substrato ideológico fascistoide de la novela de RobertA. Heinlein en que se basa, o la versión de Steven Spielberg de La guerra de los mundos (2005), un ampliocatálogo de devastaciones varias sin apenas argumento que lo sustente. B) Invasiones sutiles. En esta modalidad, los invasores, pocos y cobardes, recurren al ingenio para pasarinicialmente desapercibidos y, una vez cómodamente instalados, propagarse como una plaga. De esta ma-nera, no sólo se evitan los gastos que comportan las escenas de luchas épicas contra los marcianos, sino queel argumento se refina y halla cobijo al amparo de las ideas paranoicas y conspiracionistas de cada momento.En este sentido, un primer subconjunto de películas en esta línea sería el conformado por la invasión lle-vada a su mínima expresión: el de la persona individual. Así en God Told Me To (1976), Simon (1980), Hom-bre mirando al sudeste (1986) y K-Pax (2001) tenemos muestras de personas que, en clave de comedia o desuspense, creen –o temen– ser alienígenas naufragados en la Tierra.Pero lo definitivamente característico de este grupo es la posesión de los cuerpos humanos por partede mentes extraterrestres, que se manifestó por primera vez en un largometraje (a salvo de lo que se dirámás abajo para los seriales) como control hipnótico en El hombre del planeta X (1951), y que se conso-lidó definitivamente poco después con Invasores de Marte (1953 y 1985), donde se estrenan los “im-plantes” cerebrales, y It came from outer space (1953), en la que, atípicamente, la posesión no tiene unpropósito maligno.La Guerra Fría y el macarthismo abonaron esta temática, fruto de la cual fueron joyas como La invasiónde los ladrones de cuerpos (1956), con remakes de 1978, 1993 y 2007, Quatermass II (1956), y The Brain Ea-ters (1958). La primera y la última son versiones de la novela Amos de títeres de Robert Heinlein (1951), en7 A partir de la década de los 90, y después de muchos años de ausencia, el cine épico volvió a la carga con produccio-nes como Braveheart (1995), El patriota (2000), Troya (2004) o Alejandro Magno (2004). Las razones de este retornopueden hallarse tanto en el clima social derivado de las aventuras bélicas de EE.UU. en Afganistán e Irak, como en losavances infográficos que abarataron el coste de las escenas de combates con grandes contingentes de tropas. En el gé-nero fantástico ello se tradujo en filmes como la espectacular trilogía de El señor de los anillos (2001-2003), y, ya den-tro de la ciencia-ficción, los capítulos iniciales de La guerra de las galaxias (1999-2005), El planeta de los simios (2001),o Las crónicas de Riddick (2004). De hecho, existe toda una corriente, ya antigua, que mezcla la anticipación con el gé-nero bélico, como lo prueban producciones al estilo de Terminator (1984), Aliens (1986), Depredador (1987), SoldadoUniversal (1992), Secuestradores de cuerpos (1993), Stargate (1994), Soldier (1998) y muchas otras, tal vez en un intentode revitalizar las películas de temática militar en los duros tiempos de paz.ETs y ovnis en el cine. Alienígenas y platillos volantes como argumentos cinematográficos89la que también se basó más recientemente Alguien mueve los hilos (1994), y, junto a The Faculty (1998),que las homenajea, se adscriben todas ellas a la facción del parasitismo alienígena, concepto con reminis-cencias del vampirismo clásico. Quedarían al margen de ésta El pueblo de los malditos (1960, 1963 y 1995),con su lasciva interpretación de qué su-cede durante el “tiempo perdido” de lasabducidas, la anodina ¡Han llegado!(1996), y esa denuncia encubierta de lostiempos de Ronald Reagan que es Estánvivos (1988), que sería el ejemplo má-ximo de la paranoia mezclada con las de-sigualdades sociales si no existiese lasurrealista Society (1989) y su alucinanteescena final.Figura 1Cartel publicitario de La invasión de los la-drones de cuerpos (1956)En los últimos tiempos, las invasionesde este estilo, mezcladas con el terror ylo paranormal, han constituido el argumento no exclusivo de películas como Señales (2002) y Dreamcatc-her, El cazador de sueños (2003). Aunque pueden considerarse producciones fallidas de directores de ciertoprestigio (M. Night Shyamalan y Lawrence Kasdan, respectivamente), son intentos bien intencionados derevitalizar esta modalidad mezclándola algo enrevesadamente con otras temáticas. Sin embargo, son his-torias que exigen demasiado de la credibilidad del público –especialmente la segunda–, y éste ya no estápara según qué cosas.C) Invasiones en solitario. Finalmente, el recuento de los invasores se completa con los que actúan in-dividualmente, ya sea para economizar en el presupuesto del film o porque no llegan a reproducirse y a ex-tenderse como los del anterior apartado. El venerable abuelo de todas estas huestes es el marciano Mota(“Atom”, al revés), protagonista del serial The Purple Monster Strikes (1945), primerísima muestra tanto deun invasor extraterrestre como de posesión alienígena, ya que se apodera del cuerpo de un científico parallevar adelante sus planes de conquista de nuestro mundo. Mota y sus malas ideas reaparecerán luego enFlying Disc Man from Mars (1951), serial en el que ya circula en platillo volante y no en cohete, señal de cómoestaban cambiando los tiempos… Ese mismo año, El enigma de otro mundo y El hombre del planeta X apor-tan calidad a esta categoría, en la que cabe mencionar también títulos como Zombies of the Stratosphere(1952) y la extrañamente sugerente Devil Girl from Mars (1954).Tras la década de los cincuenta, y ya entonces se dieron no pocos ejemplos (20.000 Million Miles to Earth,1957, o The Blob, 1958), el cine de invasores egocéntricos se orientará hacia lo monstruoso, y aquí deberíanincluirse todas las películas como Alien (1979) y sus secuelas, Xtro (1982), The Hidden (1988), Species (1995)y un largo etcétera no siempre muy digno de mención.IV) Los extraterrestres bondadososEn medio de tanta devastación y conflicto evocado por el término extraterrestre, sobre todo durante la épocapoco propensa a matizaciones de la Guerra Fría, era inevitable que surgiera de algún lado una alternativa atanto folletón sobre malvados invasores del espacio exterior. La arriesgada apuesta corrió a cargo de RobertWise, director entre otras de West Side Story (1961) y, dentro de la ciencia-ficción, de La amenaza de Andró-meda (1971) y Star Trek: la película (1979), a cuyo efecto se recurrió al relato de Harry Bates Farewell to the Mas-ter (1940), del cual se eliminaría su giro argumental final (Klaatu es el esclavo de Gort, y no al revés), en unadecisión acertada que salvó al film de caer nuevamente en el maniqueísmo antialienígena.Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia90La película, Ultimátum a la Tierra (1951), relata la llegada a nuestro mundo en misión de paz del extra-terrestre Klaatu y su robot Gort, que por culpa de un malentendido son recibidos a tiros por los militares (queaquí, a diferencia de lo que ocurre en El enigma de otro mundo, son los malos del guión). Tras ser herido ytrasladado a un hospital, Klaatu huye y se refugia en la pensión de una viuda de guerra y su hijo, conquie-nes hará buenas migas. Será delatado por el pretendiente de aquélla y morirá a manos del Ejército, peroserá resucitado por la mujer y Gort para, antes de regresar a las estrellas, lanzar al mundo un mensaje pre-viniéndonos sobre el mal uso de las armas nucleares. Como a nadie puede escapársele, el desarrollo argu-mental reproduce la pasión, muerte, resurrección y ascensión a los cielos de Jesucristo, paralelismosreforzados por el hecho de que Klaatu adoptará el nombre de Carpenter (carpintero, como San José y elpropio Jesús) para registrarse en la pen-sión. Tanta espiritualidad subliminal ten-dría el efecto secundario de manifestarseen el mundo real a través del apostoladoque George Adamski –y muchos otros de-trás de él– harían de la causa del contac-tismo a partir de 1952, transmitiendo elmismo mensaje antibelicista y antinu-clear que inspiraba la obra de RobertWise.Figura 2Un clásico de cine con presencia alienígena:Ultimátum a la Tierra (1951)Otra consecuencia del film (cuyo títulooriginal es The Day the Earth Stood Still,el día en que la Tierra se detuvo) fue lapopularización de las paradas de motoresen los relatos de avistamientos de ovnis, pues a mitad de la cinta Klaatu hará una demostración de su poderconsistente precisamente en colapsar las fuerzas motrices del planeta.Si obviamos la comedia de Jerry Lewis Un marciano en California (1960), realmente de lo mejor de su fil-mografía, inspirada en la obra teatral Visit to a Small Planet (1955) de Gore Vidal (quien renegó de su ver-sión para la pantalla grande), no volvemos a encontrarnos con extraterrestres inocuos hasta E.T. (1982),segunda producción de Steven Spielberg de temática alienígena tras Encuentros en la tercera fase (1977,1980). Al margen de su carácter más “para todos los públicos”, lo cierto es que E.T. sigue un esquema muyparecido al de Ultimátum a la Tierra, con la misma pasión, muerte, resurrección y ascensión a los cielos deKlaatu, reproducida ahora por el antiestético alienígena de la obra de Spielberg. Lo único que se nos ahorraes el mensaje final, salvo que alguien quiera hacer metafísica sobre el “sed buenos…” que suelta antes de par-tir el bichejo de marras.El éxito de taquilla de E.T. propició que los productores se lanzaran a rodar películas en las que losmarcianos fuesen buena gente. Starman (1984), de John Carpenter, mostraba a un alienígenaaccidentado en la Tierra que se encarnaba en el cuerpo del fallecido marido de una mujer, con la quedebía escapar de las autoridades para alcanzar el punto de encuentro con una nave que vendría arescatarle. Cocoon (1985) y su secuela, en cambio, se dirigían al público madurito para contar cómo unosaburridos ancianos rejuvenecían en cuerpo y espíritu tras bañarse en una piscina donde losextraterrestres intentaban reanimar a sus compañeros, convertidos en crisálidas diez mil años atrás.Enemigo mío (1985) recurría a la cooperación entre especies en caso de naufragio compartido paratransmitir que, incluso en tiempos de guerra, los reptilianos no son tan malos… Exploradores (1985) fueuna aventura juvenil de cómo construir una nave espacial con materiales de desecho y encontrarse enel espacio con unos alienígenas que –pobres de ellos– sólo conocen a la Humanidad a través de viejasETs y ovnis en el cine. Alienígenas y platillos volantes como argumentos cinematográficos91transmisiones televisivas. Nuestros maravillosos aliados (1988) llevó el infantilismo más o menospresente en todas estas cintas hasta extremos delirantes, pues su argumento se basa en la ayuda que unafamilia de platillos volantes de hojalata en miniatura, capaces de reproducirse, prestan a los habitantesde una casa en ruinas para evitar que los desahucien. Ciertamente, los excesos cometidos con estaorientación simplista, en la línea del peor Walt Disney, terminaron por cansar al público, y no se han vistoúltimamente películas posteriores que se adscriban a este grupo.Mención aparte merecen Abyss (1989), superproducción de James Cameron en la que los extraterrestres–submarinos, para más señas– aparecen bien poco perono son malévolos; y la española El milagro de P. Tinto(1998), surrealista comedia sobre las travesuras de dosmenuditos marcianos en la España franquista, de la quesiempre se recordará el personaje del disparatado ufó-logo que intenta descubrir su existencia, que en verdadno deja muy bien parada a la profesión…V) Los extraterrestres ausentesEs conocida la anécdota, relatada por Carl Sagan en sulibro La conexión cósmica8, acerca de que Stanley Ku-brick y Arthur C. Clarke tenían serias dudas sobre cómoplasmar a los extraterrestres con los que Dave Bowmandebía de encontrarse al final de 2001: una odisea del es-pacio. Poco pudo ayudarles el desaparecido astrofísicocuando fue consultado al respecto por tan singular pa-reja, quien se limitó a sugerirles que no los representaranen absoluto. El director le hizo caso e incluso se supri-mió de la producción, para alborozo de la Metro Gold-wyn Mayer, una costosísima secuencia en que debía de Figura 3Cartel de 2001: una odisea del espacio (1969)mostrarse el planeta de origen de los alienígenas. Solu-ciones de este tipo, que a menudo tienen más que vercon equilibrios presupuestarios que con finalidades artísticas, son comunes tanto en el cine de terror comoen el de extraterrestres. En este último han dado pie a un curioso subgénero caracterizado por la no pre-sencia de los marcianos en toda o casi toda la cinta, apenas sugeridos por sus manifestaciones tecnológicaso por una sensación numinosa; así como por la inspiración literaria de dichas obras, bien porque sean adap-taciones de novelas, bien porque se basan en materiales tomados de libros o relatos de ciencia-ficción.En realidad, si hablamos del contacto con los alienígenas únicamente por intermediación de su tecnolo-gía, el primer ejemplo de esta categoría debería ser Red Planet Mars (1952), basada en la obra Red Planet deJohn L. Balderston, una alucinante historia sobre la recepción en la Tierra del primer mensaje radial proce-dente de Marte, enviado nada menos que por Dios, y que pone patas arriba la economía capitalista. En re-alidad todo se trata de un complot urdido por un científico nazi que trabaja para los rusos, a quienes se lestuercen las cosas cuando uno de los mensajes resulta ser auténtico. El pueblo soviético se levanta contra losmandamases del Kremlin y un pope se hace cargo del país. La Perestroika avant la lettre, y gracias a los ex-traterrestres, sólo escuchados a través de la radio (para que se fíen Vds. de los proyectos de SETI). No in-tenten encontrarle un sentido.Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia8 Sagan, Carl (1986) La conexión cósmica. Barcelona: Orbis, pp. 183-184.92Más conocida y celebrada que la anterior fue Planeta prohibido (1956), inspirada por La tempestad deShakespeare. El Próspero de esta producción es el Dr. Morbius, quien durante años se ha dedicado al estu-dio en Altair IV de una antigua raza alienígena, los Krell, hiperavanzada pero desaparecida siglos atrás. Nadaha quedado de ellos excepto la peculiar forma pentagonal de las puertas de los edificios, y unas gigantescasinstalaciones que generan una descomunal energía para una máquina de uso no bien determinado. La lle-gada al planeta de la nave C-57 D, con descarada forma de platillo volante, y al mando de –¡atención!– Les-lie Nielsen en sus años mozos (antes de dedicarse a las gansadas de su madurez), pondrá al descubierto loscelos incestuosos del doctor cuando el viajero haga buenas migas con la bella hija del científico. Ella es laúnica habitante adicional de Altair IV si no consideramos al competente robot Robby, cuya actuación en lapelícula fue recompensada con un papel protagonista en The Invisible Boy (1957), ya que el resto de la ex-pedición original fue aniquilada por una misteriosa fuerza hostil. Esa misma fuerza, sin forma concreta, ata-cará a los recién llegados, que deducirán larelación de ésta con Morbius. En efecto, el doctor, utilizando elpoder de la ciencia Krell, ha desatado sobre el planeta la aversión inconsciente por Leslie Nielsen y su tri-pulación, con efectos tan destructivos como los tuvo en su día para los propios alienígenas, víctimas de sumismo invento, capaz de transformar el pensamiento en materia y energía. La película resulta muy didác-tica tanto a la hora de mostrar la tecnología de los Krell como de exponer las teorías psicoanalíticas, y se laconsidera un indiscutible clásico de la ciencia-ficción cinematográfica. Menos difundida (el negativo original se perdió en un incendio) y bastante más pesada es Stalker (1979)del director ruso Andrei Tarkovski, quien poco después se vio obligado a exiliarse a Suecia, donde rodaría lapoética Sacrificio (1986), su póstuma gran aportación al cine fantástico. Basada libremente en la novela Píc-nic junto al camino (1972) de los hermanos Arkadi y Boris Strugatski, narra los avatares de un buscador deobjetos extraterrestres de la Zona, un área rigurosamente vigilada por los militares adonde parece ser quealguna vez llegaron y se fueron seres de otro mundo. El film no destaca por su claridad, y su sentido alegó-rico no permite profundizar demasiado en el argumento, que de todas formas disgustó bastante a las au-toridades soviéticas.We Can Remember It for You Wholesale (1966) de Philip K. Dick (autor también de la novela inspiradorade la celebrada Blade Runner de Ridley Scott) es el relato en que se basa Desafío Total (1990). Película en-marañada y llena de trampas argumentales, nos interesa aquí sólo por la referencia que se hace a una anti-gua civilización extraterrestre (no se sabe bien si nativa o no) que instaló en el Marte en el que transcurrela mayor parte de la acción un gigantesco generador de turbinio (un trasunto de la máquina infernal de losKrell) capaz de hacer respirable la atmósfera del planeta rojo. No es la primera ni mucho menos la últimade las películas que aluden a una perdida cultura marciana, como haría también Misión a Marte (2000), unade las componentes del trío de películas que nos deparó el fin de siglo –junto a Planeta Rojo y a la españolaStranded– sobre una desastrosa primera expedición al mundo vecino. Es la única de las producciones de estegrupo sin orígenes literarios claros, y en cambio está fuertemente inspirada en las ideas arqueo-conspira-noicas de quienes han creído ver un rostro humano en la región marciana de Cydonia9. La esfinge halladapor los astronautas, que en realidad se asemeja más a un “gris” que a un terrícola, contiene la clave del ori-gen de la vida en la Tierra y un medio para contactar con sus huidos creadores. Todo esto sería muy origi-nal si Carl Sagan hubiese sido más aguafiestas con Kubrick y le hubiese desanimado a filmar 2001: una odiseadel espacio, pero no se dio el caso y la obra de Brian de Palma, por previsible, aburre más de lo necesario.También aborda el tema del primer encuentro con seres de otros mundos Contacto (1997), una muy dis-cutible adaptación de la novela de mismo título (1985) del ya mencionado Carl Sagan. Esta vez, el primermensaje alienígena captado en la Tierra contiene las instrucciones para construir una máquina supuesta-mente diseñada para viajar por el espacio a mayor velocidad que la luz. Cuando, tras arduas dificultades detodo tipo, se pone en funcionamiento el aparato, éste falla y aparentemente no produce ningún efecto. Dehecho, sin embargo, sí que ha permitido a su tripulante alcanzar las cercanías de la estrella Vega, donde le9 Véase Esteban, C., El Gran Silencio. La paradoja de Fermi y las visitas extraterrestres en el pasado, en este mismo vo-lumen.ETs y ovnis en el cine. Alienígenas y platillos volantes como argumentos cinematográficos93esperaba un extraterrestre con el aspecto de su fallecido padre, que sólo le transmite banalidades; peronadie se lo cree. La cinta se pierde en intrigas conspiracionistas y debates teológicos, y pensamos que lehace un flaco favor a la memoria del desaparecido autor.Esfera (1998), basada en la novela homónima de Michael Crichton (guionista e incluso director de otraspelículas de ciencia-ficción como La amenaza de Andrómeda, Almas de metal, Parque Jurásico, etcétera), esuna plomiza muestra de cómo mezclar ambientes submarinos con extraterrestres, tal cual hiciera previa-mente Abyss (1989). Una nave sideral terrestre, procedente del futuro y hundida en el Pacífico, contiene unamisteriosa esfera que, casi como se narra en Solaris o como los Krell sabían hacer como nadie, convierte enrealidad los deseos y temores de los protagonistas, que pese a su buen oficio no consiguen evitarnos el tedio.Aún menos inspirada resulta ser Supernova (2000), en la que otro objeto extraterrestre hallado por ca-sualidad, esta vez capaz de regenerar la materia y las estrellas mediante el peculiar método (no lo intentenen sus casas) de hacer estallar soles como novas, trae de cabeza a la tripulación de una nave hospital. El di-rector, Walter Hill, tuvo la decencia de esconderse bajo el pseudónimo de Thomas Lee.Por su parte, otros films simplemente convierten a los extraterrestres en algo tan inconcreto que ni porsu tecnología se manifiestan. Esto es discutible en el caso de 2001: una odisea del espacio (1968), si consi-deramos al famoso monolito como una sofisticada herramienta alienígena, pero esa interpretación se de-riva más bien de la novela que Arthur C. Clarke redactó al tiempo que se rodaba la película que de lo que lasimágenes de ésta directamente sugieren. No podemos entrar a analizar aquí una creación tan complejacomo la de Kubrick, que marcó para siempre la forma de abordar las historias de “primer contacto” y digni-ficó como ninguna otra el género de la ciencia-ficción cinematográfica. Nos limitaremos a destacar que en-contramos en ella una de las primerísimas muestras de visitas extraterrestres en el pasado, que supuso a suvez el primer encuentro sin propósito invasor o predicador que se registró en las pantallas desde los iniciosdel género.Aunque a veces se la ha presentado como la versión soviética de 2001, Solaris (1972) no comparte conaquélla más que un difícil argumento y una cierta espiritualidad siempre presente en el cine de Andrei Tar-kovski. Basada en la novela de 1961 del conocido escritor polaco Stanislaw Lem, nos cuenta los intentos porentender desde una estación espacial en órbita al incomprensible océano inteligente que cubre el planetaSolaris. Sin que se conozcan las causas o las finalidades, dicha extraña forma de vida provoca la aparición enla estación de una réplica de la esposa muerta del psicólogo que ha llegado hasta allí para aclarar las cosas.De alguna manera, el océano viviente explora con sus propios métodos a quienes persiguen estudiarlo. Lapelícula, originalmente de 165 parsimoniosos minutos de duración, no fue proyectada en su integridad enla Unión Soviética por culpa de la censura gubernamental, que a saber qué contenido subversivo debió veren tan abstracta trama. En 2002 Steven Soderbergh dirigió un remake que pasó sin pena ni gloria, pese aestar protagonizado por el taquillero George Clooney.VI) Películas ufológicasFinalmente, distintas producciones, más de las que a simple vista podrían parecer, ocultas en su mayoríaen la serie B o mucho más atrás en el alfabeto, han basado su guión en mitos platillistas o casuística ufoló-gica. La importación de ideas puede ser total o parcial, como sucedió en los inicios de la historia de los ovnis,en que los platillos volantes no se conectaban aún mecesariamente con los extraterrestres. Así, la primeraaparición de una nave espacial circular se registra sólo un año después del encuentro de Kenneth Arnold connueve objetos en formación cerca del monte Rainier, en el serial de 1948 Bruce Gentry-Daredevil of theSkies, en el que el malvado Archivero (un científico loco) pretende destruir el Canal de Panamá con plati-llos volantes teledirigidos. En 1950se repetiría en The Flying Saucer el uso de los platillos como sofisticadasarmas aéreas, en este caso robadas en Alaska por los rusos a un científico americano. No sería hasta 1951,con El enigma de otro mundo y Ultimátum a la Tierra, cuando, en paralelo con la evolución de las ideasVida en el Universo. Del Mito a la Ciencia94ufológicas, quedaría fijado en la pantalla grande el origen alienígena de los platillos volantes. A partir de en-tonces, tanto éstos como sus tripulaciones inspirarían no pocos largometrajes, tan hetereogéneos que loshemos dividido en siete diferentes categorías.A) Obras genéricas. Descontando algunas producciones menores indignas de toda mención, la películade ovnis por antonomasia es Encuentros en la tercera fase (1977, existe una “edición especial” de 1980),cuyo título es la nefasta traducción española de Close Encounters of the Third Kind, o sea, “encuentros cer-cano de tercer tipo”, terminología que se corresponde con la clasificación de los incidentes ufológicos pro-puesta por Josef Allen Hynek y que excluye por tanto la finalidad que presupone hablar de sucesivas “fases”.Precisamente Hynek aparece, pipa en ristre, hacia el final del film, y asesoró a los realizadores en algo másque en el título, pues esta obra de Steven Spielberg es en verdad una suerte de exposición didáctica de lasdiferentes variantes de los avistamientos de ovnis (luces nocturnas, casos con efectos electromagnéticos,abducciones…) que culminan con el contacto cara a cara con los extraterrestres (cuya fisonomía explica-ría, según Kottmeyer, cierto tipo de alienígena descrito en los relatos de los abducidos de los años noventa).Por lo demás, la cinta presenta a los ovnis como un fenómeno global y transcultural –cosa muy discutible–, investigado seriamente desde instancias oficiales representadas en la persona del doctor Lacombe (insó-litamente interpretado por François Truffaut), personaje descaradamente inspirado por Jacques Vallée,enfant terrible de la ufología de los años sesenta y setenta. Una serie de individuos vulgares ven transfor-madas sus vidas por las experiencias vividas con los ovnis y se obsesionan por encontrar intuitivamente ellugar donde se producirá el contacto final con los alienígenas, que mientras tanto ya ha sido localizado pormétodos más cartesianos por Lacombe y los funcionarios que le asisten. Sólo Richard Dreyffus (habitualcolaborador de Spielberg que ese año ganaría el Oscar al mejor actor por La chica del adiós) consigue ven-cer todas las dificultades en su viaje iniciático hasta la Torre del Diablo de Wyoming y será recompensadocon un billete para la nave nodriza de los extraterrestres. Film eminentemente visual y musical (se empleancinco famosas notas para comunicarse con los alienígenas), logra conectar con el espectador precisamentecontraponiendo la sencillez evangélica de los testigos de los incidentes y el sentido de lo maravilloso que lesembarga, frente a la racionalidad aséptica de Truffaut y su corte de científicos, que de todos modos se verándesbordados para resolver la papeleta que les ha caído encima.B) Abducciones. Los secuestros por extraterrestres, muy raros antes de la difusión en 1966 del caso delmatrimonio Hill, aparecieron en el cine en 1953 con Invasores de Marte, que ya hemos dicho que introdujotambién los implantes para el control mental del abducido, y forman parte de la historia de This Island Earth(1955) y La Tierra contra los platillos volantes (1956). Sin embargo, la pieza más elaborada en aquellos co-mienzos fue una producción de serie B, Killers from Space (1954), en la que el raptado, un científico atómico,narraba bajo los efectos del amital sódico cómo había despertado en una mesa de operaciones, rodeado dealienígenas que le propusieron que fuera su informante para sus proyectos de invasión. Luego le dejabanlibre tras hipnotizarle para que no recordara nada, y aparecía en las afueras de la ciudad desorientado y conel famoso “tiempo perdido” que no sabía justificar. Casi el guión de las experiencias relatadas por los abdu-cidos de los años ochenta y noventa…Sería más tarde el propio telefilm sobre el caso Hill, The UFO Incident (1975), el que, según los autores10,impulsaría el fenómeno abduccionista hasta las cotas exacerbadas que alcanzó en los EE.UU., alimentadopor la difusión de las obras de Budd Hopkins, John Mack y Whitley Strieber. Éste último, que ya antes habíaconseguido llevar al cine Lobos Humanos (1981) y la memorable El ansia (1983), dos de sus primeras nove-las, repitió en 1989 con Comunión, confusa e inaguantable adaptación de la obra de ficción del mismo título,que recoge las propias vivencias de Strieber como abducido reiterado, y que hizo un flaco favor a las pre-tensiones de realidad de estos supuestos incidentes. Más intencionadamente serio, aunque tanto que caíaen el ridículo, fue el telefilm Intruders (1992), auténtica hagiografía del psiquiatra John Mack y su iniciaciónen el mundo de los secuestros alienígenas, presentados como reales, y conocidos y silenciados por el Go-bierno. En 1993, Fuego en el cielo recogió con truculencias añadidas el fraude de la abducción de Travis Wal-10 V. Klass, Philip (1989) UFO Abductions. A Dangerous Game. Amherst, NewYork: Pometheus Books, pp. 23-24.ETs y ovnis en el cine. Alienígenas y platillos volantes como argumentos cinematográficos95ton, aunque omitiendo por supuesto todos los elementos que pudieran indicarlo, por bien de la taquilla.C) Sectas ufológicas. Pese a ser poco conocida, Obsesión ovni (1980), constituye el mejor retrato, aun-que en clave de comedia, del sectarismo ufológico. Una frustrada cajera de supermercado, lectora de librossobre platillos volantes, sufre una confusión que la lleva a creer que ha visto un ovni y a anunciar la próximallegada de los extraterrestres a un villorrio del Medio Oeste de los EE.UU. Un pícaro local, que opera comopredicador evangélico aunque realmente se dedica al tráfico de coches robados, se aprovechará de la inge-nua mujer para hacer negocio a costa suya. Casi una versión country de Encuentros en la tercera fase (elnovio de la protagonista es un forofo de Waylon Jennings), la película, sin muchas pretensiones, deja unbuen sabor de boca.No puede decirse lo mismo de Mysterious Two (1979, pero no estrenada hasta 1982), inspirada en las cor-rerías de los contactados Bo y Peep, conocido también el primero como Marshall Applewhite, líder de lasecta Heaven’s Gate que en 1997 protagonizó un suicidio ritual de treinta y nueve de sus adeptos en la ciu-dad de San Diego. En el film, una pareja se dedica a recorrer Norteamérica reclutando seguidores para la“gente del mañana”, a quienes somete a su voluntad y hace desaparecer de la faz de la Tierra; y vuelta a em-pezar otra vez en otro lugar.Más recientemente, la producción española Platillos volantes (2003) describe el ambiente ufológico de losdifíciles años del franquismo, opresivo caldo de cultivo de algunas orientaciones platillistas tan poco reco-mendables como la de los dos obreros textiles de Terrassa que se suicidaron en las vías del tren con la espe-ranza de alcanzar así el deseado contacto con los extraterrestres. La película, de meritoria factura y contadacon un inevitable humor negro que no pudo paliar su fracaso comercial, está basada en hechos reales acae-cidos en 1972.D) Platillos estrellados. El primer castañazo cósmico se registró en el Ártico, como cuenta El enigma deotro mundo (1951), y, descontando la avería de It Came from Outer Space (1953), no se repetiría hasta 1967en China, si nos creemos la historia de The Bamboo Saucer, poco recordada película que relata las peripe-cias de un equipo soviético y otro estadounidense que intentan localizar el vehículo siniestrado antes queel rival. Ahora bien, por antigüedad del caso en el que se basa, el dudoso premio a quien se estrelló primerocorresponde a The Aurora Encounter (1985), vagamente inspirada en uno de los sucesos de la oleada denavesaéreas de finales del siglo XIX. La cinta fue catalogada para todos los públicos, a pesar de que, bárba-ramente, el alienígena estaba interpretado por un muchacho de 14 años que padecía progeria... En los añossetenta se produjeron otros filmes de bajo presupuesto sobre platillos accidentados que hoy en día sólo co-nocen los especialistas, como The Alien Factor (1977), donde lo que nos cae es un cargamento de animalesde un zoológico extraterrestre, Foes (1977) y la comedia Earthbound (1981).Hangar 18 (1980, cuyo director, James L. Conway, también lo fue de Earthbound), estrenada poco des-pués de la aparición ese mismo año del libro de Charles Berlitz y William L.Moore sobre el caso Roswell, apro-vechó las tesis de la ufología más paranoica (el título es un calco de la famosa “Área 51”) y la estela deCapricornio 1 (1978) para construir una poco clara historia (la versión para la televisión no tiene el mismofinal que la proyectada en los cines) de pobres resultados artísticos, pero que popularizó enormemente laleyenda de los ovnis accidentados. Otros irregulares largometrajes, Wavelength (1983), El vuelo del nave-gante (1986), Top Line (1988), Negativa oficial (1993) y la ya mencionada Dreamcatcher (2003) aprovec-haron también elementos de estas historias, e incluso el caso Roswell tuvo su propia película, Roswell (1994),dirigida al mercado del vídeo y protagonizada por Martin Sheen y Kyle MacLachlan.E) Mutilaciones de ganado.No han sido muchas ni muy destacables las películas que han abordado estatemática. La primera fue The Return (1980), historia de dos niños que fueron testigos de un ovni y que alllegar a la edad adulta deben enfrentarse, uno como sheriff y la otra como científica, a una oleada de muti-laciones de ganado, provocadas de hecho por un tercer testigo del mismo incidente, quien posee una espe-Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia96cie de sable de luz, cortesía de los extraterrestres, con el que comete sus fechorías. Al final nada se nos aclarasobre el objeto de las inquietudes quirúrgicas de los marcianos.Alan Rudolph dirigió en 1982 Especies Peligrosas, curioso título para un argumento no demasiado diferenteal de The Return: un policía neoyorquino que intenta superar su alcoholismo se refugia con su hija en un pue-blecito de Colorado en el que la nueva sheriff intenta aclarar el misterio de las muertes de animales queazotan la región. Se enamoran y descubren, más o menos, que todo se debe a los experimentos con gas ner-vioso que los militares llevan a cabo en una abandonada base de las proximidades.F) Hombres de negro. Aunque casi desconocida, fue The Silencers (1996) la primera producción que abordócon carácter principal el tema de los misteriosos sujetos que se ocuparían de amedrentar a los testigos de avis-tamientos ufológicos, no se sabe bien si a cuenta de las autoridades o de los mismos extraterrestres. En esacinta, un senador de los EE.UU. es asesinado por hombres de negro, y un agente del servicio secreto debe re-solver el caso con ayuda de un alienígena. Antes que ella, estos siniestros personajes habían hecho algunas apa-riciones anecdóticas en la serie Z, como en Occhi dalle stelle (1978) y The Alien Encounters (1979).Sin embargo, el film que recuperó ese antiguo mito platillista fue Hombres de negro (1997) y su secuela Hom-bres de negro-2 (2002), comedias al servicio del cómico Will Smith, con gran carga de efectos especiales y unguión que casi brilla por su ausencia. No obstante, tienen sus buenos momentos, como cuando, en la primeraentrega, el agente K (Tommy Lee Jones) “neuraliza” a una testigo y le dice: “De acuerdo, Beatrice, no habíaningún extraterrestre. El relámpago de luz que has visto en el cielo no era un ovni. Gas de los pantanos de unglobo meteorológico quedó atrapado en una bolsa de aire caliente y reflejó la luz de Venus”, lo que constituyeun hilarante compendio de las explicaciones habituales de los debunkers para los incidentes denunciados.G) Círculos en campos de cereales. Por último, se debe a M. Night Shyamalan, director de El sexto sen-tido, haber logrado que Hollywood se ocupara también de los círculos aparecidos en campos de cereales, fe-nómeno recurrente en la campiña inglesa por obra de reconocidos bromistas, pero que en el film Señales(2002) se nos presenta como de origen extraterrestre y alcance mundial. La película tiene mucho que vercon la fe de cada cual en sí mismo y en general, y se pierde por ahí en más de una ocasión, sin que su final,un tanto forzado, convenza a la mayoría del público. Siguiendo su estela, se estrenaron al año siguiente eltelefilm Silent Warnings, que se deja de ambigüedades y apuesta directamente por la invasión alienígenaexplícita y el consecuente terror desencadenado, así como la poco conocida A Place to Stay, que opta por lavía mística y la New Age para relatar una historia de amor y racismo entre los círculos.Todavía cabe reseñar algunas películas que explotan temas muy específicos dentro de la mitología ufo-lógica, como El experimento Filadelfia (1984, viajes instantáneos en el tiempo y el espacio de acuerdo conuna patraña divulgada por Charles Berlitz), Expediente X (1998, la paranoia conspiracionista en gradosumo11) o Mothman, la última profecía (2002, acerca de las visiones de una extraña criatura alada descritaspor John Keel), que junto con las anteriores ofrecen una pequeña muestra de lo amplio que resulta el re-pertorio de argumentos basados en los ovnis y de las ocasiones en que se ha usado y abusado de él. Comosiempre, sólo el cielo es el límite, y a veces incluso puede irse más allá.BibliografíaAA.VV. (2001) Las 100 mejores novelas de ciencia-ficción del siglo XX. Madrid: La Factoría de Ideas.Bassa, Joan y Feixas, Ramón (1993) El cine de ciencia-ficción. Barcelona: Paidós.Chiavini, Roberto, Pizzo, Gian Filippo y Tetro, Michele (2006) Contact! Tutti i film su UFO e alieni. Fi-renze: Corrado Tedeschi Editore.11 Véase Campo, R., Conspiraciones y encubrimientos: el mito autoprotector, en este mismo volumen.ETs y ovnis en el cine. Alienígenas y platillos volantes como argumentos cinematográficos97Clute, John (1996) Ciencia-Ficción. Enciclopedia ilustrada. Barcelona: Ediciones B.Costa, Jordi (1997) Hay algo ahí afuera. Una historia del cine de ciencia-ficción, vol. 1 (1895-1959). De laTierra a Metaluna. Barcelona: Ediciones Glénat.Duque, Pedro (1998) Arañas de Marte. Video-guía de invasiones alienígenas. 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LovecraftGran parte del mito de los platillos volantes se articula en torno a la idea de conspiración o encubri-miento (también conocida con la expresión inglesa cover up). Desde el principio, la martirizante y,al mismo tiempo, salvadora creencia en un secreto ocultado acompaña a los ovnis y a los ufólogosen su práctica. Éste es uno de sus sellos característicos, y sus responsables son instituciones gubernamen-tales, comunidades científicas internacionales o grupos de poder, sin olvidar a los propios extraterrestres quedesde el principio habrían optado por no manifestarse públicamente, contra casi toda lógica humana. Sulabor consiste en evitar que las informaciones sobre observaciones de platillos volantes y contactos con en-tidades alienígenas sean de dominio público. La exitosa labor de ocultación (jamás un ufólogo o un perio-dista ha conseguido mostrar pruebas irrefutables de tales afirmaciones durante los últimos sesenta años)lleva a pensar que ésta es inexistente, como veremos a lo largo de este artículo.Para cualquier analista crítico, la idea del encubrimiento y la ocultación de un secreto tan impactante yrevolucionario que lleva seis décadas inviolado aporta conocimiento negativo de los ovnis: si nos situamosfuera de esta leyenda veremos que la idea de conspiración, lejos de referirse a algo externo a aquéllos, esparte esencial. No hay ovnis por un lado y unos poderes ajenos que logran con éxito inverosímil silenciar suauténtica realidad y divulgación planetaria; al contrario, la conspiración forma parte del mito ufológico enuna medida tal que no puede separarse, so pena de diluirse y desaparecer. Pero ya el mito de los ovnis hademostrado su fortaleza en la lucha por la vida entre las creencias de las masas, así que debemos examinarla relación de dependencia existente entre los ovnis y la conspiración que los encubre en tanto que granverdad de proporciones cósmicas.La misma naturaleza social de los ovnis dio origen a la idea de que estaban siendo encubiertos, mante-niendo en secreto lo que realmente eran. La sorpresa inicial por el caso Arnold1, Roswell y otros clásicostempranos como el de la isla Maury y el del piloto Thomas Mantell dio paso a la saturación de los medios,pero a pesar de las muy numerosas observaciones y testimonios no se descubría su auténtica y supuesta na-turaleza física y material.Conspiraciones omnipresentesLas irracionales y desaforadas especulaciones conspiracionistas no tienen a los platillos volantes como1 Véase Cabria, I., Ascenso y caída de los extraterrestres, en este mismo volumen.99único objeto. La historia de la política está llena de ellas, y también los grandes atentados terroristas comoel del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York2 o el 11 de marzo de 2004 en Madrid han sido interpretadoscomo una conjura de los poderes fácticos que controlan el mundo en la sombra. Enfermedades como elSIDA tienen su origen en secretos laboratorios; el hombre no llegó a la Luna, sino que se trató de un fraudevisual perpetrado en un estudio cinematográfico3; y las democracias occidentales son una simple tapaderapara los que aseguran que estamos gobernados férreamente por grupos y sociedades más o menos secretascomo los Illuminati, el Priorato de Sión o la masonería. A ello hay que añadir en los últimos años el éxito co-mercial del la historia alternativa con carácter esotérico, cuyo producto más destacado es El código Da Vinci.La capacidad de penetración de tal propaganda en las mentes menos duchas en el pensamiento crítico estábasada en algunas herramientas retóricas y falacias. Pero de antemano, el receptor de la sospecha debeestar, de alguna forma, predispuesto a aceptar la existencia en la sombra de un misterio o de un complot.El creyente o conspiracionista está convencido de antemano de una verdad dogmática, que invariablementecoincide con deseos, temores y prejuicios propios profundos e intensos. En otras palabras: el conspiracionistaconfunde la realidad con sus deseos. En apoyo del irrefrenable impulso para detectar una verdad silenciadaconcurren los argumentos sesgados que aparecen retratados en cualquier manual de razonamiento deduc-tivo.La idea de conspiración tiene dos vertientes fundamentales en el campo de la cultura popular alternativa.La primera hace referencia a las creencias irracionales con supuestos referentes físicos (la parapsicología yla ufología en especial). Desde este punto de vista, la clase científica, la ciencia oficial u ortodoxa, según laterminología al uso, mantiene en secreto la existencia de determinados hechos o fenómenos por interesesepistemológicos o económicos, ya sea la negativa a reconocer las supuestas capacidades paranormales, loscadáveres de los extraterrestres hallados en Roswell o la propia y cotidiana manifestación en nuestros cie-los de fenómenos que son indicio de una presencia ajena a nuestro planeta. En una segunda acepción, la es-peculación conspiracionista adopta un carácter interno al propio escenario alternativo: es la conspiración dela New Age. En uno de los clásicos del pensamiento mágico del siglo XX, El retorno de los brujos4, abundan las suge-rencias conspiracionistas. La ciencia contemporánea, aseguran sus autores, puede estar alumbrando en suinterior a genios transmutados, plenamente coincidentes en sus apreciaciones e interpretaciones con anti-guas sabidurías olvidadas, o de las que sólo se conservan retazos. No se trataría de organizaciones secretas,sino de elites intelectuales y espirituales cuya sabiduría no está al alcance de cualquier mortal. Y desde losaños sesenta adquirió cierto predicamento social la conspiración de Acuario, aunque con un tono rebajadoy a cara descubierta. La tesis del libro homónimo de Marilyn Ferguson5 consiste en que una poderosa trans-formación socio-espiritual de la sociedad está ocurriendo, que se inicia en lo individual pero que conduciráa cambios sociales sustanciales. La conspiración acuariana consiste -o consistía, más bien- en una red no je-rarquizada de personas con mentalidad semejante, con el deseo de cambiar los fundamentos ideológicos dela sociedad industrializada. El supuesto espíritu novedoso de la New Age fue fagocitado por la industria cul-tural para convertirlo en un amasijo de beaterías e irracionalidad pseudocientífica.Según Ferguson, en los años setenta un número creciente de humanos sentían en su interior que algoimportante, una revolución silenciosa, estaba en marcha, que se avecinaban cambios socioculturales deter-minantes. Este estado psicológico, retratado con gruesas pinceladas por la citada autora, se halla en la basede buena parte de las creencias contemporáneas en lo maravilloso y es habitual encontrarlo entre los de-Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia2 Véase la web de la Red Crítica 11-S, donde se ofrece una visión racional de las afirmaciones conspiracionistas entorno a este atentado terrorista: <http://11-s.eu.org>.3 Para una completa refutación de este absurdo véase <http://intercosmos.iespana.es/reportajes/luna/luna_princi-pal.htm>4 Pauwels, Louis y Bergier, Jacques (1985) El retorno de los brujos. Barcelona: Plaza y Janés.5 Ferguson, Marilyn (1985) La conspiración de Acuario. Barcelona: Kairós.100fensores y consumidores de lo paranormal. Como señala Damian Thompson6, los agentes de esta transfor-mación serían miembros de una red sin dirigentes pero poderosa, que ha prescindido de ciertos elementosclave del pensamiento occidental, e incluso es muy posible que hayan roto la continuidad de la misma his-toria. Esta red, que es una conspiración en el sentido de “respirar juntos”, sólo buscael poder para disper-sarlo. Como vemos, la conspiración es un elemento destacado en la cosmovisión de la New Age, en la que,al menos en su apartado contactista y neoreligioso, fueron incorporados los platillos volantes. Pero la me-táfora conspiracionista de Ferguson fue asumida no por los pensadores políticos y los científicos, sino porlos creyentes en la proyección astral, los espíritus reencarnados y los poderes curativos de los cristales, entreotras cosas7.El secreto extraterrestrePara Barkun (2003) la conspiración es, en primer lugar, una componente de la política que pretende de-tectar la presencia de un poder, escenario en el que destaca la existencia de un Nuevo Orden Mundial. Antesde los años noventa la creencia en este Nuevo Orden estaba limitada a dos subculturas: las agrupaciones pa-ramilitares antigubernamentales y los fundamentalistas cristianos que alertaban sobre el fin de los tiemposy la llegada del Anticristo. La difusión de estas ideas en la ufología (véase Wojcik, 2003) significó un bene-ficio mutuo puesto que la ufología posee una gran audiencia potencial y saneó las teorías conspiracionistas,asociadas en menor grado desde entonces al antisemitismo y al racismo. La conspiración ufológica se hallaasí en una posición ventajosa para aprovechar el medio digital y reciclar los temas clásicos del conspiracio-nismo en la cultura popular, con lo que gana respetabilidad entre las audiencias mayoritarias.Como señalan Devereux y Brookesmith (1997: 108), la historia del platillismo conspiracionista corre pa-ralela a la de los acontecimientos históricos en los que se intensificó la desconfianza sobre las actividadesgubernamentales. Son particularmente interesantes los años setenta, en los que fueron de dominio públicolas actividades ilegales del gobierno norteamericano con motivo de la guerra de Vietnam. No podemos ol-vidar, en el contexto de las conspiraciones, el caso Watergate, modelo de las actuales teorías de las conju-ras estatales. Las sospechas de los conspiracionistas arreciaron desde un principio, y cualquier liberación de informaciónbajo la Freedom on Information Act se consideraba como la punta del iceberg, pues siempre era fácil ima-ginar que debían existir niveles aún más profundos de secreto a los que cualquier desclasificación no podíallegar. Por su parte, Kottmeyer8 inventarió buena parte de las referencias al miedo nuclear que aparecen enla literatura ufológica, especialmente las de carácter contactista, como una forma de dar salida pública a latensión provocada por el enfrentamiento entre bloques. Y para Wojcik (2003: 290) las más aberrantes te-orías conspiracionistas de la ufología, relacionadas con la presencia de alienígenas en connivencia con el go-bierno secreto del mundo, poseen un sentido fatalista y nihilista de la condición humana que refleja elelevado nivel de alienación y desesperanza de parte de la sociedad norteamericana actual.Desde que la creencia social en la venida a la Tierra de naves interplanetarias adquirió los rasgos de un mo-derno mito colectivo la idea del encubrimiento gubernamental entró a formar parte del mismo. La ausen-cia de confirmación de las exageradas especulaciones en torno a los extraterrestres hizo necesaria laconstrucción de un contrafuerte que permitiera a la irrenunciable creencia perpetuarse durante décadas: sino aparecían las pruebas definitivas era porque existían poderes gubernamentales interesados en mante-nerlas en secreto. Para Peebles (1994: 340), el mito de los platillos volantes tomó cuerpo en una época desospechas y paranoia, quedando en gran medida anclado en los años cincuenta. Un ejemplo destacado eneste sentido es la idea seminal de Donald F. Keyhoe (sobre el que volveremos más adelante) del encubri-Conspiraciones y encubrimientos: el mito autoprotector6 Thomson, Damian (1998) El fin del tiempo. Fe y temor a la sombra del milenio. Madrid: Taurus, p. 235.7 Íbidem, p. 237.8 Kottmeyer, Martin (2001) Transmutaciones y transfiguraciones. Biblioteca Camille Flammarion, 3 Santander: Fun-dación Anomalía.9 Véase la voz “Hipótesis del arma secreta”. En: Diccionario Temático de Ufología (1997) Morey, Matías (ed.). Santan-der: Fundación Anomalía.10 Citado en Ballester Olmos, Vicente-Juan (1978) Ovnis: el fenómeno aterrizaje. Plaza y Janés: Barcelona, p. 281.11 Vallée, Jacques (1969) Passport to Magonia. Chicago: Regnery. Edición española: Vallée, Jacques (1972) Pasaporte aMagonia. Barcelona: Plaza y Janés.12 Véase González, L. R., “Ellos”: taxonomía y filogenia de los visitantes, en este mismo volumen.101miento gubernamental de las naves extraterrestres, artículo de fe desde entonces para la ufología. Asi-mismo, desde el inicio del rumor sobre los platillos volantes circuló la hipótesis de las armas secretas9, segúnla cual buena parte de las observaciones se habría debido a vuelos de prueba de aeronaves norteamericanasde combate secretas como el Chance Vought XF5U-1, las alas volantes Horten Ho.IX y Northrop y los ac-tuales aviones furtivos o stealth como el F-117A.En líneas generales, la conspiración ufológica ha pasado de ocultar la realidad de la existencia de los ovniscomo extraterrestres por miedo al pánico en los años cincuenta y sesenta a una versión en los ochenta y no-venta donde los gobiernos colaboran con los extraterrestres, si es que no son ellos mismos alienígenas comoalgunos se han atrevido a asegurar. Esta perversión reciente vendría dada precisamente por la irrupción delas ideas conspiracionistas sobre el Nuevo Orden Mundial en la ufología tradicional.Incluso en las definiciones, siempre negativas, del término ovni es posible descubrir indicios conspiracio-nistas, o referidos a un poder ignoto oculto tras las apariencias. La siguiente es de uno de los más promi-nentes ufólogos, el también astrofísico Jacques Vallée:El fenómeno OVNI es el producto de una tecnología que integra fenómenos físicos y psíquicosy que afecta principalmente a las variables culturales de nuestra sociedad a través de la manipula-ción de los parámetros fisiológicos y psicológicos de los testigos10.En otras palabras: existe una inteligencia ajena a la nuestra que determina, en una medida no aclarada,nuestra existencia, o al menos ciertos aspectos relacionados con la percepción de estímulos no identificadosy cómo son éstos interpretados. Estas ideas de Vallée aparecen desarrolladas en Passport to Magonia11. El tema del libro es la continuidada lo largo de la historia de un fenómeno que adquiere formas diversas según los contextos culturales. Va-llée llegaba a la conclusión de que las visiones de la Virgen, las leyendas de las hadas, los mitos y los ovnisson manifestaciones de un mismo fenómeno, que toma distintas apariencias en función del medio socio-cultural sobre el que se proyectan12. Vallée nos advierte de que quizás las apariciones de ovnis y otros fenó-menos no sean más que una mentira: Quien controla la imaginación humana podrá conformar el destino colectivo de la Humanidad,a condición de que el origen de este control no pueda ser identificado por el público.Aquí da entrada a una obsesión de todos sus trabajos posteriores: el sistema de control, afirmando:Además de la cuestión de la naturaleza física de estos objetos deberíamos estudiar el problema,más profundo, de su impacto en nuestra imaginación y nuestra cultura.Y añade: Es posible hacer creer a grandes sectores de la población en la existencia de razas sobrenatura-les, en la posibilidad de máquinas voladoras, en la pluralidad de los mundos habitados, exponién-dolos a unas cuantas escenas cuidadosamente preparadas, cuyos detalles se adaptan a la cultura ya las supersticiones de una época y un lugar determinados.Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia102Introduce así una de las ideas que mayor éxito tuvo en la ufología posterior: el aspecto mimético de losovnis, que se adaptarían omnipotentemente a la cultura de cada momento histórico imitando su tecnolo-gíapara pasar desapercibidos e influir en nuestro desarrollo. En una obra posterior, Messengers of Decep-tion: UFO Contacts and Cults (1979), son las agencias de espionaje extraterrestre las que entran a formarparte del propio sistema de control alienígena, contribuyendo así a moldear las creencias de las masas.Una vez que los platillos volantes se asentaron en la cultura de masas, su popularidad y arraigo social hansido tales con el paso de las décadas que fueron utilizados como argumento a favor de las tesis de variadostipos ideológicos de disidentes, revolucionarios y extremistas. Desde los neonazis a los ultraizquierdistaspasando por la Nación del Islam y grupos radicales afroamericanos, son numerosos los personajes que hanhecho uso de la gran leyenda platillista con objeto de sembrar la duda irracional en sus fieles mediante laidentificación de grotescos encubrimientos gubernamentales.Debilidades de la teoría de la conspiración ufológicaSi hay un poder en la sombra que mantiene la verdad a buen recaudo también hay aguerridos investiga-dores que han accedido al secreto, y que, generosamente, desean transmitirlo a un público expectante yávido de sensacionales revelaciones; pero, sorprendentemente, éstas quedan olvidadas con el paso de unaspocas semanas. Como es lógico, tal generosidad necesita de una transacción monetaria en forma de librosy lujosas revistas, pues el mercado de lo oculto se rige por la ley de la oferta y la demanda, y por la fabrica-ción y cultivo de éstas.De una forma u otra la ufología ha cristalizado a lo largo de su desarrollo histórico en un ámbito en el quelas cosas no funcionan de igual manera que en otros terrenos de la actividad social. Los medios de comuni-cación especializados en la cultura paranormal han construido una realidad alternativa, donde la percepciónhumana opera de manera mucho más precisa y fidedigna; de ahí la sobrevaloración de las experiencias per-sonales como criterio de validación. Al tratarse de un constructo totalmente artificial, se han eliminado lasimperfecciones del mundo real. En este escenario idealizado el ojo humano posee una acuidad superior a laque todos habitualmente poseemos, los efectos ópticos de la atmósfera desaparecen y el recuerdo humanoes capaz de reproducir fiel y literalmente lo vivido días atrás, a pesar de la sorpresa, el miedo y la angustiavivida entonces.Existe todo un repertorio de curiosas razones para dar verosimilitud a las complicadas maniobras argu-mentativas del periodismo ufológico sobre el secretismo oficial. Debido a que en este terreno mítico la ló-gica adquiere rasgos sui géneris, las creencias firmemente asentadas no toleran la crítica o el examenracional, de tal manera que se torna plausible pensar que tal ocultamiento es real y efectivo. A menudo seaducen las más extravagantes afirmaciones con tal de no reconocer que no existe ni una sola prueba de quenos visiten alienígenas y de que, por tanto, no hay política de cover up u ocultamiento. Ares de Blas (1997)resumió el aberrante panorama intelectual de la ufología de la siguiente forma: el no encontrar ningunaprueba es una buena prueba de que las pruebas existen. Así, la creencia se blinda a sí misma, ya que, por de-finición, esto es irrebatible: siempre hará aparición alguna pretendida autoridad que, ante la demostraciónde que el Gobierno no oculta o tergiversa información de un episodio particular, piense que en otros casosesto sí puede estar produciéndose, o incluso que la labor de encubrimiento es tan perfecta que hace creerque no existe. Aunque pueda parecer una estupidez, razonamientos como éste son habituales en el mundi-llo de los medios especializados en el bombardeo de noticias ufológicas. El lector quizá se pregunte por quéeste autor es tan crítico con los publicistas de misterios; al fin y al cabo no hacen daño a nadie. Creo que eldaño que causan es normalmente por omisión: no ofrecen evidentes explicaciones para muchos de los mis-terios que divulgan, interpretan tendenciosamente la mayoría y mantienen en el engaño o la creencia in-fundada a los jóvenes seguidores de la producción seriada de enigmas. Su actividad es, en definitiva,esencialmente fraudulenta, y como tal hace uso de todo el repertorio tradicional de falacias, desde la acu-sación nominal a la culpabilización por asociación, pasando por la ausencia de demostraciones irrebatiblesConspiraciones y encubrimientos: el mito autoprotector103de la existencia de lo que, al parecer, los gobiernos ocultan: los propios seres extraterrestres y sus naves in-terplanetarias. La creencia en encubrimientos oficiales es antigua; de hecho nace con el propio mito, en los años cin-cuenta. Es el pan bajo el brazo con el que vino a este mundo la creencia en las visitas alienígenas. Los cre-yentes pensaban que la prueba definitiva de la ocultación era la negativa de la Fuerza Aérea a permitir elacceso libre a los archivos secretos (Peebles, 1994, 134). De nada servía explicar que la causa del secreto eraque los archivos contenían información reservada sobre procedimientos de inteligencia: el público seguíacreyendo que se ocultaba la presencia de naves extraterrestres sobre los cielos norteamericanos. Encontra-mos una situación muy parecida en España en las últimas décadas relacionada con los archivos secretos delEjército del Aire, tema sobre el que volveré más adelante.Las teorías conspirativas pueden parecer profundamente irracionales en una primera aproximación, pero,por otro lado, son “mucho más coherentes que el mundo real, desde el momento en que no hay lugar paraerrores, fallos o ambigüedades”13. De igual forma, la paranoia conspiracionista en ufología es completa-mente irracional, pero sus afirmaciones son intrínsecamente irrebatibles debido a que se trata de idealiza-ciones irreflexivas. El mundo funciona de manera muy sencilla desde esta perspectiva: podemos distinguiruna verdad oculta (presencia de naves misteriosas o extraterrestres en el cielo y pactos entre los alieníge-nas y el gobierno norteamericano); unos conspiradores y manipuladores (el Ejército y sus colaboradores ci-viles); unos luchadores contra la conspiración (los periodistas ufológicos); y unos posibles espías (aquellosque dudan de la existencia del secreto y la manipulación, o son mínimamente ambiguos respecto a la ver-sión conspiracionista). Se trata de una teoría compacta y autosuficiente, donde los malos y los buenos estánperfectamente identificados, como en toda visión paranoica que se precie.El ocultamiento es la mejor salvaguarda del complejo mito ufológico, al menos en lo que de actividad lu-crativa y comercial tiene: el rumor de la conspiración puede ser extendido todo lo que la imaginación de losautores de ufología comercial dé de sí. Siempre se podrá encontrar una clave oculta que explique por quédeterminada observación fue archivada bajo el sello de materia clasificada; siempre será posible diseñar unescenario de supuesta intervención oficial que abone la creencia de que el Gobierno de la nación tiene se-cretos intereses en los ovnis. En principio, el mito de la ocultación es inagotable, pero por ello mismo no pa-sará nunca de ser una creencia situada al mismo nivel que otros muchos rumores sin evidencias.Kottmeyer (1990) opina que toda la ufología, desde sus orígenes, es un complejo sistema paranoico.¿Cómo se explica que una creencia perviva durante más de medio siglo sin aportar una prueba convin-cente de sus afirmaciones más extravagantes? ¿Cómo denominar al comportamiento de ciertos divul-gadores empecinados en difundir la creencia de que los gobiernos nos ocultan secretos de proporcionescósmicas? Si tan seguros están de la existencia de esas manipulaciones es que, de alguna forma, han te-nido acceso a las mismas. ¿Por qué no han dado a conocer públicamente alguna de ellas?; ¿por qué nohan efectuado una demostración irrebatible ante la que usted, lector, y cualquier crítico, se vea obli-gado a asentir? Pero, lamentablemente,fallaron; cuando tenían a la vista el secreto de secretos no fue-ron capaces de tomarlo para sí. Es una situación idéntica a la de los contactados con bondadosas ysapientísimas entidades cósmicas: visitaron su platillo volante pero no tuvieron la precaución de tomarun pequeño artilugio o indicio que confirmara que su visita tuvo lugar en el mundo real y no en el paísde las maravillas que Alicia visitara en sueños. ¡Lástima: pretenden convencernos con la palabra, pre-gonando con las manos vacías!El divulgador primerizo de la teoría de la conspiración y el encubrimiento fue el mayor retirado de laFuerza Aérea norteamericana Donald F. Keyhoe. Para él cualquier explicación o aclaración del misterio pro-Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia13 Hofstadter, R. (1965) The paranoid Style in American Politics. New York: Alfred A. Knopf. Citado en Harrington, Evan(1996) “Conspiracy Theories and Paranoia: Notes from a Mind-Control Conference”. En Skeptical Inquirer, Septem-ber/October Vol. 20, No 5, New York.104cedente de fuentes militares o gubernamentales, como las del proyecto Grudge14 (empezando por el propionombre, que puede traducirse por “resentimiento”) resultaba sospechosa y mendaz de antemano, aprio-rismo que los actuales seguidores de la ufología y creyentes en visitas alienígenas siguen manteniendo. Enun artículo publicado en 1950 en la revista True Keyhoe aseguraba que:- La Tierra ha estado bajo observación por parte de otros planetas almenos durante los dos últimos siglos. - Estas observaciones se incrementaron súbitamente en 1947, comorespuesta a las explosiones atómicas de 1945.- Las observaciones pueden continuar por un periodo de tiempo inde-finido y no hay indicios de que deseen contactar con nuestro planeta deforma abierta. Figura 1El mayor Donald F. Keyhoe, uno de los principales divulgadores de la teoría dela conspiraciónComo señala Cabria15, el artículo de True se convirtió una vez ampliadoen el primer libro dedicado a los platillos volantes16, con el cual Keyhoese convirtió en una celebridad en este tema. Al mismo tiempo, el military científico Robert McLaughlin publicó en febrero de 1950, también en la revista True, el relato de su ob-servación de un objeto que se desplazaba a gran velocidad, y que pudo seguir con un teodolito. Lo más sen-sacional del reportaje de McLaughlin fue su afirmación de que aquel objeto debía ser una nave tripulada porseres extraterrestres procedentes de Marte. Y en el mismo mes de febrero se extendió el rumor de que ungran vehículo se había estrellado en Nuevo México y 15 seres alienígenas habían sido capturados. La histo-ria sirvió de argumento para el segundo libro dedicado a los platillos volantes, Behind the Flying Saucers17.Su autor, Frank Scully, reforzó así la naciente especulación conspiracionista y secretista.Con demasiada frecuencia, la historia de los ovnis suele ser contada como si de una isla en medio de un océanose tratara, alejada de toda influencia del continente. Hemos visto que la lógica interna del pensamiento conspira-cionista, como en general la de todo el razonamiento mágico que impregna la literatura paranormal, actúa deesta forma, ajena a la crítica o cuestionamiento de las verdades básicas que sirven de sostén a la creencia o al es-cenario previamente construido en el que ciertos detalles, indicios o pistas se hacen encajar. Pero en un análisisdesde el exterior de la creencia no podemos olvidar que la leyenda de los platillos volantes se halla sometida a lasmismas influencias socioculturales que podemos detectar en otros ámbitos de la realidad humana.A continuación pasaremos revista a los más destacados episodios internacionales donde la conspiracióny el encubrimiento de información han estado presentes. Entramos en el salón principal de la gran mansiónde Ovnilandia...La isla de MauryEl fraudulento episodio de la isla de Maury18 tiene lugar cuando el mito de los ovnis se gestaba a partir delas declaraciones de Kenneth Arnold y los inventos mediáticos de Raymond Palmer en Amazing Stories. Ar-Conspiraciones y encubrimientos: el mito autoprotector14 Véase Borraz, M., Ovnis, científicos y extraterrestres en este mismo volumen.15 Véase Cabria, I., Ascenso y caída de los extraterrestres en este mismo volumen, apartado La ufología ocultista de Va-llée y Keel en busca de la gran manipulación cósmica.16 Keyhoe, Donald F. (1950) Flying Saucers Are Real. Nueva York: Fawcett.17 Scully, Frank (1950) Behind the Flying Saucers. Nueva York: Henry Holt.18 Véase Borraz, M., Ovnis, científicos y extraterrestres, en este mismo volumen.105nold actuó un tiempo como investigador de otros sucesos a instancias de Palmer, entre ellos el de la citadaisla. Los testigos, dos adultos y el hijo de 15 años de uno de ellos, relataron a Arnold que el 21 de junio de 1947,es decir, dos días antes de la popular observación de Arnold, se encontraban navegando en barca cerca dela isla de Maury, en Tacoma (Washington). De repente, observaron seis objetos con forma de donut y gran-des ventanillas a lo largo de su borde. Se acercaron a la playa y tomaron fotografías. En ese momento unode los objetos se acercó al que ocupaba la posición central, que parecía tener problemas técnicos, y éste co-menzó a arrojar láminas de metal brillante y un material parecido a rocas negruzcas. Uno de los fragmen-tos hirió en el brazo al muchacho, un perro que los acompañaba resultó muerto y el timón de la barcatambién resultó dañado por el misterioso material. Cargaron parte de los restos en la barca y se dirigierona Tacoma. Al día siguiente uno de los protagonistas desayunó con un misterioso extranjero vestido de negroque conducía un automóvil del mismo color que le sugirió no comentar nada de lo que había visto si queríaque su familia no sufriera algún percance. Supuestamente, las fotos se cubrieron de manchas debido a unamisteriosa radiación. En su investigación, Arnold solicitó la ayuda de dos oficiales de inteligencia. Éstos en-trevistaron a los testigos y concluyeron que se trató de un fraude, una historia inventada para gastarle unabroma al editor Palmer. Al día siguiente, los militares de inteligencia, un teniente y un capitán, fallecieronal estrellarse el avión en el que viajaban, circunstancia que la prensa local aprovechó para hablar de sabo-taje, ya que el avión transportaba material clasificado. El accidente, causado al incendiarse un ala del avión,nada tuvo que ver con sabotajes, ni transportaba más que informes rutinarios que los fallecidos se ofrecie-ron a llevar a su destino, pero todo ello contribuyó a darle un aire de conspiración gubernamental ante lapresencia de los misteriosos platillos volantes (Peebles, 1995: 14-17).Roswell: el platillo volante sin ABSEn 1995 medios de comunicación de todo el mundo se hicieron eco de unas imágenes en las que, presun-tamente, se observa la autopsia a un ser extraterrestre accidentado en 1947 en la localidad de Roswell(Nuevo Mexico). Probablemente, a innumerables aficionados les pareció lógico que semejantes imágenesse proyectasen por televisión sin su paso previo por una comisión de científicos que las evaluara. Veamoslas claves de esta historia. Una de las características del mercado de lo oculto y lo paranormal, especializado en aprovecharse deciertas creencias irracionales muy difundidas, es su periódico retorno a los mismos temas, a los clásicos, apesar de haber sido en su momento completamente refutados por investigadores críticos y escépticos. Aúnhoy en día, fraudes como el triángulo de las Bermudas o el de las piedras de Ica (Perú) son divulgados comograndes misterios del siglo XX, a pesar de que no hubo tal triángulo ni más desapariciones que las que pu-dieron ocurrir en cualquier otro lugar con mucho tráfico; y a pesar de que los famosos pedruscos peruanos-en los que se observan batallas entre humanos y dinosaurios, amén de otros disparates- eran tallados porlos indígenas de la zona para impresionar a losturistas despistados. Roswell es todavía, para los que disfra-zan su déficit de juicio crítico de mente abierta, un enigma, como si una mentira repetida mil veces se trans-formase en verdad. Roswell es una ciudad del estado norteamericano de Nuevo México donde, según los creyentes en plati-llos volantes y en conspiraciones gubernamentales, se habría estrellado una nave interplanetaria a princi-pios de julio de 1947. Pocas semanas antes, el 24 de junio, la fiebre de los platillos volantes había saltado ala fama en la prensa norteamericana con la observación de K. Arnold19 en el estado de Washington, proba-blemente debida a la observación de ciertos prototipos aeronáuticos, entre otras posibilidades. Fue un ranchero de la zona, Willian Brazel, quien halló unos extraños restos en el rancho Foster, y quiendio aviso a la Fuerza Aérea. La noticia se publicó en muchos países, y rápidamente se filtró la posibilidad deque lo caído podía tratarse de un platillo volante, expresión que entonces carecía de las connotaciones queactualmente posee. El comandante Jesse Marcel fue designado para investigar el asunto, junto con dos ayu-Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia19 Véase nota 1.106dantes. Por su parte, el general Roger Ramey, que había ordenado que le enviaran los restos a Fort Worthpara examinarlos, ofreció una rueda de prensa al día siguiente, con Marcel presente, en la que anunció quelos restos pertenecían simplemente a un globo meteorológico. El jefe del popular proyecto Blue Book (Libro Azul)20 -del que se realizó una serie televisiva emitida en Es-paña en los años setenta-, el capitán Edward Ruppelt, aseguró en 1953 que no había nada en los restos deRoswell (ni en ningún informe recibido por la Fuerza Aérea) que sugiriera la presencia de algún material uobjeto desconocido. Otros organismos, como la CIA en 1952 y un informe de Inteligencia de la Fuerza Aéreade 1948, concluyeron que no existía evidencia alguna que avalara un crash en Roswell. El asunto fue olvi-dado durante décadas, hasta que en 1978 algunos investigadores propensos a detectar imaginarias conspi-raciones divulgaron la historia, y Roswell, cual zombi, volvió a la vida del rumor y el sensacionalismo.Surgieron “testigos” como setas que se contradecían mutuamente, o que mentían sin más bajo la influen-cia de escritores especializados en enigmas. Se habló entonces de un número no determinado de extrate-rrestres fallecidos a consecuencia del impacto, trasladados en secreto a las dependencias del Ejércitonorteamericano.En realidad, lo que cayó en Roswell no fue otra cosa que los restos de un globo lanzado como parte de unprograma secreto bautizado como proyecto Mogul. Tras la cortina de humo del globo meteorológico seocultaba un proyecto top secret con la finalidad de monitorizar posibles detonaciones nucleares soviéticaspor medio de micrófonos acústicos de baja frecuencia localizados a gran altitud. La Universidad de NuevaYork desarrolló los globos aerostáticos que permitieron la adecuada colocación de los micrófonos en la altaatmósfera. Los restos hallados por Brazel y llevados posteriormente a Fort Worth se corresponden con elvuelo número 4 del citado proyecto. Según las descripciones aportadas por los testigos fiables, se tratabade fragmentos de material parecido al caucho, de color gris, humeantes y malolientes, entre otros restos,lo que lleva a pensar en los globos de neopreno de la Universidad neoyorquina. Además, otros restos halla-dos en Roswell, como varillas de metal, láminas metálicas y papel con dibujos florales, son similares al ma-terial usado para los dispositivos reflectores de radar. Informes desclasificados por la Fuerza Aéreanorteamericana en septiembre de 1994 y junio de 1997 confirmaron que los restos hallados en la localidadmás popular de Nuevo México, alrededor de la cual surgió en la pasada década todo un mercado de pro-ductos platillistas y un museo, se debieron a la caída de uno de los vuelos del proyecto Mogul. Como es ló-gico, la Fuerza Aérea norteamericana no podía confesar en 1947, al inicio de la guerra fría, la auténticanaturaleza de los restos.El matemático y escéptico Dave Thomas tuvo la oportunidad de conversar con Charles B. Moore, profe-sor emérito de Física de la NY University que participó en el diseño de los globos que debían mantener enla atmósfera los micrófonos del proyecto Mogul, aunque éste tenía un carácter tan secreto y se hallaba poreste motivo tan compartimentalizado que ni siquiera supo su nombre hasta los años noventa. Moore afirmó,en sus declaraciones sobre su participación en este proyecto, que la descripción de los restos por parte de lafamilia Brazel -las varillas metálicas, el papel pintado, los motivos florales, la goma quemada y pestilente,los anillos de aluminio de unos diez centímetros de diámetro y el recipiente de color negro- coincide con losglobos en cuyo diseño y fabricación participó. En 1987 el caso Roswell experimentó un nuevo empujón al divulgarse unos supuestos documentos se-cretos de 1947 en los que se hacía referencia a la creación de una comisión de doce científicos, políticos y mi-litares, bajo orden directa del presidente norteamericano Harry S. Truman: el objetivo de este grupo,conocido como Majestic-12, habría sido investigar el accidente de la nave alienígena y la tecnología con queestaba construida. Fue sencillo para el escéptico Philip Klass21 poner de manifiesto las peculiaridades de losinformes del pretendido proyecto secreto: incoherencias tipográficas, estilo inverosímil del presidente Tru-man en los fragmentos de su autoría, ausencia de numeración oficial y de filigrana, etc.Conspiraciones y encubrimientos: el mito autoprotector20 Véase Borraz, M., Ovnis, científicos y extraterrestres. Los científicos echan un vistazo en este mismo volumen.21 <http://www.csicop.org/klassfiles/Home.html>.107Como suele ocurrir en todas las historias basadas en el rumor con cierta proyección social, las versioneshan proliferado: las dimensiones del “objeto estrellado” y de los “cadáveres alienígenas” recuperados varíande unas a otras, así como el número de éstos y el punto de impacto.Lo paranormal y los falsos misterios del espacio gozan habitualmente de patente de corso en los mediosde comunicación; si no, no se puede explicar el crédito otorgado a un burdo fraude -último capítulo de lafraudulenta historia de Roswell- que en el verano de 1995 difundieron medios de todo el mundo y desatóun enorme revuelo en torno a su naturaleza. La filmación en la que se podía observar la “autopsia” a un serextraterrestre presuntamente accidentadoen el incidente de 1947 había sido compradapor un productor inglés, Ray Santilli, a uncámara retirado de la Fuerza Aérea nortea-mericana, contratado en su momento pararodar las imágenes. Luego habría robado lapelícula escondiéndola en su casa durantedécadas, tontería que a muchos probable-mente no les llevó a sospechar de todo esteasunto.Figura 2Representación artística de la falsa autopsia alextraterrestre de Roswell, tal y como figura en elmuseo de esta ciudad.Las imágenes del filme son tan nebulosascomo los productos salidos de la imagina-ción de buena parte de los ufólogos: mediasverdades, gigantescas mentiras y ausenciade claridad. Algunos médicos especialistas en autopsias aseguraron que el procedimiento seguido carece derigor y profesionalidad. Además, el camarógrafo fue todo menos hábil, pues los primeros planos -que pon-drían en evidencia aún más el fraude- son muy breves y desenfocados; ¿quizá porque a escasos centímetrosel látex quedaría en evidencia muy fácilmente? Asimismo, diversos técnicos en efectos especiales cinema-tográficos (Pinewood Studios, Londres; FX, Argentina) opinaron que es evidente que se trata de un fraudey de la imitación de un cuerpo humano: “Están cuidados todos los detalles para que no se descubra que esun muñeco a ojos inexpertos”, confirmaron. Como no podía ser menos, en España, el mismo año1995, el novelista Javier Sierra publicó un libraco ti-tulado Roswell: secreto de estado, compendio de falacias y de la retórica usual entre los escritores especia-lizados en falsos misterios, todo ello convenientemente refutado con ironía en una excelente reseña de LuisR. González en Cuadernos de Ufología22.Finalmente, en mayo de 2006, la verdad salió definitivamente a relucir: el autor del muñeco de Roswell,un escultor llamado John Humphreys, reconoció haber fabricado el muñeco usado para la farsa23. Humph-reys ha colaborado en el diseño de personajes de diversas películas como Max Headroom o Charlie y la fá-brica de chocolate, y desveló que creó los alienígenas de la cinta de Santilli, y que interpretó a uno de loscirujanos que supuestamente llevan a cabo la autopsia. El muñeco estaba relleno de sesos de cordero y en-trañas de pollo. Próximamente llegará a nuestras pantallas una película inglesa donde se explica todo elmontaje.Vida en el Universo. Del Mito a la Ciencia22 González, L. R. (1995) “Roswell. Secreto de Estado. ¿Qué se esconde tras la polémica filmación de los extraterrestresde Roswell?”. En: Cuadernos de Ufología, nº 19-20, Santander.23 Gámez, L. A., (2006) “El marciano de la autopsia de Roswell era primo de Max Headroom”. En: <http://blogs.elco-rreodigital.com/index.php/magonia/2006/05/13/el_marciano_de_la_autopsia_de_rosswell_e>.108¿Quién pudo creerse un cuento así?, se pregunta Ares de Blas (1997): es imposible para cualquier sistemade seguridad mantener un secreto de estas características durante mucho tiempo. Son infinitas las posibili-dades de filtración existentes: desde un marido que comenta con su mujer determinados detalles a la ventade información reservada a un gobierno extranjero, pasando por la venganza producto de desavenencias per-sonales. John Harney24 aporta unas reflexiones similares: el escenario mundial de la ocultación, y en particular larecuperación de restos de accidentes de platillos volantes está centrado en los Estados Unidos. El resto delmundo permanece en la trastienda. Esto significa que cuando algo importante es mantenido en secreto enlos USA el resto del mundo actuará como si no supiera nada o mantendrá obligatoriamente el secreto. Talsituación es muy improbable, así que debemos asumir que los pilotos de los platillos volantes están bajo es-trictas órdenes para limitar sus actividades al territorio estadounidense, lo cual es aun más absurdo. Este tipode problemas no parece preocupar a los ufólogos norteamericanos, que asumen tácitamente que su paíspuede presionar fácilmente incluso a gobiernos enemigos para que mantengan el secreto a buen recaudo,y que la Fuerza Aérea norteamericana tiene equipos de intervención permanentemente listos para actuaren cualquier parte del mundo incluso, insisto, en territorios enemigos tan extensos como la URSS y la Chinade los años cincuenta y sesenta, sin despertar sospechas ante un caso de accidente de nave extraterrestre,excepto entre los ufólogos y los chupatintas de las revistas mensuales de misterios...Si de un proyecto ultrasecreto como la fabricación de la bomba atómica hubo filtraciones ¿cómo no pen-sar que de la llegada a la Tierra de los alienígenas en sus naves no las hubiera también a las pocas semanas?Así de absurdo es el mundo de los platillos volantes Secretismos que rayan en lo ridículo, testigos no identificados, grandilocuencia de los autodenominadosinvestigadores del misterio... El auténtico misterio de Roswell no fueron los restos del globo, el inexistentecomité presidido por Truman y las imágenes de la falsa autopsia, sino cómo pudo pasar un montón de “es-peculaciones, suposiciones, licencias periodísticas y falta de sentido crítico”, en palabras de Kal K. Korff, elmejor estudioso de le leyenda de Roswell25, por una historia verosímil. Korff, tras más de una década de mi-nuciosa revisión de todas las fuentes, propició -junto con Klass- el desmoronamiento de la historia del pla-tillo de Roswell, destino natural de todos los enigmas y misterios.Una conspiración noveladaLos ovnis supuestamente estrellados y los que los gobiernos, en particular el norteamericano, hayan po-dido capturar u obtener en intercambio con los alienígenas deben ser almacenados en algún lugar. Han na-cido así los rumores sobre bases secretas en las que se guardan platillos volantes o naves terrestres basadasen la tecnología extraterrestre26. El más famoso de estos recintos ultrasecretos es el Área 51, cerca de GroomLake, en el estado de Nevada. El impulsor del rumor ufológico sobre esta base fue Robert Lazar, que, sólocon su palabra, pretendió probar sus extraordinarias afirmaciones sobre los platillos volantes que pudo con-templar y los prototipos terrestres basados en ellos. Por supuesto, para mantener el secreto desvelado porLazar se tramó una conspiración.¿Por qué existe el secreto en torno a esta base? La razón es muy sencilla, como recordó el periodista LuisAlfonso Gámez27: porque allí Estados Unidos ha probado sus más sofisticados aviones, desde el U-2 hasta elConspiraciones y encubrimientos: el mito autoprotector24 Magonia ETH Bulletin, No. 9 November 1998 (<http://www.magonia.demon.co.uk/arc/00/09.htm>).25 Korff, Kal K. (1997) The Roswell UFO Crash: What They Don’t Want You to Know. New York: Prometheus Books.26 Los extraterrestres de Roswell también contribuyeron al desarrollo del transistor, según una de las más estúpidas es-peculaciones de los periodistas especializados. John Bardeen, Willian Shockley y Walter Brattain -los inventores de estedispositivo- no habrían hecho más que aprovecharse en 1947 de la tecnología que les cayó del cielo, mucho más avanzadaque la física del estado sólido terrícola.27 <http://blogs.elcorreodigital.com/index.php/magonia/2005/09/15/bill_clinton_habla>109B-2, pasando por el SR-71 y el F117-A. La Administración norteamericana ni siquiera reconocía la existenciade las instalaciones hasta principios de 2000. En la base del lago Groom no hay más que pistas de aterrizaje,hangares, una piscina, carreteras y un campo de béisbol. Cualquiera puede comprobarlo en la web de la Fe-deración de Científicos Americanos (FAS), donde se pueden contemplar imágenes de 1968, las de 1998 cap-tadas por un satélite ruso para Aerial Images y unas encargadas por la propia FAS. Estas últimas tienenmayor resolución -un metro- que las de Aerial Images, pero tampoco se ve en ellas nada espectacular.Adelantándose en el tiempo a estas gratuitas especulaciones, un joven periodista zaragozano, FranciscoJavier Esteban Aller, publicó en 1979 una novela en la que relataba arriesgadas operaciones gubernamen-tales de silenciamiento y conspiración. Douglas O´Brien fue el pseudónimo elegido por Esteban Aller parafirmar Bases de OVNIs en la Tierra. Lo más llamativo es que los hechos narrados en la novela, falsos de caboa rabo, trajeron de cabeza a los más crédulos ufólogos de España durante muchos años, quienes entraronen contacto con él para que les ampliara la información contenida en el libro, que tomaron por una especiede diario o biografía del autor.Esteban les siguió la corriente y se hizo pasar por un confidente de la CIA, afirmando que “Yo, por las ex-periencias que he vivido, sé que hay muchas más cosas importantes dentro de este tema [de los ovnis]”, yque “si algún día publicas lo que te he contado, y eres libre, yo lo negaré todo y afirmaré que lo que cuen-tas es mentira. Diré que el libro no era más que una novela”. Bruno Cardeñosa, Manuel Carballal y Juan JoséBenítez imaginaron escenarios conspiracionistas para escapar por la puerta falsa tras sus fallidas pesquisasen pos de Esteban. Ya no sabían si era un auténtico agente anti-ovnis o uno falso con la intención de des-acreditar al fenómeno y a sus valientes divulgadores. La habilidad de Esteban, tomándose a broma las en-trevistas y el inaudito interés por sucesos tan descabellados como los que relata en su novela (que, por otrolado, fuera finalista del premioJulio Verne en el año de su publicación), provocó una confusión de la que aduras penas han conseguido salir los ufólogos citados. Otros guardan un significativo silencio. El relato de-tallado de toda esta trama lo recoge Esteban en un artículo publicado en la desaparecida La Alternativa Ra-cional28, predecesora de El Escéptico.Capitán Mantell, víctima del “ataque” de un platilloEl accidente del capitán de la Fuerza Aérea norteamericana Thomas Mantell pasó a la historia como la pri-mera víctima de los misteriosos platillos volantes. El 7 de enero de 1948 Mantell despegó desde la base deMarietta (Georgia) a los mandos de un F-51 Mustang encabezando un vuelo de entrenamiento acompa-ñado de otros tres pilotos a bordo de otras tantas aeronaves. Alrededor de las 13:20 horas la policía estatalde Kentucky comunicó a la policía militar de Fort Knox que habían visto una nave aérea u objeto inusual deforma circular de entre 80 y 100 metros de diámetro sobre Mansville (Kentucky). Fue observado desdeotros puntos moviéndose hacia el sur, y fue descrito como “un cucurucho de helado con la parte superiorde color rojo, y parecía estar quieto”. Al no encontrarse lejos del objeto, la escuadrilla de Mantell se dirigióal lugar. Comenzaron a ascender. Poco después, Mantell divisó el objeto al frente. Mientras seguía ascen-diendo lo describió como “un objeto metálico que parecía reflejar la luz solar, y de un tamaño enorme”. Loscompañeros de Mantell desistieron de la persecución debido a la altura y la falta de oxígeno, pero Mantellcontinuó. Cuando se encontraba a 8.300 metros de altura Mantell se desmayó al no contar su avión con su-ministro de oxígeno (en el plan de vuelo no estaba previsto ascender, así que se consideró innecesario). Elavión continuó elevándose para caer luego cerca de una granja en Franklin (Kentucky). Para la prensa seVida en el Universo. Del Mito a la Ciencia28 Véase también amplios artículos en <http://yamato.drago.net/incu03.htm> y <http://www.geocities.com/CapeCa-naveral/Lab/3027/index.html>. En estas direcciones se encuentran recogidas todas las referencias a este episodio, los pla-gios de que fue objeto la novela por alguno de los prominentes propagandistas de los ovnis en España, las entrevistas queotros realizaron a Esteban tratando de “confirmar” las historias aparecidas en la novela y varios artículos periodísticosdonde ésta ha sido citada a lo largo de los años. Puede verse también, sobre uno de los casos de la novela, el accidenteaéreo de un avión militar en la isla canaria del Hierro en diciembre de 1977: Campo, Ricardo (1998) “El ovni que se estre-lló en Ovnilandia”. En: Cuadernos de Ufología, nº 22-23, 3ª época.110trató del ataque de un platillo volante a una aeronave terrestre, y algunos falsos rumores vinieron a su-marse al misterio inicial (se aseguró que el cuerpo de Mantell apareció acribillado de balas o que había des-aparecido; y el avión se habría desintegrado en el aire o sus restos eran radiactivos...). El proyecto Sign dela Fuerza Aérea29 concluyó torpemente que la observación se debió al planeta Venus, lo que contribuyó aque los creyentes pensaran que se había intentado ocultar la presencia de una peligrosa nave alienígena enlos cielos. El propio mayor Keyhoe aseguró que se trató de una clara muestra de la política de encubrimientoseguida por el Gobierno estadounidense respecto a estas observaciones, que el ex militar identificaba connaves extraterrestres (Peebles, 1995: 21-25). Lo que estuvo persiguiendo el imprudente Mantell y observa-ron numerosos testigos no fue otra cosa que un globo Skyhook, destinado al estudio de los rayos cósmicos,que había sido lanzado el día anterior desde la base militar de Camp Ripley, cerca de Little Falls (Minnesota).El único encubrimiento que hubo en esta ocasión fue el que impidió conocer la verdadera naturaleza del ob-jeto de fabricación humana que contempló Mantell, sin relación alguna con una presencia extraterrestre enlos cielos norteamericanos. Men in blackLas especulaciones sobre conspiraciones y encubrimientos incluyen entre su galería de personajes imagi-narios a unos amenazantes sujetos: los hombres de negro(men in black). Al parecer, su actuación histórica, limitadaa la seca advertencia, tiene dos blancos: los testigos deciertas observaciones de ovnis y los investigadores que hanasegurado conocer su secreto. A los primeros se les indicaque no divulguen su observación, y que se olviden de ella;a los segundos incluso se les puede hacer desaparecer, peroen otras ocasiones basta con la amenaza para que el se-creto quede a salvo en su memoria y no se atrevan a di-fundirlo. Sí, parece un capítulo de serie televisiva de losaños sesenta. De hecho, cualquier coincidencia con la rea-lidad será casualidad, como suelen advertir las ficcionespara televisión o cine.Figura 3Dibujo realizado por Albert K. Bender de uno de los tres su-puestos hombres de negro que le visitaron en agosto de 1953 paraintimidarleEl mito de los hombres de negro tiene su origen en laimaginación de un ufólogo llamado Albert K. Bender, quea principios de los años cincuenta dirigía el típico grupo deaficionados a la nueva moda platillista norteamericana. Elgrupo editaba una revista, el Space Review, que en abrilde 1953 iba a divulgar el secreto final de los flying saucers...pero tal cosa no ocurrió. Meses después contó que unos hombres de negro le habían hecho jurar que guar-daría el más estricto silencio. Bender tuvo entre sus colegas de grupo a otro ufólogo importante para elasentamiento de la leyenda de los hombres de negro: Gray Barker, autor de They Knew Too Much AboutFlying Saucers (Sabían demasiado sobre los platillos volantes, 1956) (Sheaffer, 1994: 219-232).Los men in black aparecían en grupos de tres en coches también negros, con frecuencia un impecable Ca-dillac. De mediana estatura, vestían siempre traje del citado color, corbata y sombrero, es decir, una espe-cie de agentes de Matrix de la exitosa trilogía cinematográfica. No se reían y eran inexpresivos. SeConspiraciones y encubrimientos: el mito autoprotector29 Véase Borraz, M., Ovnis, científicos y extraterrestres. Los científicos echan un vistazo, en este mismo volumen.30 La información sobre objetos volantes no identificados era materia clasificada desde el 3 de marzo de 1979, cuandola cúpula militar española decidió cortar por lo sano en lo referente a cualquier suministro de información sobre ovnis alas numerosas peticiones recibidas. La imposibilidad de atender estos requerimientos y una desagradable experiencia conel periodista J.J. Benítez en 1976, que publicara un libro con algunos expedientes facilitados por el general Felipe Galarzaen el que se citaba expresamente su procedencia, parecen ser las causas directas de esta decisión.111presentaban como agentes del gobierno y no se andaban con demasiados rodeos a la hora de transmitir laorden de que no se divulgara nada comprometedor. Bender también dijo que los visitantes de negro eranen realidad extraterrestres encargados de ocultar su presencia en nuestro planeta.Pero, ¿eran efectivos los hombres de negro?; pues más bien no. Los ufólogos supuestamente amenaza-dos parecían guardar silencio unas semanas, pero luego volvían a la carga con sus publicaciones. Por su-puesto, algunas muertes naturales de ufólogos y algún suicidio fueron utilizados por los más chifladosvoceros de la ufología para reforzar la creencia en los silenciadores de negro. Silenciadores que, por otraparte, no tenían que esmerarse demasiado para dar con el ufólogo bocazas de turno pues todos los que alparecer habían descubierto el secreto de los platillos se encargaban de divulgarlo antes de hacerlo públicode manera sorpresiva. Cacareaban un huevo que nunca ponían. Diríamos que tal grado sinrazón sólo es po-sible en este alucinante gremio si no fuera porque todo era una farsa con ánimo propagandista. Aun así, loshombres de negro pasaron a formar parte del mundo
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